Poemas y canciones de El señor de los anillos

 

 

 

Tres Anillos para los Reyes Elfos bajo el cielo.

Siete para los Señores Enanos en palacios de piedra.

Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir.

Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro

en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.

Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,

un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas

en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.

 

*

 

El camino sigue y sigue

desde la puerta.

El camino ha ido muy lejos,

y si es posible he de seguirlo

recorriéndolo con pie decidido

hasta llegar a un camino más ancho

donde se encuentran senderos y cursos.

¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.

 

*

 

El camino sigue y sigue

desde la puerta.

El camino ha ido muy lejos,

y si es posible he de seguirlo

recorriéndolo con pie fatigado

hasta llegar a un camino más ancho

donde se encuentran senderos y cursos.

¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.

 

*

 

En el hogar el fuego es rojo,

y bajo techo hay una cama;

pero los pies no están cansados todavía,

y quizás aún encontremos detrás del recodo

un árbol repentino o una roca empinada

que nadie ha visto sino nosotros.

 

Árbol y flor y brizna y pasto,

¡que pasen, que pasen!

Colina y agua bajo el cielo,

¡pasemos, pasemos!

 

Aun detrás del recodo quizá todavía esperen

un camino nuevo o una puerta secreta,

y aunque hoy pasemos de largo

y tomemos los senderos ocultos que corren

hacia la luna o hacia el sol

quizá mañana aquí volvamos.

 

Manzana, espino, nuez y ciruela

¡que se pierdan, se pierdan!

Arena y piedra y estanque y cañada,

¡adiós, adiós!

 

La casa atrás, delante el mundo,

y muchas sendas que recorrer,

hacia el filo sombrío del horizonte

y la noche estrellada.

Luego el mundo atrás y la casa delante;

volvemos a la casa y a la cama.

 

Niebla y crepúsculo, nubes y sombra,

se borrarán, se borrarán.

Lámpara y fuego, y pan y carne,

¡y luego a cama, y luego a cama!

 

*

 

¡Blancanieves! ¡Blancanieves! ¡Oh, dama clara!

¡Reina de más allá de los mares del Oeste!

¡Oh Luz para nosotros, peregrinos

en un mundo de árboles entrelazados!

 

¡Gilthoniel! ¡Oh Elbereth!

Es clara tu mirada y brillante tu aliento.

¡Blancanieves! ¡Blancanieves! Te cantamos

en una tierra lejana más allá del mar.

 

Oh estrellas que en un año sin sol

ella sembró con luminosa mano,

en campos borrascosos, ahora brillante y claro

vemos tu capullo de plata esparcido en el viento.

 

¡Oh Elbereth! ¡Gilthoniel!

Recordamos aún, nosotros que habitamos

en esta tierra lejana bajo los árboles,

tu luz estelar sobre los mares del Oeste.

 

*

 

¡Ho! ¡Ho! ¡Ho! A la botella acudo

para curar el corazón y ahogar las penas.

La lluvia puede caer, el viento puede soplar

y aún tengo que recorrer muchas millas,

pero me acostaré al pie de un árbol alto

y dejaré que las nubes naveguen en el cielo.

 

*

 

¡Oh, el baño a la caída de la tarde,

que quita el barro del cansancio!

Tonto es aquel que ahora no canta.

¡Oh, el agua caliente, qué bendición!

 

Oh, dulce es el sonido de la lluvia que cae

y del arroyo que baja de la colina al valle,

pero mejor que la lluvia y los arroyos rizados

es el agua caliente humeando en la tina.

 

Oh, el agua fresca, échala si quieres

en una garganta abrasada y complácete,

pero mejor es la cerveza si hay ganas de beber,

y el agua caliente que corre por la espalda.

 

¡Oh, es hermosa el agua que salta hacia arriba

en una fuente blanca bajo el cielo,

pero no ha habido nunca un sonido más dulce

que mis pies chapoteando en el agua caliente!

 

*

 

Adiós les decirnos al hogar y a la sala.

Aunque sople el viento y caiga la lluvia

hemos de partir antes que amanezca,

lejos, por el bosque y la montaña alta.

 

Rivendel, donde los elfos habitan aún,

en claros al pie de las nieblas del monte,

cruzando páramos y eriales iremos de prisa

y de allí no sabemos a dónde.

 

Delante el enemigo y detrás el terror,

dormiremos bajo el dosel del cielo,

hasta que al fin se acaben las penurias,

el viaje termine y la misión concluya.

 

¡Hay que partir, hay que partir!

¡Saldremos a caballo antes que amanezca!

 

*

 

Oh, vagabundos de la tierra en sombras,

no desesperéis. Pues aunque oscuros se alcen

todos los bosques terminarán al fin

viendo pasar el sol descubierto:

el sol poniente, el sol naciente,

el fin del día y el principio del día.

Al este o al oeste, los bosques acabarán.

 

*

 

¡Hola, dol! ¡Feliz, dol! ¡Toca un don diló!

¡Toca un don! ¡Salta! ¡Sauce del fal lo!

¡Tom Bom, alegre Tom, Tom Bombadillo!

 ¡Hola, ven alegre dol, querida derry dol! 

Ligeros son el viento y el alado estornino.

Allá abajo al pie de la colina, brillando al sol,

esperando a la puerta la luz de las estrellas,

está mi hermosa dama, hija de la dama del río,

delgada como vara de sauce, clara como el agua.

El viejo Tom Bombadil trayendo lirios de agua

vuelve saltando a casa. ¿Lo oyes cómo canta?

¡Hola, ven alegre dol, derry dol, alegre oh,

Baya de Oro, Baya de Oro, alegre baya amarilla.

Pobre viejo Hombre-Sauce, ¡retira tus raíces! 

Tom tiene prisa ahora.  La noche sucede al día.

Tom vuelve de nuevo trayendo lirios de agua.

¡Hola, ven derry dol! ¿Me oyes cómo canto?

 

*

 

¡Saltad, amiguitos, a lo largo del Tornasauce! 

Tom va adelante a encender las velas.

El sol se oculta pronto marcharéis a ciegas.

Cuando caiga la noche, las puertas se abrirán,

y en las ventanas brillará una luz amarilla.

No tengáis miedo ni de alisos ni de sauces,

ni de raíces ni de ramas.  Tom va adelante.

¡Hola, ahora, alegre dol! ¡Bien venidos a casa!

