De Tuor y su llegada a Gondolin

 

 

Cuando las primeras luces tenues del día gris se filtraron entre las nieblas de Dimbar ellos se arrastraron atrás por el Río Seco, y luego siguiendo su curso giraron hacia el este, terminando en las mismas paredes de las montañas; y directamente ante ellos allí surgió un gran precipicio, elevándose escarpado y súbito de una cuesta escarpada en la cual crecía un matorral enredado de árboles espina. En este matorral el conducto pedregoso comenzaba, y allí era todavía oscuro como la noche; y ellos se pararon, ya que las espinas crecían lejos abajo en el lado de la hondonada, y sus ramas enlazadas eran una azotea densa encima de ellos, tan bajas que a menudo Tuor y Voronwë debían avanzar lentamente bajo bestias parecidas introduciéndose  atrás en su guarida.

Pero por fin, como con gran trabajo ellos llegaron al pie mismo de la roca, ellos encontraron una apertura, que era la boca de un túnel en la roca dura hecho por las aguas que fluyen del corazón de las montañas. Ellos entraron, y dentro no había ninguna luz, pero Voronwë fue regularmente adelante, mientras Tuor lo seguía con su mano sobre su hombro, encorvado un poco, puesto que el techo era bajo. Así por un tiempo ellos continuaron a ciegas, paso a paso, antes de que en este momento ellos sintieran que la tierra bajo sus pies se había nivelado y libre de piedras sueltas. Entonces ellos pararon y respiraron profundamente, como ellos estaban de pie escuchando. El aire pareció fresco y sano, y ellos se dieron cuenta de un gran espacio alrededor y encima de ellos; pero todo estaba silencioso, y aún no podían oír el goteo del agua. Pareció a Tuor que Voronwë estaba preocupado y en duda, y él susurró: '¿entonces dónde esta la Puerta Custodiada? O de hecho ¿ya la hemos pasado? '

' Más bien', dijo Voronwë. 'Aún me pregunto, ya que ello es extraño que cualquier persona arrastrándose así remotamente no tuviera alguna duda. Temo algún golpe en la oscuridad.'

Pero sus susurros despertaron los ecos durmientes, y ellos fueron ampliados y multiplicados, y corrieron por la azotea y las paredes no vistas, silbando y murmurando como el sonido de muchas voces cautelosas. Y aún como los ecos muertos en la piedra, Tuor oyó fuera del corazón de la oscuridad una voz que hablaba en la Lengua de los elfos: primero en el Alto idioma de los Noldor, el cual él no conocía; y luego en la lengua de Beleriand, aunque en una forma algo extraña para sus oídos, de una gente que partió hace mucho de su parentela. [1]

'¡Alto!'. se dijo. '¡Ningún Movimiento! O Ustedes morirán, son Ustedes enemigos o amigos.'

'Somos amigos', dijo Voronwë.

'Entonces hagan lo que mandamos', dijo la voz.

El eco de su voz laminada en el silencio. Voronwë y Tuor no se movieron, y pareció a Tuor que muchos lentos minutos pasaron, y un miedo apareció en su corazón como ningún otro peligro en su camino habían tenido. Entonces allí llego el golpeo de pies, creciendo a un marchar pesadamente ruidoso como los pasos de los Trolls en aquel lugar hueco. De repente una linterna élfica inadvertida, y su rayo brillante fue girando sobre Voronwë ante él, pero nada más podía Tuor ver para salvar una estrella deslumbrante en la oscuridad; y él sabía que mientras aquel rayo estuviera sobre él no podía moverse, ni escapar ni correr adelante.

Por un momento ellos mantuvieron así en los ojos la luz, y luego la voz habló otra vez, diciendo: '¡muestre su cara!' Y Voronwë echo atrás su capucha, y su cara brilló en el rayo, con fuerza y claridad, como si esculpida en piedra; y Tuor maravillado por ver su belleza. Entonces él habló con orgullo, diciendo:'¿No me conoce Usted? Soy Voronwë el hijo de Aranwë de la casa de Fingolfin. ¿O soy olvidado en mi propia tierra después de unos pocos años? Mucho más allá de la Tierra media conocida he vagado, aún recuerdo tu voz, Elemmakil.'

