Una Descripción de la Isla de Númenor

 

El relato de la Isla de Númenor que aquí sigue esta sacado de descripciones y mapas simples que hace mucho fueron conservados en los archivos de los Reyes de Gondor. Estos representan la verdad, pero solo una pequeña parte de todo lo que fue una vez escrito, puesto que muchas historias naturales y geografías fueron compuestas por los hombres cultos de Númenor; pero estos, como casi todo lo demás de las artes y la ciencia de Númenor en su marea alta, desaparecieron en el Hundimiento.

Aún tales documentos que fueron conservados en Gondor, o en Imladris (donde al cuidado de Elrond fueron depositados los tesoros supervivientes de los reyes Númenóreanos del Norte) sufrieron la pérdida y la destrucción por la negligencia. Ya que aunque los sobrevivientes de la Tierra media 'anhelaran', como ellos dijeron, a causa de la Akallabêth, la Caída, y nunca aún después de mucho años dejaron de considerarse como una especie de exiliados, cuando se hizo claro que la Tierra Regalada había caído y que Númenor había desaparecido para siempre, todos excepto unos pocos consideraba el estudio de lo que había sido abandonado de su historia como infructuoso, produciendo sólo el pesar inútil. La historia de Ar-Pharazôn y su armada impía era todo lo que permaneció generalmente sabido en los años posteriores.

La tierra de Númenor parecía a grandes rasgos una estrella de cinco puntos, o pentágono, con una parte central de unas doscientas cincuenta millas a través, al norte, sur, este y oeste, de los cuales se extendían cinco amplios promontorios peninsulares. Estos promontorios fueron considerados como regiones separadas, y ellos fueron llamados Forostar (el Norte), Andustar (las tierras del oeste), Hyarnustar (las tierras del Suroeste), Hyarrostar (las tierras del Sureste), y Orrostar (las tierras del este). Llamaron a la parte central Mittalmar (tierra adentro), y esta no tenía ninguna costa, excepto la tierra sobre Rómenna y el principal de sus estuarios. Una pequeña parte de Mittalmar estaba, sin embargo, separada del resto, y se llamaba Arandor, la tierra real. En Arandor estaban los puertos de Rómenna, el Meneltarma, y Armenelos, la Ciudad de los Reyes; y esta fue en todo momento la región más populosa de Númenor.

El Mittalmar estaba levantado sobre los promontorios (sin considerar la altura de sus montañas y colinas); esta era una región de prados y bajas pendientes, y pocos árboles crecían allí. Cerca del centro de el Mittalmar estaba de pie la alta montaña llamada Meneltarma, el Pilar de los Cielos, consagrado para la adoración de Eru Ilúvatar. Aunque las pendientes inferiores de la montaña fueran apacibles y cubiertas por hierba, se convertía en algo empinada, y hacia la cumbre esta no podía ser escalada; pero un camino tortuoso en espiral fue hecho sobre ella, comenzando en su pie sobre el sur, y terminando debajo de el borde de la cumbre sobre el norte. Ya que la cumbre era algo aplanada y deprimida, y podía contener una gran multitud; pero esta permaneció intacta de manos a través de la historia de Númenor. Ningún edificio, ningún altar levantado, ni un montón de piedras desnudadas, alguna vez estuvo de pie allí; y ninguna otra semejanza de un templo los Numenóreanos poseyeron en todos los días de su privilegio, hasta la llegada Sauron. Allí ningún instrumento o arma jamás fue llevado; y allí ninguno podía decir ninguna palabra, salvar sólo el Rey. Tres veces sólo en cada año el Rey hablaba, ofreciéndole la súplica para el próximo año en el Erukyermë en los primeros días de la primavera, la adoración de Eru Ilúvatar en el Erulaitalë en pleno verano, y la acción de gracias en el Eruhantalë al final del otoño. En estas veces el Rey ascendía a la montaña a pie seguido por una gran confluencia de gente, vestido de blanco y enguirnaldado, pero en silencioso. En otras ocasiones la gente era libre de subir a la cumbre sola o en compañía; pero se dice que el silencio era tan grande que para un forastero ignorante de Númenor y toda su historia, si él fuera transportado allí, no habría desafiado hablar en voz alta. Ningún pájaro nunca va a  allí, salvo sólo las águilas. Si alguien se acercaba a la cumbre, inmediatamente tres águilas aparecerían y tiraban tres rocas cerca del borde occidental; pero en el momento de las Tres Plegarias ellas no descendían, permanecían en el cielo y revoloteando encima de la gente. Los llamaban los Testigos de Manwë, y ellos, como se creía, fueron enviadas por él de Aman para mantener la vigilia sobre la Montaña Sagrada y sobre toda la tierra.

