Evolución de Tolkien a través de su obra

Luis "Atanelda" Goñi

   

Conforme se iba acercando la fecha de la conferencia me iba entrando un pánico paralizante, pues yo sólo había propuesto un hilo conductor para la Mereth Aderthad y me encontré con que debía dar una conferencia (y además me habían dejado solo) con un título tan ambicioso que resultaba un fraude su sola propuesta. Sea por tanto considerado simplemente como una excusa para hablar de Tolkien, e intentar globalizar un poco su obra y verla con cierta perspectiva. La complejidad del asunto desborda mi capacidad de análisis, y es difícil (para mí siempre lo es) concretar y ser mínimamente ordenado. Por acotar un poco el tema, hay dos puntos que para mí deben guiar esta exposición:

 

Hablar de Tolkien y de evolución de su obra demanda un análisis de la colección de la Historia de la Tierra Media. En 1996 se publicó el último volumen, nº 12. En total quizá más de 5.000 páginas destinadas a ir desvelando todo el proceso creativo de 60 años. Ha sido muy criticada, y es comprensible que a alguna gente le desagrade (quizá al propio Tolkien), pero era necesaria y demandada por mucha gente, quizá porque responde a lo que es la esencia de la obra de Tolkien. Y es algo que sirve para poder plantearse temas como el de este coloquio. A lo largo de sus páginas tenemos un perfecto mapeado cronológico de la Tierra Media, el código genético de toda la obra de Tolkien. Es un inmenso Archivo de Indias en el que podemos seguir los rastros de palabras e historias a lo largo del laberinto creativo de la vida de Tolkien. Y así iluminar con más claridad temas sobre los que ha habido mucha discusión y polémica, con muy poco conocimiento de causa muchas veces; aunque también oscurecer muchos otros y dejar sembrados interrogantes decisivos.

 

Por otro lado, hablar de la evolución de Tolkien es hablar de El Silmarillion. Una obra cuyos antecedentes pueden encontrarse en 1917 (e incluso antes) y que fue desarrollándose y creciendo a lo largo de toda su vida. A ella me voy a dedicar, basándome en la Historia de la Tierra Media, no sólo porque es la obra de su vida (obra es una palabra difícil de usar -¿y vida?, ufff…) sino también porque esta obra ha sido el gran caballo de batalla del tolkienismo, tanto para su autor como para sus lectores:

 

- Para el primero porque habiendo tenido muchos años para sacarlo a la luz, sin embargo no pudo ser publicada salvo por su hijo, cuatro años después de morir el autor, en 1977. Este es uno de los grandes interrogantes de la obra de Tolkien, y más estando como estaba muy desarrollado ya en 1937, y teniendo desde la publicación de El Señor de los Anillos casi 20 años (más de lo que le costó el propio SA), con la ventaja de que no tenía ya obligaciones académicas y sí el apoyo de la editorial y los lectores.

 

¿Por qué no pudo Tolkien publicarlo?, ¿con qué obra se encontró Christopher Tolkien al ir a editar El Silmarillion?, ¿qué Silmarillion se publicó, el de Tolkien o el de su hijo?, ¿lo hizo bien o mal?, ¿lo hizo sólo por dinero o estaba convencido de lo que hacía?

 

- Y con respecto a los lectores porque me da la impresión de que no han sabido acoger esta obra y valorarla por sí misma. La crítica y los aficionados constantemente la han despreciado, indicando los múltiples defectos que hacen de ella ‘un tocho infumable’, más parecido al Viejo Testamento que a una verdadera novela. Que si hay tantos nombres que uno se pierde; que demasiados personajes y sin un desarrollo mínimo de su personalidad; que no hay un narrador cercano a los hechos, que nos los presente y explique; que no hay una profundidad histórica como en El Señor de los Anillos que diera perspectiva a la obra; que no hay una trama bien lograda con la suficiente continuidad y entidad propia; que en muchos puntos es casi telegráfica, concatenando multitud de hechos sin tiempo a digerirlos, sin dejar lugar a lo descriptivo; que el estilo es arcaico y casi ampuloso, demasiado distante y elevado; que el tono es totalmente dramático, que no da concesión alguna a lo cómico; esto es, que no hay Hobbits que hagan de contrapeso a sabios y reyes. En fin, cosas que todos hemos oído y quizá compartamos en mayor o menor medida.