 

*

 

¡Hola, venid, alegre dol! ¡Bravos míos, saltad!

¡Hobbits, poneys, y todos, a la fiesta!

¡Que la alegría empiece! ¡Cantemos todos juntos! 

¡Que los cantos empiecen!  Cantemos todos juntos,

el sol y las estrellas, la luna, las nubes y la lluvia,

la luz en los capullos, el rocío en la pluma,

el viento en la colina, la campana en los brezos,

las cañas en la orilla, los lirios en el agua,

¡el viejo Tom Bombadil y la Hija del Río!

 

*

 

¡Oh delgada como vara de sauce!

¡Oh más clara que el agua clara!

¡Oh junco a orillas del estanque! ¡Hermosa Hija del Río!

¡Oh tiempo de primavera y tiempo de verano, y otra vez primavera!

¡Oh viento en la cascada y risa entre las hojas!

 

*

 

El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo,

de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos.

 

*

 

Yo tenía allí una misión: recoger lirios de agua,

hojas verdes y lirios blancos para complacer a mi hermosa dama,

los últimos del año y preservarlos así del invierno,

para que florezcan a sus pies antes que las nieves se fundan.

Todos los años al fin del verano los busco para ella,

en una laguna profunda y clara, lejos bajando por el río;

allí se abren los primeros en primavera y allí duran más.

junto a esa laguna encontré hace tiempo a la Hija del Río,

la hermosa y joven Baya de Oro, sentada entre los juncos,

cantando dulcemente, y el corazón le golpeaba. 

      Tom abrió los ojos y miró a los hobbits con un repentino centelleo azul. 

Y esto fue bueno para vosotros, pues ahora no volveré

a descender a lo largo de las aguas del bosque,

mientras el año sea viejo.  Ni pasaré otra vez

junto a la casa del viejo Hombre-Sauce

antes de la gozosa primavera, cuando la Hija del Río

baje bailando entre los mimbres a bañarse en el agua.

 

*

 

¡Oh, Tom Bombadil, Tom Bombadilló!

Por el agua y el bosque y la colina, las cañas y el sauce,

por el fuego y el sol y la luna, ¡escucha ahora y óyenos!

¡Ven, Tom Bombadil, pues nuestro apuro está muy cerca!

 

*

 

Que se te enfríen las manos, el corazón y los huesos,

que se te enfríe el sueño bajo la piedra:

que no despiertes nunca en el lecho de piedra,

hasta que el Sol se apague y la Luna muera.

 

En el oscuro viento morirán las estrellas,

y que en el oro todavía descanses

hasta que el señor oscuro alce la mano

sobre el océano muerto y la tierra reseca.

 

*

 

¡Oh, Tom Bombadil, Tom Bombadilló!

   Por el agua y el bosque y la colina, las cañas y el sauce,

   por el fuego y el sol y la luna, ¡escucha ahora y óyenos!

   ¡Ven, Tom Bombadil, pues nuestro apuro está muy cerca!

 

*

 

El viejo Tom Bombadil es un sujeto sencillo,

de chaqueta azul brillante y zapatos amarillos.

Nadie lo ha atrapado nunca, Tom Bombadil es el amo:

sus canciones son más fuertes, y sus pasos son más rápidos.

 

*

 

¡Fuera, viejo Tumulario! ¡Desaparece a la luz!

¡Encógete como la niebla fría, llora como el viento

en las tierras estériles, más allá de los montes!

¡No regreses aquí! ¡Deja vacío el túmulo!

Perdido y olvidado, más sombrío que la sombra,

quédate donde las puertas están cerradas para siempre,

hasta los tiempos de un mundo mejor.

 

*

 

¡Despertad ahora, mis felices muchachos! ¡Despertad y oíd mi llamada!

¡Que el calor de la vida vuelva a los corazones y a los miembros! 

La puerta oscura no se cierra; la mano muerta se ha quebrado.

La noche huyó bajo la Noche, ¡y el Portal está abierto!

 

*

 

¡Eh, ahora! ¡Ven, ahora! ¿Por dónde vas ahora?

¿Arriba, abajo, cerca, lejos, aquí, allí, o más allá?

¡Oreja-Fina, Nariz-Aguda, Cola-Viva y Rocino,

mi amigo Medias Blancas, mi Gordo Terronillo!

 

*

 

Las tierras de Tom terminan aquí; no traspasará las fronteras.

Tiene que ocuparse de su casa, ¡y Baya de Oro está esperando!

 

*

 

Hay una posada, una vieja y alegre posada

al pie de una vieja colina gris,

y allí preparan una cerveza tan oscura

que una noche bajó a beberla

el Hombre de la Luna.

 

El palafrenero tiene un gato borracho

que toca un violín de cinco cuerdas;

y el arco se mueve bajando y subiendo,

arriba rechinando, abajo ronroneando,

y serruchando en el medio.

El posadero tiene un perrito

que es muy aficionado a las bromas;

y cuando en los huéspedes hay alegría,

levanta una oreja a todos los chistes

y se muere de risa.

 

Ellos tienen también una vaca cornuda

orgullosa como una reina;

la música la trastorna como una cerveza

y mueve la cola empenachada

y baila en la hierba.

 

¡Oh las pilas de fuentes de plata

y el cajón de cucharas de plata! 

Hay un par especial de domingo

que ellos pulen con mucho cuidado

la tarde del sábado.

 

El Hombre de la Luna bebía largamente

y el gato se puso a llorar;

la fuente y la cuchara bailaban en la consola,

y la vaca brincaba en el jardín,

y el perrito se mordía la cola.

 

El Hombre de la Luna empinó el codo

y luego rodó bajo la silla,

y allí durmió soñando con cerveza;

hasta que el alba estuvo en el aire

y se borraron las estrellas.

 

Luego el palafrenero le dijo al gato ebrio:

-Los caballos blancos de la luna

tascan los frenos de plata y relinchan

pero el amo ha perdido la cabeza,

¡y ya viene el día!

 

El gato en el violín toca una jiga-jiga

que despertaría a los muertos,

Chillando, serruchando, apresurando la tonada,

y el posadero sacude al Hombre de la Luna,

diciendo: ¡Son las tres pasadas!

 

Llevan al hombre rodando loma arriba

y lo arrojan a la luna,

mientras que los caballos galopan de espaldas

y la vaca cabriola como un ciervo

y la fuente se va con la cuchara.