La base del Meneltarma se inclinaba suavemente en el plano circundante, pero este se extendía, después en la forma de raíces, cinco largas cordilleras bajas visibles en la dirección de los cinco promontorios de la tierra; y estos fueron llamados Tarmasundar, las Raíces del Pilar. A lo largo de la cresta de la cordillera del sudoeste el camino que sube se acerca a la montaña; y entre esta cordillera y el sudeste la tierra disminuye en un valle bajo. Este fue llamado Noirinan, el Valle de las Tumbas; ya que sus cámaras delanteras habían sido cortadas en la roca en la base de la montaña, en la que estaban las tumbas de los Reyes y las Reinas de Númenor.

Pero principalmente Mittalmar era una región de pastos. En el sudoeste allí habían bajadas ondulantes de hierba; y allí, en el Emerië, era la región principal de los Pastores.

El Forostar era la parte menos fértil; pedregosa, con pocos árboles, salvo esta sobre las cuestas del oeste de los altos paramos cubiertos de brezo allí había bosques de abetos y pinos. Hacia el Norte el Cabo de la tierra se elevaba a alturas rocosas, y allí el gran Sorontil se elevaba escarpado desde el mar en rocas enormes. Allí estaba la morada de muchas águilas; y en esta región Tar-Meneldur Elentirmo construyo una torre, en la cual él podía observar el movimiento de las estrellas.

El Andustar era también rocoso en sus partes del norte, con leña alta que mira sobre el mar. Tres pequeñas bahías, guarneciendo el oeste, cortaban la espalda de las tierras altas; pero había rocas en muchos sitios no solo en el borde del mar, y había una tierra inclinada a sus pies. La principal del norte fue llamada la Bahía de Andúnië, puesto que estaba el gran puerto de Andúnië (la Puesta del sol), con su ciudad al lado de la orilla y muchas otras viviendas que suben sobre las cuestas escarpadas de detrás. Pero la mayor parte del sur del Andustar era fértil, y allí también había grandes bosques, de abedules y de hayas sobre la tierra superior, y en los valles inferiores de robles y olmos. Entre los promontorios del Andustar y el Hyarnustar había una gran Bahía a la cual llamaron Eldanna, porque estaba enfrente de Eressëa; y las tierras sobre ella, están abrigadas al norte y abiertas a los mares occidentales, eran calientes, y allí lluvias feroces la mayor parte del tiempo. En el centro de la Bahía de Eldanna estaba el más hermoso de todos los puertos de Númenor, Eldalondë el Verde; y aquí en los días más antiguos los barcos rápidos blancos de los Eldar de Eressëa venían muy a menudo.

Sobre todo aquel lugar, encima hacia las cuestas del mar y lejos de la tierra, crecían árboles de hoja perenne y fragantes que ellos trajeron del Oeste, y así prosperaron allí a esto los Eldar dijeron que casi era honradamente como un puerto en Eressëa. Ellos eran el mayor deleite en Númenor, y ellos fueron recordados en muchas canciones mucho después de que hubieran perecido para siempre, puesto que poco florecía al este de la Tierra de Regalada: oiolarë y lairelossë, nessamelda, vardarianna, taniquelassë y yavannamirë con sus frutas rojas. La flor, hoja y corteza de aquellos árboles rezumaba olores dulces, y todo este país estaba lleno de fragancias mezcladas; por lo tanto fueron llamados Nísimaldar, los Árboles Fragantes. Muchos de ellos fueron plantados y crecían, aunque bastantes menos abundantes, en otras regiones de Númenor; pero sólo aquí crecía el poderoso árbol dorado malinornë, alcanzando después de cinco siglos una altura escasa menos que este alcanzó en Eressëa mismo. Su corteza era de plata y lisa, y sus ramas algo hacía arriba de la misma manera que las de la haya; pero nunca creció salvo con un tronco solo. Sus hojas, como las de la haya pero mayor, eran verdes pálido por encima y por abajo eran de plata, resplandeciendo con el sol; en otoño ellas no se caían, pero se tornaban de un pálido dorado. En la primavera producía una flor dorada en racimos como un cerezo, que florecía sobre todo en verano; y en cuanto las flores se abrían las hojas caían al suelo, así que a lo largo de la primavera y el verano una arboleda de malinorni era alfombrada y cubierta con oro, pero sus pilares eran de plata gris [1]. Su fruta era una nuez con un esquisto de plata; y algunos fueron dados como un regalo por Tar-Aldarion, el sexto Rey de Númenor, a el rey Gil-galad de Lindon. Ellos no echaron raíces en aquella tierra; pero Gil-galad dio algunos a su parienta Galadriel, y bajo su poder ellos crecieron y prosperaron en la tierra jardín de Lothlórien al lado del río Anduin, hasta que los Altos Elfos de la Tierra media por fin la abandonaron; pero ellos no alcanzaron la altura o el contorno de los grandes surcos de Númenor.