 

¿Por qué el autor de una obra tan perfecta, narrativamente hablando, como El Señor de los Anillos hizo un tocho infumable como El Silmarillion?, ¿son realmente justas estas acusaciones, o se deben a la supina ignorancia e insensibilidad de muchos lectores o críticos?, ¿estamos maleducados los lectores de Tolkien? Y lógicamente, pues a alguien le tenemos que cargar el muerto, ¿qué culpa tiene en todo esto Christopher Tolkien?

 

Estas preguntas requieren un análisis serio de la obra que muestre qué era y qué quería ser en el pensamiento de su autor lo que se ha llamado El Silmarillion; especialmente en lo que se refiere a la forma de la obra, su presentación narrativa, la manera en que transmitir literariamente a unos lectores las leyendas de la Primera Edad que se mantenían más o menos estables desde hacía muchos años. Como aproximación inicial a este tema intentaré de momento analizar los estadíos que atravesaron las leyendas de la Primera Edad a lo largo de las distintas etapas de la vida de Tolkien, que yo (a efectos más que nada metodológicos) divido en tres etapas, poética, narrativa y de reflexión.

 

 

DIVISIÓN METODOLÓGICA DE LA OBRA DE TOLKIEN

 

 

 

FECHA

OBRA

Nº HTM


1914-1930 ÉPOCA POÉTICA

1914-1916

 Primeros Poemas relacionados con la Tierra Media

HTM 1 y 2

1917-1920

 El Libro de los Cuentos Perdidos

HTM 1 y 2

1920-1925

 Las Baladas de Beleriand

HTM 3

1926-1930

 Esbozo de la Mitología (ES)

HTM 4

1930-1949 ÉPOCA NARRATIVA

1930  

 Qenta Noldorinwa (Q)

HTM 4

1937  

 Quenta Silmarillion (QS)

HTM 5

1930-1937

 El Hobbit

 

1938-1949

 El Señor de los Anillos

HTM 6,7,8 y 9

1950-1973 ÉPOCA FILOSÓFICA

1950-1951

 Later Quenta Silmarillion I (LQ1)

HTM 10 y 11

1958-1960?

 Later Quenta Silmarillion II (LQ2)

HTM 10 y 11

1977

 El Silmarillion (S) –editado por Christopher Tolkien-

 

 

 

I ÉPOCA POÉTICA 1914-1930

 

 

I- Primeros poemas

 

Surgen entre 1914 y 1917. Estos primeros poemas ya contienen figuras que resultarán importantes, entre las que destaca Eärendil, el motor inicial de la mitología. Son unos poemas en los que se mezclan muchos sentimientos (especialmente de amor) con elementos que siempre serán constantes en su obra, aunque quizá nunca tan emotivos y tan vívidos: amor a la naturaleza, menciones a lo misterioso, Hadas o Elfos, luces, canciones y bailes. Es también la época de ‘la pequeñez’ y las imágenes casi infantiles que tanto reprobó luego su autor. En aquella época se puede decir que algo se estaba gestando, e iba definiendo sus caracteres. Y Tolkien se consideraba a sí mismo como un poeta de lo misterioso y legendario.

 

Ejemplos característicos son Tú y Yo y la Cabaña del Juego Perdido, Kortírion entre los árboles,  o El Viaje de Earendel. En ellos están las semillas de la Tierra Media, semillas luego olvidadas.

 

Paralelamente, desde 1912 se iba desarrollando el Qenya, la lengua de los gnomos, nacida por el impactante descubrimiento de la lengua finlandesa.

 

 

II- Los Cuentos Perdidos

 

Es aquí cuando comienza a articularse un cuerpo de leyendas claro. Comienza con la Caída de Gondolin en 1.917, y poco a poco se va extendiendo hasta contener practicamente todos los elementos narrativos que componen El Silmarillion.

 

I- Ainulindale, Valaquenta, El encadenamiento de Melkor, la llegada de los Elfos, el viaje a Valinor, el Robo de las Joyas, el Oscurecimiento de Valinor, la Huída de los Noldor, El Cuento del Sol y la Luna, El despertar de los Hombres.

 

II- El cuento de Tinúviel, el cuento de Túrin, la Caída de Gondolin, el Cuento del Nauglafring, la Historia de Eärendil. Finalmente el Cuento de Eriol.