 

Más rápido el violín toca la jiga-jiga;

la vaca y los caballos están patas arriba,

y el perro lanza un rugido,

y los huéspedes ya saltan de la cama

y bailan en el piso.

 

¡Las cuerdas del violín estallan con un pum! 

La vaca salta por encima de la luna,

y el perrito se ríe divertido,

y la fuente del sábado se escapa corriendo

con la cuchara del domingo.

 

La luna redonda rueda detrás de la colina,

mientras el sol levanta la cabeza,

y con ojos de fuego observa estupefacta

que aunque es de día todos

 volvieron a la cama.

 

*

 

          No es oro todo lo que reluce,

          ni toda la gente errante anda perdida;

          a las raíces profundas no llega la escarcha;

          el viejo vigoroso no se marchita.

          De las cenizas subirá un fuego,

          y una luz asomará en las sombras;

          el descoronado será de nuevo rey,

          forjarán otra vez la espada rota.

 

*

 

Gil-galad era un rey de los elfos;

los trovadores lamentaban la suerte

del último reino libre y hermoso

entre las montañas y el océano.

 

La espada del rey era larga y afilada la lanza,

y el casco brillante se veía de lejos;

y en el escudo de plata se reflejaban

los astros innumerables de los campos del cielo.

 

Pero hace mucho tiempo se alejó a caballo,

y nadie sabe dónde habita ahora;

la estrella de Gil-galad cayó en las tinieblas

de Mordor, el país de las sombras.

 

*

 

Las hojas eran largas, la hierba era verde,

las umbelas de los abetos altas y hermosas

y en el claro se vio una luz

de estrellas en la sombra centelleante.

Tinúviel bailaba allí,

a la música de una flauta invisible,

con una luz de estrellas en los cabellos

y en las vestiduras brillantes.

 

Allí llegó Beren desde los montes fríos

y anduvo extraviado entre las hojas

y donde rodaba el Río de los Elfos,

iba afligido a solas.

Espió entre las hojas del abeto

y vio maravillado unas flores de oro

sobre el manto y las mangas de la joven,

y el cabello la seguía como una sombra.

 

El encantamiento le reanimó los pies

condenados a errar por las colinas

y se precipitó, vigoroso y rápido,

a alcanzar los rayos de la luna.

Entre los bosques del país de los ellos

ella huyó levemente con pies que bailaban

y lo dejó a solas errando todavía

escuchando en la floresta callada.

 

Allí escuchó a menudo el sonido volante

de los pies tan ligeros como hojas de tilo

o la música que fluye bajo tierra

y gorjea en huecos ocultos.

Ahora yacen marchitas las hojas del abeto

y una por una suspirando

caen las hojas de las hayas

oscilando en el bosque de invierno.

 

La siguió siempre, caminando muy lejos;

las hojas de los años eran una alfombra espesa,

a la luz de la luna y a los rayos de las estrellas

que temblaban en los cielos helados.

El manto de la joven brillaba a la luz de la luna

mientras allá muy lejos en la cima

ella bailaba, llevando alrededor de los pies

una bruma de plata estremecida.

 

Cuando el invierno hubo pasado, ella volvió,

y como una alondra que sube y una lluvia que cae

y un agua que se funde en burbujas

su canto liberó la repentina primavera.

El vio brotar las flores de los elfos

a los pies de la joven, y curado otra vez

esperó que ella bailara y cantara

sobre los prados de hierbas.

 

De nuevo ella huyó, pero él vino rápidamente,

¡Tinúviel! ¡Tinúviel!

La llamó por su nombre élfico

y ella se detuvo entonces, escuchando.

Se quedó allí un instante

y la voz de él fue como un encantamiento,

y el destino cayó sobre Tinúviel

y centelleando se abandonó a sus brazos.

 

Mientras Beren la miraba a los ojos

entre las sombras de los cabellos

vio brillar allí en un espejo

la luz temblorosa de las estrellas.

Tinúviel la belleza élfica,

doncella inmortal de sabiduría élfica

lo envolvió con una sombría cabellera

y brazos de plata resplandeciente.

 

Larga fue la ruta que les trazó el destino

sobre montañas pedregosas, grises y frías,

por habitaciones de hierro y puertas de sombra

y florestas nocturnas sin mañana.

Los mares que separan se extendieron entre ellos

y sin embargo al fin de nuevo se encontraron

y en el bosque cantando sin tristeza

desaparecieron hace ya muchos años.

 

*

 

El troll estaba sentado en un asiento de piedra,

mordiendo y masticando un viejo hueso desnudo;

había estado royéndolo durante años y años,

pues un pedazo de carne era difíci1 de encontrar.

Vivía solo en una caverna de las colinas

y un pedazo de carne era difícil de encontrar.

 

Llegó Tom calzado con grandes botas

y le dijo al troll.- «¿Qué es eso, por favor?

pues se parece a la tibia de mi tío Tim,

que tendría que estar en el cementerio.

Hace ya muchos años que Tim se nos ha ido

y aún tendría que estar en el cementerio.»

 

«Compañero», dijo el troll, «es un hueso robado,

¿pero de qué sirve un hueso en un agujero? 

Tu tío estaba muerto como un lingote de plomo

mucho antes que yo encontrara esta tibia.

Puede darle una parte a un pobre viejo troll

pues él no necesita esta tibia».

 

«No entiendo por qué las gentes como tú»,

dijo Tom, «han de servirse libremente

la canilla o la tibia de mi tío,

¡Pásame entonces ese viejo hueso!.

Aunque esté muerto, aún le pertenece;

¡Pásame entonces ese viejo hueso!».

 

«Un poco más», dijo el troll sonriendo,

«y a ti también te comeré y roeré las tibias.

¡Un bocado de carne fresca me caerá bien! 

Te clavaré los dientes ahora mismo.

Estoy cansado de roer viejos huesos y cueros.

Tengo ganas de comerte ahora mismo».

 

Pensando aún que se había asegurado la cena

descubrió que no tenía nada en las manos,

pues Tom por detrás se había deslizado

lanzándole un puntapié como buena lección,

«un puntapié en las asentaderas», pensó Tom,

«será el modo de darle una buena lección».

 

Más duros que la piedra son la carne y el hueso

de un troll que está sentado a solas en la loma;

tanto valdría patear la raíz de la montaña,

pues las asentaderas de un troll son insensibles.