El río Nunduinë fluía hasta el mar en Eldalondë, y sobre su transcurso hace el pequeño lago de Nísinen, que fue así llamado por la abundancia de arbustos perfumados y flores que crecían sobre sus orillas.

El Hyarnustar era en su parte occidental una región montañosa, con grandes rocas sobre las costas occidentales y del sur; pero hacia el este había grandes viñedos en la tierra caliente y fértil. Los promontorios del Hyarnustar y el Hyarrostar estaban extendidos ampliamente aparte, y sobre aquellas largas orillas del mar y tierra llegaban gentilmente juntos, como en ninguna otra manera en Númenor. Aquí fluía hacía abajo el Siril, el río principal de la tierra (pero todos los otros, salvo el Nunduinë en el oeste, eran torrentes cortos y rápidos que se apresuran al mar), este se eleva en saltos bajo el Meneltarma, en el valle de Noirinan, y el atraviesa corriendo el Mittalmar hacia el sur convirtiéndose en su curso inferior en una corriente lenta y tortuosa. Este vertía por fin en el mar entre amplios pantanos y planicies con cañas, y muchas pequeñas bocas encontraban sus cursos  cambiantes a través de la gran playa gris; Puesto que muchas millas a ambos lados eran amplias playas blancas y guijarros grises, y aquí la mayor parte de los pescadores vivía, en pueblos sobre las mesnadas entre los pantanos y lagunas, el jefe de ellos era Nindamos.

En el Hyarrostar crecían en abundancia muchas clases de árboles, y entre ellos el laurinquë el cual le encantaba a la gente por sus flores, ya que ellas no tenían ningún otro empleo. Este nombre se le dio debido a que de sus largos racimos colgaban muchas flores amarillas; y algunos quienes habían tenido noticias de los Eldar de Laurelin, el Árbol Dorado de Valinor, creían que este venía de aquel gran Árbol, la semilla dada allí por los Eldar; pero esto no era así. Desde los días de Tar-Aldarion había grandes plantaciones en el Hyarrostar para la madera utilizada en la construcción de barcos.

El Orrostar era una tierra muy fría, pero estaba protegida de los vientos fríos del nordeste por las tierras altas que se elevaban hacia el final del promontorio; y en las regiones interiores del Orrostar mucho grano había cultivado, sobre todo en aquellas partes cerca de la frontera de Arandor.

La tierra entera de Númenor fue así hecha como sí la hubieran empujado hacia arriba fuera del mar, pero inclinada hacia el sur y un poco hacia el este; y salvo el sur la tierra en casi todos los sitios caía hacia el mar en rocas escarpadas. En Númenor los pájaros que moran cerca del mar, y nadan o se zambullen en ella, moraban en multitudes más allá de el cálculo. Los marineros dijeron que estas eran ciegas, ellos sabían que su barco se acercaba a Númenor debido al gran clamor de los pájaros de la orilla; y cuando algún barco se acercaba las aves marinas de tierra en grandes multitudes surgían y volaban encima de ellos en bienvenida y alegría, ya que ellas nunca habían sido muertas o molestadas con intención. Algunas acompañaban a los barcos en sus viajes, también a los que iban a la Tierra media. De la misma manera en las tierras de Númenor los pájaros eran más allá del recuento, desde el kirinki que no era más grande que los carrizos, pero todo escarlata, con voces agudas para la agudeza del oído humano, a las grandes águilas que eran mantenidas sagradas a Manwë, y nunca afligidas, antes de los días del mal y el odio de los Valar comenzara. Durante dos mil años, desde los días de Elros Tar-Minyatur hasta el tiempo de Tar-Ancalimon hijo de Tar-Atanamir, había una aguilera en la cumbre de la torre del palacio del Rey en Armenelos; y allí un par alguna vez moró y vivió sobre la generosidad del Rey.