 

Parece pues que la gran estructura de El Silmarillion estaba ya fijada, aunque algunas tuvieran un sentido muy distinto al que posteriormente tuvieron.

 

Fijémonos ahora en las diferencias, en realidad son grandísimas, y ya podemos anticipar que El Silmarillion no es la evolución de El Libro de los Cuentos Perdidos, pues tienen por esencia diferentes finalidades, autores y forma literaria.

 

En cuanto a la historia hay que decir que hay un punto en el que está la diferencia básica, a mi entender, entre El Silmarillion Y El Libro de los Cuentos Perdidos, y no es otra que ‘la historia de Eriol-Ælfwine’, el último (en el orden de publicación) de los CP. Éste es el nexo entre las distintas historias, pues una de la características más importantes de Los Cuentos Perdidos es la diferencia de narradores y extensiones, siendo una recopilación de las Historias que a Ælfwine le contaron los Elfos de Tol Eressëa. Además tiene una importante característica: une las leyendas de los Elfos con la historia del pueblo anglosajón. Todo esto desapareció posteriormente de la mano de Christopher Tolkien, convirtiéndose en uno de los mayores misterios de la obra de Tolkien.

 

Por supuesto, también el estilo, ambiente y tono de los cuentos difiere bastante de El Silmarillion. Aquí nos encontramos un lenguaje más colorista, una mayor riqueza expresiva y descriptiva que en El Silmarillion y unos personajes e historias más ingénuos y –digamoslo así- primitivos, más paganos o míticos (y quizá por eso más vívidos). Los Valar son dioses muy humanos, que tienen hijos y son mucho más cercanos, con rasgos coléricos y cómicos a menudo.

 

(Ossë va viajando en la espuma de sus empresas y deja un fuerte olor a pescado, el antecedente de Sauron es un gran gato maligno que al capturar a Beren le pide que le cace tres ratones y odia a la raza de los perros, con lo que su duelo con Huan recuerda más a Tom y Jerry que a un duelo legendario, el arco iris era un puente entre Valinor y la Tierra Media hecho por Oromë con una trenza de su esposa para que los dioses pudieran desplazarse a la Tierra Media desde Valinor, y los hijos de los Hombres acudían a la Cabaña del Juego Perdido en sueños para que los Elfos les cuentaran cuentos).

 

 

III- Las Baladas de Beleriand

 

Estos poemas centrados en las historias de Túrin y Glaurung y Beren y Luthien, tuvieron involuntariamente bastante incidencia en el proceso de El Silmarillion: por un lado interrumpieron la escritura de Los Cuentos Perdidos. Por otro produjeron, indirectamente, el nacimiento de El Silmarillion como tal.

 

 

IV- El Esbozo de la Mitología

 

El Esbozo de la Mitología, 1926-1930 (30 págs.) es el embrión de El Silmarillion, y, aunque ha estado oculto durante muchos años, es para mí una de las claves del problema de las leyendas de la Primera Edad. Fue creado como un simple resumen para explicar el fondo narrativo, el contexto en que se encuadraba el poema aliterativo de Túrin a un lector interesado, y se escribió, dice Christopher Tolkien, de forma extremadamente rápida, sin consultar los cuentos preexistentes. Tiende directamente hacia la forma de la historia publicada, rellenando un poco algunas de las zonas sobre las que no se decía nada en Los Cuentos Perdidos aunque no pretende sustituirlos en absoluto pues no hay apenas formas narrativas. Hay que destacar que estas novedades no estaban reflejadas en texto alguno, con lo que sólo en este esbozo podían encontrarse. En parte por eso y en parte por la costumbre de Tolkien de trabajar siempre sobre versiones anteriores, el hecho es que el Esbozo o ‘El Silmarillion original’ (en palabras de Tolkien) posee una importancia esencial a la hora de estudiar qué es El Silmarillion.

 

Su título es claro: Esquema de la mitología con especial referencia a los ‘hijos de Húrin’

 

Además no incluye mención alguna a Los Cuentos Perdidos desapareciendo algunas de sus ideas, no se sabe si por afan de brevedad o abandono (aunque esto último es improbable).