El viejo troll rió oyendo que Tom gruñía.

Y supo que el pie de Tom era sensible.

 

Tom regresó a su casa arrastrando la pierna

y el pie le quedó estropeado mucho tiempo,

pero al Troll no le importa y está siempre allí

con el hueso que le birló al propietario.

Las asentaderas del troll son siempre las mismas,

¡y también el hueso que le birló al propietario!

 

*

 

Eärendil era un marino

que en Arvernien se demoró;

y un bote hizo en Nimrethel

de madera de árboles caídos;

tejió las velas de hermosa plata,

y los faroles fueron de plata;

el mascarón de proa era un cisne

y había luz en las banderas.

 

De una panoplia de antiguos reyes

obtuvo anillos encadenados,

un escudo con letras rúnicas

para evitar desgracias y heridas,

un arco de cuerno de dragón

y flechas de ébano tallado;

la cota de malla era de plata

y la vaina de piedra calcedonia,

de acero la espada infatigable

y el casco alto de adamanto;

llevaba en la cimera una pluma de águila

y sobre el pecho una esmeralda.

 

Bajo la luna y las estrellas

erró alejándose del norte,

extraviándose en sendas encantadas

más allá de los días de las tierras mortales.

 

De los chirridos del Hielo Apretado,

donde las sombras yacen en colinas heladas,

de los calores infernales y del ardor de los desiertos

huyó de prisa, y errando todavía

por aguas sin estrellas de allá lejos

llegó al fin a la Noche de la Nada,

y así pasó sin alcanzar a ver

la luz deseada, la orilla centelleante.

Los vientos de la cólera se alzaron arrastrándolo

y a ciegas escapó de la espuma

del este hacia el oeste, y de pronto

volvió rápidamente al país natal.

 

La alada Elwin vino entonces a él

y la llama se encendió en las tinieblas;

más clara que la luz del diamante

ardía el fuego encima del collar;

y en él puso el Silmaril

coronándolo con una luz viviente;

Eärendil, intrépido, la frente en llamas,

viró la proa, y en aquella noche

del Otro Mundo más allá del Mar

furiosa y libre se alzó una tormenta,

un viento poderoso en Termanel,

y como la potencia de la muerte

soplando y mordiendo arrastró el bote

por sitios que los mortales no frecuentan

y mares grises hace tiempo olvidados;

y así Eärendil pasó del este hacia el oeste.

 

Cruzando la Noche Eterna fue llevado

sobre las olas negras que corrían

por sombras y por costas inundadas

ya antes que los Días empezaran,

hasta que al fin en márgenes de perlas

donde las olas siempre espumosas

traen oro amarillo y joyas pálidas,

donde termina el mundo, oyó la música.

Vio la montaña que se alzaba en silencio

donde el crepúsculo se tiende en las rodillas

de Valinor, y vio a Eldamar

muy lejos más allá de los mares.

Vagabundo escapado de la noche

llegó por último a un puerto blanco,

al hogar de los elfos claro y verde,

de aire sutil; pálidas como el vidrio,

al pie de la colina de Ilmarin

resplandeciendo en un valle abrupto

las torres encendidas del Tirion

se reflejan allí, en el Lago de Sombras.

 

Allí dejó la vida errante

y le enseñaron canciones,

los sabios le contaron maravillas de antaño,

y le llevaron arpas de oro.

De blanco élfico lo vistieron

y precedido por siete luces

fue hasta la oculta tierra abandonada

cruzando el Calacirian.

Al fin entró en los salones sin tiempo

donde brillando caen los años incontables,

y reina para siempre el Rey Antiguo

en la montaña escarpada de Ilmarin;

palabras desconocidas se dijeron entonces

de la raza de los hombres y de los elfos,

le mostraron visiones del trasmundo

prohibidas para aquellos que allí viven.

 

Un nuevo barco para él construyeron

de mitril y de vidrio élfico,

de proa brillante; ningún remo desnudo,

ninguna vela en el mástil de plata:

el Silmaril como linterna

y en la bandera un fuego vivo

puesto allí mismo por Elbereth,

y otorgándole alas inmortales

impuso a Eärendil un eterno destino:

navegar por los cielos sin orillas

detrás del Sol y la luz de la Luna.

 

De las altas colinas de Evereven

donde hay dulces manantiales de plata

las alas lo llevaron, como una luz errante,

más allá del Muro de la Montaña.

Del fin del mundo entonces se volvió

deseando encontrar otra vez

la luz del hogar; navegando entre sombras

y ardiendo como una estrella solitaria

fue por encima de las nieblas

como fuego distante delante del sol,

maravilla que precede al alba,

donde corren las aguas de Norlanda.

 

Y así pasó sobre la Tierra Media

y al fin oyó los llantos de dolor

de las mujeres y las vírgenes élficas

de los Tiempos Antiguos, de los días de antaño.

Pero un destino implacable pesaba sobre él:

hasta la desaparición de la Luna

pasar como una estrella en órbita

sin detenerse nunca en las orillas

donde habitan los mortales, heraldo

de una misión que no conoce descanso

llevar allá lejos la claridad resplandeciente,

la luz flamígera de Oesternesse.

 

*

 

A Elbereth Gilthoniel,

silivren penna míriel

o menel aglar elenath! 

Na-chaered palan-díriel

o galadhremmin ennorath,

Fanuilos, le linnathon

nef aear, sí nef aearon!

 

*

 

Busca la espada quebrada

que está en Imladris;

habrá concilios más fuertes

que los hechizos de Morgul.

 

Mostrarán una señal

de que el Destino está cerca:

el Daño de Isildur despertará,

y se presentará el Mediano.

 

*

 

Ash nazg durbatulûk, ash nazg gimbatul, ash nazg

thrakatuûúk agh burzum-ishi krimpatul.

 

*

 

Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo

para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a

todos y atarlos en las Tinieblas.

 

*

 

Cuando el viento comienza a morder

y las piedras crujen en la noche helada

de charcos negros y árboles desnudos,

no es bueno viajar por tierras ásperas.

 

*

 

Me siento junto al fuego y pienso

en todo lo que he visto,

en flores silvestres y mariposas

de veranos que han sido.

 

En hojas amarillas y telarañas,

en otoños que fueron,

la niebla en la mañana, el sol de plata

y el viento en mis cabellos.

 

Me siento junto al fuego y pienso

cómo el mundo será,

cuando llegue el invierno sin una primavera

que yo pueda mirar.