En Númenor todos viajaban de un lado a otro a caballo; ya que a la equitación los Númenóreanos, ambos hombres y mujeres, le tomaron placer, y toda la gente de la tierra amaba a los caballos, tratándolos honorablemente y alojándolos noblemente. Ellos habían sido entrenados para oír y responder a las llamadas desde una gran distancia, y esto es dicho en los viejos cuentos que había gran amor entre hombres y mujeres y sus corceles favoritos ellos podían ser llamados en la necesidad por el solo pensamiento. Por lo tanto los caminos de Númenor eran principalmente desempedrados, hechos y tendidos para ir en monturas, ya que las carrozas y carruajes eran poco usados en los siglos más antiguos, y cargas pesadas fueron llevadas por mar. El principal y más antiguo camino, conveniente para ruedas, corría desde el puerto más grande, Rómenna en al este, a la ciudad real de Armenelos, y desde ahí sobre el Valle de las Tumbas y el Meneltarma; y este camino antiguo había sido ampliado hasta Ondosto dentro de las fronteras del Forostar, y desde allí hasta Andúnië en el oeste. A lo largo de el pasaban pedruscos traídos de las tierras del Norte que eran más estimados para la construcción, y la madera de la cual las tierras del oeste eran ricas.

Los Edain trajeron con ellos a Númenor el conocimiento de muchas artesanías, y muchos artesanos quienes habían aprendido de los Eldar, además de la conservación de la ciencia y las tradiciones propias. Pero ellos pudieron traer con ellos pocos materiales, salvo los instrumentos de su artesanía; y durante mucho tiempo todos los metales en Númenor fueron metales preciosos. Ellos trajeron con ellos muchos tesoros de oro y plata, y gemas también; pero ellos no encontraron estas cosas en Númenor. Ellos los amaron por su belleza, y este amor fue lo que primero despertó en ellos la codicia, en días posteriores cuando ellos cayeron bajo la Sombra y se hicieron orgullosos e injustos en sus transacciones con las gentes menores de la Tierra media. De los Elfos de Eressëa los días de su amistad ellos tenían de vez en cuando regalos de oro y plata y joyas; pero tales cosas eran raras y se apreciaban en todos los siglos más antiguos, antes de que el poder de los Reyes se hubiera extendido a las costas del Este.

Algunos metales que ellos encontraron en Númenor, y como su astucia en la minería, en la fundición y herrería rápidamente creció en las cosas del hierro y el cobre haciéndose común. Entre los artesanos de los Edain fueron herreros de armas, y ellos tenían la enseñanza de los Noldor adquiriendo gran habilidad en la forja de espadas, de cabezas de hacha, y de puntas de lanza y cuchillos. Las espadas que el Gremio de herreros de Arma todavía hacía, para la preservación del arte, pensaron que la mayor parte de su trabajo había pasado sobre la formación de instrumentos para los empleos en tiempos de paz. El Rey y la mayor parte de los grandes capitanes poseían espadas como herencias de familia de sus padres; [2] y de vez en cuando ellos todavía darían una espada como regalo para sus herederos. Una espada nueva fue hecha para el Heredero del Rey para dársela en el día en el cual su título fuera otorgado. Pero ningún hombre llevaba una espada en Númenor, y durante muchos años pocas en verdad fueron las armas de intención bélica que hubieran sido hechas en la tierra. Las hachas, lanzas y los arcos que ellos tenían, y tirar con arco a pie y a caballo fue un deporte principal y el pasatiempo de los Númenóreanos. En días posteriores, en las guerras de la Tierra media, estos fueron los arcos de los Númenóreanos que fueron los más temidos. 'Los Hombres del Mar', esto fue dicho, 'envían antes de ellos una gran nube, como una lluvia envuelta en serpentines, o un granizo negro volcado con acero'; y en aquel tiempo las grandes cohortes de los Arqueros del Rey usaron arcos hechos de acero hueco, con flechas negras con plumas llenas de muchos puntos para hacer una muesca.

 


Notas

1: Esta descripción del mallorn es muy parecida a aquella dada por Legolas a sus compañeros cuando ellos se acercaban a Lothlórien (la Compañía del anillo II 6).

2: La espada del Rey era de verdad Aranrúth, la espada de Elu Thingol de Doriath en Beleriand, que había llegado a Elros de Elwing su madre. Otras herencias de familia que allí estaban: el anillo de Barahir; la gran Hacha de Tuor, padre de Eärendil; y el arco de Bregor de la Casa de Bëor. Sólo el anillo de Barahir padre de Beren únicamente sobrevivió a la Caída; ya que el fue dado por Tar-Elendil a su hija Silmarien y fue conservado en la Casa de los Señores de Andúnië, de quien el último fue Elendil el Fiel quien escapó del hundimiento de Númenor a la Tierra media.

 

Proporcionado por Enrique