 

 

II LA ÉPOCA NARRATIVA: 1930-1949

 

Aquí comienza aproximadamente la época de mayor madurez de Tolkien como escritor. En ella hay un perfecto equilibrio entre lo mítico-fantástico de la primera etapa y lo racionalista de la última. Esta época de equilibrio culmina con El Señor de los Anillos la que (probablemente, y al menos en este aspecto narrativo) sea la gran obra maestra de nuestro autor.

 

 

V- Qenta Noldorinwa

 

En 1930 tenemos la primera versión de El Silmarillion: Qenta Noldorinwa (90 págs.). Salvo un inicio algo diferente, éste texto es una revisión y expansión de el Esbozo de la Mitología y parece muy evidente que seguía directamente tal esquema, pues sólo en él se encontraban las últimas revisiones. Qenta Noldorinwa es la primera y única versión acabada de El Silmarillion, lo cual no deja de tener su importancia. De hecho fue una fuente fundamental para Christopher Tolkien, pues tuvo que acudir a ella a la hora de encontrar fragmentos que no fueron desarrollados nunca más allá de la brevedad de este escrito. La forma en que se remitió a partes de este Qenta Noldorinwa, ignorando otras de igual o aún mayor consolidación es otro de los grandes enigmas que nos ha dejado la Historia de la Tierra Media.

 

Su título era:

 

He aquí

QENTA NOLDORINWA

o

Pennas-na-Ngoelaidh

Esta es la breve Historia de los Noldoli

o Gnomos, extraída de El Libro de los Cuentos Perdidos

que Eriol de Leithien escribió, habiendo leído

el Libro Dorado, que los Eldar llaman Parma

Kuluina, en Kortirion en Tol Eressëa, la

Isla Solitaria.

 

De este título podemos deducir dos cosas importantes: Qenta Noldorinwa, y quizá por tanto El Silmarillion como obra, era entendida por Tolkien como un breve compendio relativo a los hechos de los Noldor, no como la obra en que se reflejaran las historias de la Primera Edad. Por otro lado (o por consiguiente), parece claro que El Libro de los Cuentos Perdidos y El Silmarillion no sólo no eran incompatibles sino que el segundo nacía del primero, pues en el propio título se dice que está extraído de El Libro de los Cuentos Perdidos.

 

Otras notas a destacar de esta época, tan fructífera para la Primera Edad, son el nacimiento de otros escritos paralelos a las leyendas narrativas, y que también tienen relevancia: en IV tenemos el origen de los Ananles de Valinor y los Anales de Beleriand, obras que fueron escritas y reescritas paralelamente a El Silmarillion y todas sus versiones. Además tenemos el primer mapa de El Silmarillion y Ambarkanta, un relato de Rúmil de Tírion sobre la factura del mundo.

 

 

VI- Quenta Silmarillion

 

LLegamos ahora a un punto vital para la historia de El Silmarillion: 1937. Quenta Silmarillion (138 págs.), es la versión ulterior de Qenta Noldorinwa y, consecuentemente, del Esbozo de la Mitología. Dice Christopher Tolkien que igualmente aquí parecía estar siguiendo únicamente el texto anterior, copiando literalmente frases enteras e improvisando en lo que quería completar.

 

He aquí de nuevo el título de esta obra:

 

Quenta Silmarillion

Aquí

está Qenta Noldorinwa o Pennas inGeleidh

o

la Historia de los Gnomos

Esta es una historia resumida, extraída de muchos cuentos antiguos; puesto que todas las materias que contiene son antiguas, y todavía son entre los Eldar del Oeste, contadas más completamente en otras historias y canciones. Pero muchas de esas no fueron recordadas por Eriol, o los hombres las han perdido de nuevo desde ese día. Este relato fue compuesto primero por Pengolod de Gondolin, y Ælfwine lo tradujo a nuestra lengua según era en su época, no añadiendo nada, dijo, salvo explicaciones de unos pocos nombres.

 

Se mantienen aquí los caracteres anunciados en Qenta Noldorinwa: carácter de resumen sobre los hechos de los noldor sin finalidad narrativa, y participación de Eriol-Ælfwine en su transmisión. No se mencionan en concreto Los Cuentos Perdidos, dejados atrás desde hacía 18 años, mas sí se mencionan otras historias y canciones donde estas historias se cuentan de forma completa (Los Cuentos Perdidos, las Baladas de Beleriand…).