 

Pues hay todavía tantas cosas

que yo jamás he visto:

en todos los bosques y primaveras

hay un verde distinto.

 

Me siento junto al fuego y pienso

en las gentes de ayer,

y en gentes que verán un mundo

que no conoceré.

 

Y mientras estoy aquí sentado

pensando en otras épocas

espero oír unos pasos que vuelven

y voces en la puerta.

 

*

 

Annon edhellen, edro hi ammen!

Fennas nogothrim, lasto beth lammen!

 

*

 

El mundo era joven y las montañas verdes,

y aún no se veían manchas en la luna

y los ríos y piedras no tenían nombre,

cuando Durin despertó y echó a caminar.

 

Nombró las colinas y los valles sin nombre;

bebió de fuentes ignoradas;

se inclinó y se miró en el Lago Espejo

y sobre la sombra de la cabeza de Durin

apareció una corona de estrellas

como joyas engarzadas en un hilo de plata.

 

El mundo era hermoso en los días de Durin,

en los Días Antiguos antes de la caída

de reyes poderosos en Nargothrond y Gondolin

que desaparecieron más allá de los mares.

El mundo era hermoso y las montañas altas.

 

Fue rey en un trono tallado

y en salas de piedra de muchos pilares

y runas poderosas en la puerta,

de bóvedas de oro y de suelo de plata.

La luz del sol, la luna y las estrellas

en centelleantes lámparas de vidrio

que las nubes y la noche jamás se oscurecían

para siempre brillaban.

 

Allí el martillo golpeaba el yunque,

el cincel esculpía y el buril escribía,

se forjaba la hoja de la espada,

y se fijaban las empuñaduras;

cavaba el cavador, el albañil edificaba.

 

Allí se acumulaban el berilo, la perla

y el pálido ópalo y el metal en escamas,

y la espada y la lanza brillantes,

el escudo, la malla y el hacha.

 

Incansable era entonces la gente de Durin;

bajo las montañas despertaba la música;

los arpistas tocaban, cantaban los cantantes,

y en la puerta las trompetas sonaban.

 

El mundo es gris ahora y vieja la montaña;

el fuego de la forja es sólo unas cenizas;

el arpa ya no suena, el martillo no cae;

la sombra habita en las salas de Durin,

y la oscuridad ha cubierto la tumba

en Moria, en Khazad-dûm.

 

Pero todavía aparecen las estrellas ahogadas

en la oscuridad y el silencio del Lago Espejo,

y hasta que Durin despierte de nuevo

en el agua profunda la corona descansa.

 

*

 

Había en otro tiempo una doncella élfica,

una estrella que brillaba en el día,

de manto blanco recamado en oro

y zapatos de plata gris.

 

Tenia una estrella en la frente,

una luz en los cabellos,

como el sol en las ramas de oro

de Lórien la bella.

 

Los cabellos largos, los brazos blancos,

libre y hermosa era Lórien,

y en el viento corría levemente,

como la hoja del tilo.

 

Junto a los saltos de Nimrodel,

cerca del agua clara y fresca,

la voz caía como plata que cae

en el agua brillante.

Por dónde anda ahora, nadie sabe,

a la luz del sol o entre los sombras,

pues hace tiempo que Nimrodel

se extravió en las montañas.

 

Un barco elfo en el puerto gris,

bajo el viento de la montaña,

la esperó muchos días

junto al mar tumultuoso.

 

Un viento nocturno en el norte

se levantó gritando,

y llevó la nave desde las playas élficas

sobre olas que iban y venían.

 

Cuando asomó la pálida aurora

las montañas grises se hundían

más allá de las olas empenachadas

de espuma enceguecedora.

 

Amroth vio que la costa desaparecía

debajo y más allá de la ola,

y maldijo la nave pérfida que lo llevara

lejos de Nimrodel.

 

Había sido antaño un rey élfico

señor del valle y los árboles,

cuando los brotes primaverales se doraban

en Lothlórien la bella.

 

Lo vieron saltar desde la borda

como flecha de un arco

y caer en el agua profunda

como una gaviota.

 

El aire le movía los cabellos,

y la espuma le brillaba alrededor,

lo vieron de lejos hermoso y fuerte

deslizándose como un cisne.

 

Pero del Oeste no llegó una palabra,

y en la Costa Citerior

los elfos nunca tuvieron

noticias de Amroth.

 

*

 

Cuando la tarde era gris en la Comarca

se oían sus pasos en la colina;

y se iba antes del alba

en silencio a sitios remotos.

 

De las Tierras Ásperas a la costa del este,

del desierto del norte a las lomas del sur,

por antros de dragones y puertas ocultas

y bosques oscuros iba a su antojo.

 

Con enanos y hobbits, con ellos y con hombres,

con gentes mortales e inmortales,

con pájaros en árboles y bestias en madrigueras,

en lenguas secretas hablaba.

 

Una espada mortal, una mano benigna,

una espalda que la carga doblaba;

una voz de trompeta, una antorcha encendida,

un peregrino fatigado.

 

Señor de sabiduría entronizado,

de cólera viva y de rápida risa;

un viejo de gastado sombrero

que se apoya en una vara espinosa.

 

Estuvo solo sobre el puente

desafiando al Fuego y la Sombra;

la vara se le quebró en la piedra,

y su sabiduría murió en Khazad-dûm.

 

*

 

Los más hermosos fuegos nunca vistos:

estallaban en estrellas azules y verdes,

y después de los truenos un rocío de oro

caía como una lluvia de flores.

 

*

 

He cantado las hojas, las hojas de oro, y allí crecían hojas de oro;

he cantado el viento, y un viento vino y sopló entre las ramas.

Más allá del sol, más allá de la luna, había espuma en el mar,

y cerca de la playa de Ilmarin crecía un árbol de oro, y brillaba

en Eldamar bajo las estrellas de la Noche Eterna,

en Eldamar junto a los muros de Tirion de los Elfos.

Allí crecieron durante largos años las hojas doradas,

Mientras que aquí, más allá de los Mares Separadores, corren ahora las lágrimas élficas.

Oh Lórien.  Llega el invierno, el día desnudo y deshojado;

las hojas caen en el agua, el río fluye alejándose.

Oh Lórien.  Demasiado he vivido en estas costas

y he entretejido la elanor de oro en una corona evanescente.