'Entonces Voronwë recordara también las leyes de su tierra', dijo la voz. 'Ya que por orden él que se fue fuera, él tiene el derecho de volver. Pero no conducir aquí a ningún forastero. Según este hecho su derecho es anulado, y él debe ser conducido como un preso al juicio del rey. En cuanto al forastero, él será matado o mantenido en cautiverio por el juicio de la Guardia. Condúzcanle aquí que yo puedo juzgar.'

Entonces Voronwë condujo a Tuor hacia la luz, y como ellos se acercaron mucho a los Noldor, vestido de coraza y armados, dieron un paso fuera de la oscuridad y los rodearon con espadas setiradas. Y Elemmakil, el capitán de la guardia, quien llevaba la lámpara brillante, miró largo y estrechamente a ellos.

'Esto es extraño en Usted Voronwë', dijo él. 'Nosotros éramos grandes amigos. ¿Por qué entonces Usted me pone así cruelmente entre la ley y mi amistad? Si Usted hubiera conducido aquí a un no invitado de las otras casas de los Noldor, esto sería suficiente. Pero Usted ha traído al conocimiento del Camino a un hombre mortal, por sus ojos percibo su parentela. Aún libre él nunca podrá otra vez irse, sabiendo el secreto; y como de una de familia ajena este ha desafiado entrar, yo debería matarlo, si bien él es su amigo y querido para Usted.'

'En las amplias tierras sin fin, Elemmakil, muchas cosas extrañas pueden acontecerle a uno, y tareas inesperadas pueden ser puestas sobre uno', contestó Voronwë. 'Otra sería la vuelta de un vagabundo cuando él se puso delante. Que he hecho, me he puesto bajo el mando mayor de las leyes de la Guardia. El Rey solo debiera juzgarme, y él venir conmigo.'

Entonces Tuor habló, y no temió más. 'Vengo con Voronwë hijo de Aranwë, porque lo designaron para ser mi guía por el Señor de las Aguas. Para este fin fue él salvado de la ira del Mar y el Destino de los Valar. Ya que llevo de Ulmo una diligencia al hijo de Fingolfin, y a él voy yo a hablar de ello.'

Allí Elemmakil miró maravillado a Tuor. '¿Entonces quien es Usted?', dijo Él. '¿Y de dónde viene? '

'Soy Tuor el hijo de Huor de la Casa de Hador y el pariente de Húrin, y estos nombres, me dicen, no son desconocidos en el Reino Oculto. Desde Nevrast he atravesado muchos peligros para buscarlo.'

'¿Desde Nevrast?' Dijo Elemmakil. ' Se dice que nadie mora allí, ya que nuestra gente se marchó.'

' Esto es dicho correctamente', contesto Tuor. 'Vacío y frío permanecen los patios de Vinyamar. Aún de ahí yo vengo. Lléveme ahora a él que construyó aquellos viejos pasillos.'

'En asuntos así el gran juicio no es el mío', dijo Elemmakil. ' Por lo tanto le conduciré a la luz donde más puede ser revelado, y les entregaré a la Guardia de la Gran Puerta.'

Entonces él habló disponiendo, y Tuor y Voronwë fueron puestos entre altos guardias, dos delante y tres detrás de ellos; y su capitán les condujo de la caverna de la Guardia Externa, y ellos pasaron, como pareció, hacia el interior de un paso directo, y allí anduvo mucho sobre un piso nivelado, ante una luz pálida que brillaba delante. Así ellos pasaron bajo un amplio arco con altos pilares a ambos lados, tallado en la roca, y entre colgado un gran rastrillo de barras cruzadas de madera, maravillosamente talladas y adornado con clavos de hierro.

Elemmakil la toco, y esta se elevó silenciosamente, y ellos pasaron; y Tuor vio que ellos estaban de pie al final de un barranco,  nada parecido jamás el había antes contemplado o imaginado en su pensamiento, aunque él hubiera andado largamente por regiones salvajes de las montañas del Norte; ya que al lado de Orfalch Echor Cirith Ninniach era sólo un surco en la roca. Aquí las manos de los Valar mismos, en las guerras antiguas del principio del mundo, habían tallado la gran montaña por la mitad, y los lados de la grieta eran escarpados como si fueran cortes de hacha, y ellos se alzaban hasta las cumbres de un negro no determinado. Allí lejos en lo alto se extendía una tira de cielo, y contra sus picos se levantaba un profundo azul, cimas negras y pináculos dentados, remotos pero difíciles, crueles como lanzas. Demasiado altas eran aquellas paredes poderosas para el sol del invierno para poder pasar por lo alto, y aunque esto fuera ahora a plena mañana desfallecen las estrellas brillando tenuemente encima de las cumbres, y abajo debajo todo era débil, para la luz pálida enviada de las lámparas de al lado del camino que sube. Puesto que el suelo del barranco se inclina excesivamente, hacia el este, y sobre la mano izquierda Tuor vio al lado el cauce corriente de un amplio camino, tendido y pavimentado con piedra, enrollado hacia arriba antes de que este desapareciera en la sombra.