 

Este texto rellena mucho más los espacios entre las grandes historias de Beleriand, que no debían ser narradas aquí (ya lo estaban de hecho) acortando éstas hasta crear un cierto equilibrio (como el de El Silmarillion publicado). En esto supera y completa a Qenta Noldorinwa, pues ésta se centraba en las historias de Beren y Túrin en exceso. Sin embargo, Quenta Silmarillion quedó inconcluso, quizá porque en esos momentos estaba volcado en la publicación de El Hobbit, y no incluía los hechos posteriores a la muerte de Túrin. Esto fue causa de muchas dudas y dificultades a la hora de editar El Silmarillion por Christopher Tolkien. Es muy destacable que este silencio afectaba a los capítulos de la Caída de Gondolin y la Ruina de Doriath. Pero la parte correspondiente a el Viaje de Eärendil y el Final de la Mitología, la Dagor Dagorath, sí estaba incluída en Quenta Silmarillion, en términos similares a los de Qenta Noldorinwa, lo cual no deja de ser llamativo.

 

Junto a Quenta Silmarillion, en The Lost Road se incluyen la narración del mismo nombre, (y de la que no es conveniente hablar aquí), así como una nueva versión de los Anales de Valinor y otra de los Anales de Beleriand. Además se incluyen dos de los más interesantes trabajos sobre las lenguas élficas.

 

 

VII- El Hobbit y El Señor de los Anillos

 

Tras el éxito de El Hobbit, un mes después de su publicación, Quenta Silmarillion fue enviado aunque estaba incompleto a Allen&Unwin, junto a otros materiales relacionados (como ‘Ainulindalë’, ‘Ambarkanta’, ‘Akallabêth’) y otras historias diferentes (como ‘The Lost Road’, ‘Egidio el granjero de Ham’, ‘El Señor Bliss’, ‘Roverandom’ o ‘El Lay de Leithian’). Acerca del  último es curioso indicar que el lector de la editorial al que se lo entregaron para realizar una valoración se enfadó porque no se decía nada del autor de tales versos, y porque nadie le dijo que debiera ser experto en antiguos poemas célticos. Él suponía que la versión en prosa (extraída de Quenta Silmarillion) era correlación de una antigua gesta céltica y que la versión en verso era la adaptación de algún autor moderno. Y decía que le gustaba mucho más el breve texto en prosa que le adjuntaban para comparar con el versificado. Quién sabe qué hubiera pasado si este lector hubiera recibido el texto completo de Quenta Silmarillion. Sobre éste, en conjunto, Stanley Unwin le dijo: ‘El Silmarillion contiene abundante material maravilloso; de hecho es una mina a explorar excribiendo libros adicionales como El Hobbit más que un libro en sí mismo’.

 

Pero el caso es que El Silmarillion fue rechazado, y diríase que el día mismo de recibir la carta de rechazo Tolkien inició el primer capítulo del que largo tiempo después sería El Señor de los Anillos. Después El Silmarillion fue largamente abandonado durante unos 12 años, por primera vez en más de veinte.

 

Fue cuando El Señor de los Anillos estaba terminado (principios de 1950) cuando creyó que era su momento. Se jugó un órdago que estuvo a punto de provocar la no publicación de el propio El Señor de los Anillos: le dijo a R. Unwin que o publicaba ambas obras o ninguna.

 

Tolkien justificaba su petición de la siguiente manera:

 

 (CT, 124, 163, feb. 1950): “El Silmarillion y todo lo que se rehusó se ha desbordado, se ha infiltrado y probablemente ha estropeado todo lo que he intentado escribir desde entonces… Su sombra era profunda en las últimas partes de El Hobbit. Tiene atrapado a El Señor de los Anillos, al punto de convertirse éste simplemente en su continuación y terminación, y requiere la lectura de El Silmarillion para ser inteligible, sin un montón de referencias y explicaciones que se desbordan en uno o dos sitios. Aunque me crea ridículo y farragoso, quiero publicar ambas obras -El Silmarillion y El Señor de los Anillos- en conjunción o relacionadas’’     

 

Es cierto que estuvo a punto de salirle bien, pero la realidad que se impuso fue la ley del dinero que Tolkien necesitaba, así que tras el rechazo de este órdago por los dos editores interesados, dijo: (CT, 133, 193) ‘más vale poco que nada. Aunque para mí todo constituye una unidad, y El Señor de los Anillos estaría mejor como parte del conjunto’.