Pero si ahora he de cantar a las naves, ¿qué nave vendrá a mí,

qué nave me llevará de vuelta por un océano tan ancho?

 

*

 

Ai! laurië lantar lassi súrinen! 

Yéni únótime ve rámar aldaron,

yéni ve linte yuldar vánier

mi oromardi lisse-miruvóreva

Andúne pella Vardo tellumar

nu luini yassen tintilar í eleni

ómaryo airetári-lírínen.

Sí rnan i yulna nin enquantuva?

 

An sí Tintalle Varda Oiolossëo

ve fanyar máryat Elentári ortane

ar ilye tier unduláve lumbule,

ar sindanóriello carta mornië

i falmalinnar imbe met, ar hísië

untúpa Calaciryo míri oiale.

Sí vanwa na, Rómello vanwa, Valimar!

 

Namárië Nai biruvalye Valimar.

Nai elye hiruwa.  Namárië!

 

*

 

De las bocas del Mar viene el Viento del Sur, de las piedras y de las dunas;

trae el quejido de las gaviotas, y a las puertas se lamenta.

«¿Qué noticias del Sur, oh viento que suspiras, me traes en la noche?

¿Dónde está ahora Boromir el Hermoso?  Tarda en llegar, y estoy triste.»

«No me preguntes dónde habita... Hay allí tantos huesos,

en las costas blancas y en las costas oscuras bajo el cielo tormentoso;

tantos han descendido las aguas del Río Anduin para encontrar las mareas del mar.

¡Pídele al Viento Norte las noticias que él mismo me trae!»

«¡Oh Boromir!  Más allá de la puerta la ruta al mar corre hacia el Sur,

pero tú no vienes con las gaviotas que desde la boca del mar gris se lamentan.» 

De la Puerta de los Reyes viene el Viento del Norte y pasa por las cascadas tumultuosas:

y claro y frío alrededor de la torre llama el corno sonoro.

«¿Qué noticias del Norte, oh poderoso Viento, hoy me traes?

¿Qué noticias de Boromir el Valiente?  Pues partió ya hace tiempo.»

«Al pie del Amon Hen le he oído gritar.  Allí batió a los enemigos.

El yelmo hendido, la espada rota, al agua los llevaron.

La orgullosa cabeza, el rostro tan hermoso, los miembros, pusieron a descansar;

y Rauros, los saltos dorados de Rauros, lo transportaron en el seno de las aguas.»

«¡Oh Boromir!  La Torre de la Guardia mirará siempre al norte,

a Rauros, los saltos dorados, hasta el fin de los tiempos. »

 

*

 

Aprended ahora la ciencia de las criaturas vivientes:

Nombrad primero los cuatro, los pueblos libres:

los más antiguos, los hijos de los Elfos;

el Enano que habita en moradas sombrías;

el Ent, nacido de la tierra, viejo como los montes;

el Hombre mortal, domador de caballos.

 

»Hm, hm, hm.

 

El castor que construye, el gamo que salta,

el oso aficionado a la miel, el jabalí que lucha,

el perro hambriento, la liebre temerosa...

 

»Hm, hm.

 

El águila en el aire, el buey en la pradera,

el ciervo de corona de cuerno, el balcón el más rápido,

el cisne el más blanco, la serpiente la más fría...

Los hobbits medianos, que habitan en agujeros.

 

*

 

en la cuenta de que estaba cantando para ellos.

 

En los sauzales de Tasarinan yo me paseaba en primavera.

¡Ah, los colores y el aroma de la primavera en Nantasarion! 

Y yo dije que aquello era bueno.

Recorrí en el verano los olmedos de Ossiriand.

¡Ah, la luz y la música en el verano junto a los Siete Ríos de Ossir! 

Y yo pensé que aquello era mejor.

A los hayales de Neldoreth vine en el otoño.

¡Ah, el oro y el rojo y el susurro de las hojas en el otoño de Taur-na-neldor!

Yo no había deseado tanto.

A los pinares de la meseta de Dorthnion subí en el invierno.

¡Ah, el viento y la blancura y las ramas negras del invierno en Orod-na-Thón!

Mi voz subió y cantó en el cielo.

Y todas aquellas tierras yacen ahora bajo las olas,

y caminé por Ambarona, y Taremorna, y Aldalómë,

y por mis propias tierras, el país de Fangorn,

donde las raíces son largas.

Y los años se amontonan más que las hojas

en Tauremornalómë.

 

*

 

ENT

Cuando la primavera despliega la hoja del haya y hay savia en las ramas;

cuando la luz se apoya en el río del bosque y el viento toca la cima;

cuando el paso es largo, la respiración profunda y el aire se anima en la montaña,

¡regresa a mí! ¡Regresa a mí y di que mi tierra es hermosa!

 

ENT-MUJER

Cuando la primavera llega a los regadíos y los campos, y aparece la espiga;

cuando en las huertas florecen los capullos como una nieve brillante;

cuando la llovizna y el sol sobre la tierra perfuman el aire,

me demoraré aquí y no me iré, pues mi tierra es hermosa. 

 

ENT

Cuando el verano se extiende sobre el mundo, en un mediodía de oro,

bajo la bóveda de las hojas dormidas se despliegan los sueños de los árboles;

cuando las salas del bosque son verdes y frescas, y el viento sopla del oeste,

¡regresa a mí! ¡Regresa a mí y di que mi tierra es la mejor!

 

ENT-MUJER

Cuando el verano calienta los frutos que cuelgan y oscurece las bayas;

cuando la paja es de oro y la espiga blanca y es tiempo de cosechar;

cuando la miel se derrama y el manzano crece, aunque el viento sople del oeste,

me demoraré aquí a la luz del sol, porque mi tierra es la mejor.

 

ENT

Cuando llegue el invierno, el invierno salvaje que matará la colina y el bosque;

cuando caigan los árboles y la noche sin estrellas devore al día sin sol;

cuando el viento sople mortalmente del este, entonces en la lluvia que golpea

te buscaré y te llamaré, ¡y regresaré otra vez contigo!

 

ENT-MUJER

Cuando llegue el invierno y terminen los cantos; cuando las tinieblas caigan al fin;

cuando la rama estéril se rompa y la luz y el trabajo hayan pasado;

te buscaré y te esperaré, hasta que volvamos a encontrarnos:

¡juntos tomaremos el camino bajo la lluvia que golpea! 