 

Todos conocemos El Señor de los Anillos, y no hablaré aquí de él, pero es importante que lo tengamos en mente, pues su influencia en el desarrollo de El Silmarillion es, en mi opinión de vital trascendencia. O, para ser más exactos, de ‘mortal’ trascendencia.

 

 

III LA ÉPOCA FILOSÓFICA: 1950-1973

 

VIII- Later Quenta Silmarillion I

 

Terminado El Señor de los Anillos y mientras se discutía sobre su publicación, entre 1950-1951, Tolkien se entregó a una revisión del Quenta Silmarillion de 1937. De aquí surge Later Quenta I, un texto mecanografiado que recogía las variaciones realizadas, pero de ningún valor narrativo independiente (salvo en aquellos pasajes más enmendados). De hecho seguían faltando esos capítulos del Quenta Silmarillion, la Caída de Gondolin y la Ruina de Doriath.

 

Una vez aceptado El Señor de los Anillos, faltaba mucho trabajo para que pudiera ver la imprenta. Tres años de trabajo editorial desde 1952 que volvieron a interrumpir el trabajo constante en El Silmarillion. El Señor de los Anillos finalmente se publicó en 1954-1955. Fue su sorprendente éxito el que consecuentemente produjo en El Silmarillion una serie de cambios, de cara a su publicación inmediata. De surgir y alimentarse el anillo de los escritos de la Primera Edad pasamos a tener un Silmarillion alimentado por la Tercera Edad.

 

[CT, 182: ‘ahora, si se me permite, publicaré las partes de la gran historia que se escribieron primero... y que se rechazaron. Pero el éxito (para mí muy sorprendente) de El Señor de los Anillos posiblemente será causa de que ese rechazo se reconsidere’. ]

 

[CT, 204; ‘en El Silmarillion parte de El Señor de los Anillos tiene que escribirse retrospectivamente para que ambos resulten coherentes’ ] .

 

Como quizá el propio Tolkien imaginaba -o temía- El Señor de los Anillos acabó comiéndose a El Silmarillion, en todos los sentidos. Así las generaciones que leyeron y se entusiasmaron con El Hobbit y El Señor de los Anillos antes de que se publicara El Silmarillion llegaron tras una larga espera a éste con unas expectativas literarias insostenibles y, digamoslo así, con unos vicios de lector consentido que quizá hicieron, en parte al menos, a El Silmarillion un ‘tocho infumable’ con el que poca gente pudo. Desgraciadamente, los que, como yo, estuvieron en condiciones de leer los libros en el orden que Tolkien creía conveniente, en un 99,9% de casos no lo hicieron así, y siguieron el mismo íter de la publicación, H-SA-S. Esto es, ni el orden de creación, ni el histórico-literario. En qué modo vicia esto la comprensión de el ‘corpus tolkieniano’ es algo difícil de saber, puesto que quizá, al contrario de lo que creía su autor, sea más fácil entrar a la Primera Edad habiendo pasado por la Tercera.

 

Y del mismo modo no sería justo ignorar que sin esas obras de ‘iniciación’, ni El Silmarillion se hubiera publicado ni, quizá, nos hubiéramos enamorado de la Tierra Media. Yo, por más que he buscado gente a la que convencer para este experimento de lectura cronológica nunca lo he conseguido.

 

Así lo veía el autor:

 

[CT 191, 296; 26 julio 1956: ‘He sido obligado a publicar cabeza para abajo o de atrás para adelante; y después del gran tumulto (y el fin del Mal visiblemente encarnado) antes del Dominio de los Hombres (o simplemente la Historia) a lo cual todo conducía, los mitos y las leyendas de los Elfos de los Días Antiguos no serán del todo lo mismo. Aunque quizá finalmente leídas desde el principio hasta el fin en el orden debido, ambas partes ganen. No estoy escribiendo El Silmarillion, que fue escrito hace mucho tiempo, sino intentando hallar un modo y un orden para hacer publicables las leyendas y los anales’.]

 

Veamos ahora ese Silmarillion post Señor de los Anillos, que según Tolkien ya estaba escrito y sólo faltaba ordenar y publicar.

 

 

IX- Later Quenta Silmarillion II

 

No es hasta aproximadamente 1958 cuando Tolkien de nuevo retoma el trabajo: Later Quenta II Pero esta vez hubo importantes cambios que permiten a Christopher Tolkien definir una fase distinta en la concepción de El Silmarillion. La nueva fase nacía de un deseo de ‘remodelar’ toda la obra para su verdadera publicación.

 

1)- Como consecuencia adoptó un nuevo y mucho más completo modo de narración en el que se expandieran las todavía muy condensadas formas que se retrotraían (a través del Qenta Noldorinwa y Quenta Silmarillion) hasta el Esbozo de la Mitología de 1926 que había realizado un breve resumen de la amplitud de Los Cuentos Perdidos. En su revisión los primeros capítulos de El Silmarillion, hasta el ocultamiento de Valinor, tuvieron un gran desarrollo que prácticamente duplicó el número de capítulos. Y el que era hasta entonces primer capítulo de El Silmarillion pasó a ser una obra de cierta independencia: El Valaquenta.

 

2)- Esta segunda fase de consideración de El Silmarillion estaba muy relacionada con muchos otros escritos de naturaleza especulativa, que merecen consideración aparte. Mientras reescribía los primeros capítulos se topó con un problema que desarrolló en escritos exteriores a el propio Silmarillion: ‘La Historia de Finwe y Míriel’. Esto desvió esa segunda fase hacia ensayos acerca del matrimonio de los Elfos, la dación y adopción de nombres, la separación del matrimonio y el estatuto especial de Finwe, su muerte y reencarnación… Y así la que por la entidad narrativa iba a ser una reescritura, más que una simple revisión, quedó abortada casi en su inicio.

 

Estos dos rasgos característicos de esta última fase de El Silmarillion derivan a mi juicio de la influencia de El Señor de los Anillos. Da la impresión de que Tolkien, como sus lectores, quiso en cierto modo hacer partícipe a El Silmarillion de los más importantes rasgos de El Señor de los Anillos: por un lado una forma narrativa más completa en lo que era (más bien podría ser o haber sido) la respuesta (parcial, eso sí) a las inquietudes que acerca del modo de presentación de El Silmarillion se venía haciendo (reflejadas  en las cartas y en el prólogo a El Libro de los Cuentos Perdidos de Christopher Tolkien) y, por otro lado, una coherencia no sólo externa sino relativa a los postulados filosóficos, cosmogónicos y teológicos que fundaban su obra. La finalidad, seguramente, era una exagerada búsqueda de credibilidad en su obra literaria, cosa que tanto se había admirado en El Señor de los Anillos. A ello le animaban las múltiples cartas de lectores que le pedían aclaraciones sobre puntos oscuros de su obra. Es imposible tratar de exponer todas esas reflexiones, Tolkien se planteó grandes problemas acerca de la la naturaleza de Aman. También trató la Caída de los Hombres y el período de su historia inicial; y el origen de los Orcos y su condición de seres irredimibles o no (tema que ya han expuesto Glorfindel y Azaghâl); y sobre todo, el poder y significación de Melkor-Morgoth, que fue aumentado hasta ser la base y fuente de la corrupción de Arda’ (MR, prefacio, pág. x) y muy especialmente el mito de la luz, en el que volcó líneas revisorias que pudieron haber acabado con El Silmarillion. Esto supone un cambio muy importante también en la concepción entera del legendario, y creo que son estas convicciones, que tienen su apogeo entre 1.955 y 1.960, lo que causó parcialmente el retraso en la preparación de El Silmarillion de cara a su edición. Afortunadamente estas ideas (las más destructivas), fueron descartadas u olvidadas, o al menos dejadas pudorosamente de lado. Pero no es menos cierto que El Silmarillion se resintió mucho de este período.

 

Es de destacar que en esta fase post-SA también tenemos Anales tanto de Aman como de Beleriand, y que la parte final de estos últimos fue muy usada en El Silmarillion publicado, a pesar de que terminaban también con la muerte de Túrin. Pero en este caso sí hay una interesante continuación que se traspapeló (por decir algo). En ésta tenemos el punto que iba a ser puente entre el final de la historia de Túrin y la Ruina de Doriath, como al final lo fue en El Silmarillion, y es la magnífica historia de ‘las Andanzas de Húrin’, que cubre casi 40 páginas y fue resumido en El Silmarillion en 4. Tolkien no avanzó nunca más allá de la tumba de Morwen (bueno, en realidad, sí lo hizo, pero no tras El Señor de los Anillos, y tampoco es exacto, en fin, espero poder comentarlo más ampliamente en un futuro próximo).