 

AMBOS

Juntos tomaremos el camino que lleva al oeste

y juntos encontraremos una tierra en donde los corazones tengan descanso.

 

*

 

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!

¡Oh hermoso fresno, sobre tu cabellera qué hermosas son las flores!

¡Oh fresno mío, te vi brillar en un día de verano!

Tu brillante corteza, tus leves hojas, tu voz tan fresca y dulce:

¡qué alta llevas en tu cabeza la corona de oro rojo!

Oh fresno muerto, tu cabellera es seca y gris;

tu corona ha caído, tu voz ha callado para siempre.

¡Oh Orofarnë, Lassemista, Carnimirië!

 

*

 

Venimos, venimos, con un redoble de tambor: ¡ta-runda runda runda rom!

 Venimos, venimos con cuernos y tambores: ¡ta-rûna rûna rûna rom!

¡A Isengard! Aunque Isengard esté clausurado con puertas de piedra;

Aunque Isengard sea fuerte y dura, fría como la piedra y desnuda como el hueso.

Partimos, partimos, partimos a la guerra, a romper la piedra y derribar la puerta;

pues el tronco y la rama están ardiendo ahora, el horno ruge; ¡partimos a la guerra! 

Al país de las tinieblas con paso de destino, con redoble de tambor, marchamos, marchamos.

¡A Isengard marchamos con el destino!

¡Marchamos con el destino, con el destino marchamos!

 

*

 

¿Dónde están ahora los Dúnedain, Elessar, Elessar?

¿Por qué tus gentes andan errantes allá lejos? 

Cercana está la hora en que volverán los Perdidos

y del Norte descienda la Compañía Gris.

Pero sombría es la senda que te fue reservada:

los muertos vigilan el camino que lleva al Mar.

 

*

 

Legolas Hojaverde mucho tiempo bajo el árbol

en alegría has vivido. ¡Ten cuidado del Mar! 

Si escuchas en la orilla la voz de la gaviota,

nunca más descansará tu corazón en el bosque.

 

*

 

¿Dónde están ahora el caballo y el caballero? ¿Dónde está el cuerno que sonaba?

¿Dónde están el yelmo y la coraza, y los luminosos cabellos flotantes?

¿Dónde están la mano en el arpa y el fuego rojo encendido?

¿Dónde están la primavera y la cosecha y la espiga alta que crece?

Han pasado como una lluvia en la montaña, como un viento en el prado;

los días han descendido en el oeste en la sombra detrás de las colinas.

¿Quién recogerá el humo de la ardiente madera muerta,

o verá los años fugitivos que vuelven del mar?

 

*

 

En Dwimordene, en Lórien

rara vez se han posado los pies de los hombres,

pocos ojos mortales han visto la luz

que allí alumbra siempre, pura y brillante.

¡Galadriel! ¡Galadriel!

Clara es el agua de tu manantial;

blanca es la estrella de tu mano blanca,-

intactas e inmaculadas la hoja y la tierra

en Dwimordene, en Lórien

más hermosa que los pensamientos de los Hombres Mortales.

 

*

 

¡De pie ahora, de pie, Caballeros de Théoden!

Desgracias horrendas nos acechan, hay sombras en el Este.

¡Preparad los caballos, que resuenen los cuernos!

¡Adelante, Eorlingas!

 

*

 

Mucho antes que se conociera el hierro o se hachasen los árboles;

cuando la montaña era joven aún bajo la luna;

mucho antes que se forjase el Anillo, o que se urdiese el infortunio,

ya en tiempos remotos recorría los bosques.

 

*

 

Ents viejos como montañas, nacidos de la tierra,

grandes caminadores y bebedores de agua;

y hambrientos como cazadores, los niños Hobbits,

el pueblo risueño, la Pequeña Gente.

 

*

 

Altos navíos y altos reyes

tres veces tres.

¿Qué trajeron de las tierras sumergidas

sobre las olas del mar?

Siete estrellas y siete piedras

y un árbol blanco,

 

*

 

Las duras tierras frías

nos muerden las manos,

nos roen los pies.

Las rocas y las piedras

son como huesos

viejos y descarnados.

Pero el arroyo y la charca

son húmedos y frescos:

¡buenos para los pies! 

Y ahora deseamos...

Vive sin respirar;

frío como la muerte;

nunca sediento, siempre bebiendo,

viste de malla y no tintinea.

Se ahoga en el desierto,

y cree que una isla

es una montaña

y una fuente, una ráfaga.

¡Tan bruñido y tan bello!

¡Qué alegría encontrarlo! 

Sólo tenemos un deseo:

¡que atrapemos un pez

jugoso y suculento!

 

*

 

Gris como una rata,

grande como una casa,

la nariz de serpiente,

hago temblar la tierra

cuando piso la hierba;

y los árboles crujen.

Con cuernos en la boca

por el Sur voy moviendo

las inmensas orejas.

Desde años sin cuento,

marcho de un lado a otro,

y ni para morir

en la tierra me acuesto.

Yo soy el Olifante,

el más grande de todos,

viejo, alto y enorme.

Si alguna vez me ves,

no podrás olvidarme.

Y si nunca me encuentras

no pensarás que existo.

Soy el viejo Olifante,

el que nunca se acuesta.

 

*

 

Gilthoniel A Elbereth!

A Elbereth Gilthoniel

o menel palan-díriel,

le nallon sí di'nguruthos!

A tiro nin, Fanuilos!

 

*

 

Una larga sombra se cierne sobre la tierra,

y con alas de oscuridad avanza hacia el oeste.

La Torre tiembla; a las tumbas de los reyes se aproxima el Destino.

Los Muertos despiertan: ha llegado la hora de los perjuros:

de nuevo en pie en la Roca de Erech oirán un cuerno que resuena en las montañas.

¿De quién será ese cuerno? ¿Quién a los olvidados llama desde el gris del crepúsculo?

El heredero de aquel a quien juraron lealtad. Traído por la necesidad, vendrá desde el norte:

y cruzará la Puerta que lleva a los Senderos de los Muertos.

 

*

 

Del Sagrario sombrío en la mañana lóbrega parte

con escudero y capitán el hijo de Tbengel hacia Edoras.

Las brumas amortajan el palacio de los Guardianes de la Marca,

las tinieblas envuelven las columnas de oro.

Adiós, saluda a las gentes libres, el hogar, el trono,

los sitios sagrados de las celebraciones en los tiempos de luz.