 

Es difícil hablar con coherencia de El Silmarillion con posterioridad a El Señor de los Anillos, principalmente porque nunca hubo tal. Da la impresión de que nunca encontró el rumbo correcto para la nave principal de su obra, limitándose a picotear en asuntos menores. Así son hijos de esta época la mayoría de Los Cuentos Inconclusos (volcados en su mayoría a explicar temas de El Señor de los Anillos) y otros textos narrativos del estilo, de cierta calidad narrativa pero poca ambición editorial. Así parece que poco a poco se fue diluyendo la búsqueda de El Silmarillion, a la que había dedicado la mayor parte de su vida.

 

No me parece justo de todas formas achacar a las cartas de los lectores o a las idas y venidas sobre el sexo de los Valar el fracaso de El Silmarillion. Yo veo claro un agotamiento narrativo después de ‘dar a luz’ El Señor de los Anillos, y de tal entidad que siempre me recuerda a Fëanor: ‘para los pequeños, como para los mayores, hay siempre algo que sólo pueden hacer una vez; y luego el corazón ha de reposar’. Creo que desde entonces no escribió nada de la suficiente entidad narrativa, con la sola (y muy significativa a este respecto) excepción de El Herrero de Wootom Mayor.

 

 

X- El Silmarillion de Christopher Tolkien:

 

Es en cierto modo lógico que Christopher Tolkien se decantara al final por un Silmarillion muy neutral, que no tocara ni tomara parte en los asuntos más polémicos o inseguros o simplemente difíciles de articular en una obra tan poéticamente correcta, nacida bajo la sombra intimidatoria, literariamente hablando, del todopoderoso El Señor de los Anillos. Entre estos fragmentos desterrados tenemos toda mención sobre Ælfwine-Eriol, que era supuestamente el origen de todos los cuentos, la vía de transmisión de la sabiduría élfica a los hombres de nuestra época. Por supuesto, también obvió toda mención que relacionara las leyendas élficas con el Pueblo Inglés, ahogando así el motor original del ‘legendario’ tolkienista. Y el final de la mitología, la Segunda Profecía de Mandos sobre la Dagor Dagorath, perfectamente descrita en los escritos de Tolkien, pero que Christopher Tolkien, quien sabe si por indecisión, dejó fuera de El Silmarillion publicado. Yo personalmente no he encontrado razón suficientemente convincente para dejar de lado lo que era el punto final de los escritos, teniendo como tiene más soporte en escritos de Tolkien que otras partes de El Silmarillion publicado.

 

Visto lo visto podemos ya hacernos una idea inicial de los materiales con que contaba Christopher Tolkien a la hora de realizar El Silmarillion. Y siendo objetivos debemos reconocer que su labor no era fácil en absoluto (de hecho superó a su propio autor). Tras de sí tenía más de 3000 páginas que reordenar, y debía recoger en un sólo texto (o no) escritos que se remontaban hasta 1930 y más, en especial en lo tocante a los últimos capítulos. Pero teniendo en cuenta este mérito no por ello podemos dejar de notar que ahora el debate sobre El Silmarillion se ha reabierto, y tenemos la información suficiente para poder analizar el trabajo de Christopher Tolkien. No está claro cómo debía ser la obra, qué finalidades debía cumplir; qué forma: si ser un mero resumen o una narración; si debía ser presentada como se hizo, sin explicación alguna referente a su origen y transmisión; si debía haber ignorado fragmentos que ahora se nos presentan (o al menos a mí) como partes importantes de la obra; en fin, temas muy interesantes para los que aquí no hay espacio, pero que en otro lugar me gustará poder analizar a fondo. De momento baste esta aproximación formal a El Silmarillion como obra que fue desarrollándose a lo largo de casi 60 años, apuntando sólo toda la polémica que desde sus orígenes viene arrastrando esta obra, sobre la que tanto se ha dicho y que ahora puede enfrentarse con garantías y argumentos fundados; así sea.

 

 

 

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