Avanza el rey: atrás el miedo y adelante el destino.

Leal y fiel, todos los juramentos serán cumplidos.

Avanza Théoden. Cinco noches y cinco días hacia el Este galopan los Eorlingas:

seis mil lanzas en el Folde, la Frontera de los Pantanos y el Finen, camino al Sunlendin,

a Mundburgo, la fortaleza de los reyes del mar al pie del Mindolluin,

sitiada por el enemigo, cercada por el fuego.

El Destino los llama.

La Oscuridad se cierra y aprisiona caballo y caballero:

los golpes lejanos de los cascos se pierden en el silencio:

así cuentan las canciones.

 

*

 

las aguas oscuras del Morthond.

La muerte se llevó a nobles y a humildes

desde la mañana hasta el término del día.

Un largo sueño duermen ahora

junto al Río Grande, bajo las hierbas de Gondor

 

*

 

Las aguas que corrían rugiendo y eran rojas

son grises ahora como lágrimas, de plata centelleante;

la espuma teñida de sangre llameaba al atardecer;

las montañas ardían como hogueras en la noche;

rojo cayó el rocío en el Rammas Echor.

 

*

 

En las colinas oímos resonar los cuernos;

brillaron las espadas en el Reino del Sur.

Como un viento en la mañana los caballos galoparon

hacia los Pedregales. Ya la guerra arreciaba.

Allí cayó Théoden, hijo de Thengel,

y a los palacios de oro y las praderas verdes

de los campos del Norte nunca más regresó.

Allí en tierras lejanas murieron combatiendo

Gúthlaf y Hardin, Dúnhere, Deorwine y el valiente Grimbold,

Herfara, Herubrand, Horn y Fastred.

Hoy en Mundburgo yacen bajo los Túmulos

junto a sus aliados, señores de Gondor.

Ni Hirluin el Hermoso a las colinas junto al mar,

ni Forlong el Viejo a los valles floridos del reino de Arnach

retornaron en triunfo. Y los altos arqueros Derufin y Duilin

nunca más contemplaron a la sombra de las montañas

 

*

 

Cuando sople el hálito negro y crezca la sombra de la muerte,

y todas las luces se extingan, ¡ven athelas, ven athelas!

¡En la mano del rey da vida al moribundo!

 

*

 

¡De plata fluyen los ríos del Celos al Erui

en los verdes prados del Lebennin!

Alta crece la hierba. El viento del Mar

mece los lirios blancos.

Y las campánulas doradas caen del mallos y el alfirim,

en el viento del Mar,

en los verdes prados del Lebennin.

 

*

 

En las tierras del Oeste bajo el Sol

las flores crecen en Primavera

los árboles brotan, las aguas fluyen,

los pinzones cantan.

O quizás es una noche sin nubes

y de las hayas que se mecen,

entre el ramaje del cabello,

las Estrellas Elficas

cuelgan como joyas blancas.

 

Aquí yazgo, al término de mi viaje,

hundido en una oscuridad profunda:

más allá de todas las torres altas y poderosas,

más allá de todas las montañas escarpadas,

por encima de todas las sombras cabalga el Sol

y eternamente moran las Estrellas.

No diré que el Día ha terminado,

ni he de decir adiós a las Estrellas.

 

*

 

¡Vivan los Medianos! ¡Alabados sean con grandes alabanzas!

Cuio y Pheriain anann! Aglar ni Pheriannath!

¡Alabados sean con grandes alabanzas, Frodo y Samsagaz!

Daur a Berhael, Conin en Annün! Eglerio!

¡Alabados sean!

Eglerio! A laita te, laita te! Andave laituvalmet!

¡Alabados sean!

Cormacolindor, a laite tárienna!

¡Alabados sean!

¡Alabados sean con grandes alabanzas los Portadores del Anillo!

 

*

 

¡Al Mar, al Mar! Claman las gaviotas blancas.

El viento sopla y la espuma blanca vuela.

Lejos al Oeste se pone el Sol redondo.

Navio gris, navio gris ¿no escuchas la llamada,

las voces de los míos que antes que yo partieron?

Partiré, dejaré los bosques donde vi la luz;

nuestros días se acaban, nuestros años declinan.

Surcaré siempre solo las grandes aguas.

Largas son las olas que se estrellan en la playa última,

dulces son las voces que me llaman desde la Isla Perdida.

En Eresséa, el Hogar de los Elfos que los Hombres nunca descubrirán.

Donde las hojas no caen: la tierra de los míos para siempre.

 

*

 

¡Cantad ahora, oh gente de la Torre de Anor,

porque el Reino de Sauron ha sucumbido para siempre,

y la Torre Oscura ha sido derruida!

¡Cantad y regocijaos, oh gente de la Torre de Guardia,

pues no habéis vigilado en vano, y la Puerta Negra ha sido destruida,

y vuestro Rey ha entrado por ella trayendo la victoria!

Cantad y alegraos, todos los hijos del Oeste,

porque vuestro Rey retornará,

y todos los días de vuestra vida habitará entre vosotros.

Y el Árbol marchito volverá a florecer,

y él lo plantará en sitios elevados,

y bienaventurada será la Ciudad.

¡Cantad, oh todos!

 

*

 

Salido de la duda, libre de las tinieblas,

cantando al Sol galopó hacia el amanecer, desnudando la espada:

Encendió una nueva esperanza, y murió esperanzado;

fue más allá de la muerte, el miedo y el destino;

dejó atrás la ruina, y la vida, y entró en la larga gloria

 

*

 

El camino sigue y sigue

desde la puerta.

El camino ha ido muy lejos,

y que otros lo sigan si pueden.

Que ellos emprendan un nuevo viaje,

pero yo al fin con pies fatigados

me volveré a la taberna iluminada,

al encuentro del sueño y el reposo.

 

*

 

Aún detrás del recodo quizá todavía esperen

un camino nuevo o una puerta secreta;

y aunque a menudo pasé sin detenerme,

al fin llegará un día en que iré caminando

por esos senderos escondidos

que corren al oeste de la Luna, al este del Sol.

 

*

 

A! Elbereth Gilthoniel

silivren penna míriel

o menel aglar elenath,

Gilthoniel, A! Elbereth!

Aún recordamos, nosotros que vivimos

bajo los árboles en esta tierra lejana,

la luz de las estrellas

sobre los Mares de Occidente.

 

***