'Ustedes han pasado la Primera Puerta, la Puerta de Madera', dijo Elemmakil. 'Allí está el camino. Debemos apresurarnos.'

Como de lejos era el camino profundo recorrido Tuor no podía adivinarlo, y como él miró fijamente hacia adelante un gran cansancio lo encontró por casualidad como una nube. Un viento frío silbó sobre las caras de las piedras, y él giró su capa sobre él. '¡El Frío resopla el viento del Reino Oculto!' dijo Él.

'Sí, de verdad', dijo Voronwë; 'a un forastero podría parecer que el orgullo ha hecho a los sirvientes de Turgon despiadados. Hace mucho y con fuerza parezca la coalición de las Siete Puertas al hambriento y el camino consumido.'

'Si nuestra ley fuera menos severa, hace mucho la astucia y el odio habrían entrado y nos habrían destruido. Esto tu lo sabes bien', dijo Elemmakil. 'Pero no somos despiadados. Allí no hay ningún alimento, y el forastero no puede volver por una puerta que él ha pasado. Aguante entonces un poco, y en la Segunda Puerta Usted será aliviado.'

'Está bien', dijo Tuor, y él siguió adelante como él había sido mandado. Después un rato él se giró y vio a Elemmakil solo seguido por Voronwë. 'No hay ninguna necesidad más de guardias', dijo Elemmakil, leyendo su pensamiento. 'Desde la Orfalch no hay ninguna fuga de Elfo o Hombre, y ningún regreso.'

Así él continuó sobre el camino escarpado, a veces por largas escaleras, a veces por enrolladas cuestas, bajo la sombra desalentada de la roca, antes de media legua de la Puerta de Madera Tuor vio que el camino había sido cortado por una gran pared construida a través del barranco de un lado al otro, con torres fuertes de piedra a ambos lados. En la pared había un gran pasaje aboveda encima del camino, pero parecía que los albañiles lo habían bloqueado con una sola piedra poderosa. Cuando ellos se acercaron su cara oscura y pulida brilló con la luz de una lámpara blanca que colgaba encima de la mitad del arco.

'Aquí está de pie la Segunda Puerta, la puerta de Piedra', dijo Elemmakil; y él acercándose a ella empujó ligeramente sobre ella. Dio vuelta sobre un pivote no visto, antes de que su borde fuera hacia ellos, y el camino fue abierto sobre ambos lados; y ellos pasaron, a una sala en la cual había muchos guardias armados vestidos de gris. Ninguna palabra fue hablada, pero Elemmakil condujo a sus custodiados a una cámara bajo la torre norte; y allí alimento y vino les fueron traídos, y les permitieron descansar un rato.

'Escaso puede parecer', dijo Elemmakil a Tuor. 'Pero si su reclamación es demostrada, en el futuro ello será ricamente enmendado.'

'Esto es bastante', dijo Tuor. 'El Desmayo estaba en el corazón que necesita la mejor curación.' Y de verdad tal refrescamiento él encontró en la bebida y el alimento de los Noldor que pronto él estuvo impaciente por continuar.

Después de un pequeño espacio ellos llegaron a una pared aún más alta y fuerte que las anteriores, y en ella había sido puesta la Tercera Puerta, la Puerta de Bronce: una gran puerta doble colgada con escudos y placas de bronce, en la cual habían hecho muchas figuras y signos extraños. Sobre la pared encima de su dintel habían tres torres cuadradas, cubiertas y revestidas con cobre lo que por algún dispositivo de herrería fue alguna vez brillante y brillaba como el fuego con los rayos de las lámparas rojas recorridas como antorchas a lo largo de la pared. Otra vez silenciosamente ellos pasaron por la puerta, y vio en la sala más allá una cantidad aún mayor de guardias con malla que brilla como el fuego débil; y las láminas de sus hachas eran rojas. De los parientes de los Sindar de Nevrast principalmente eran los que guardaban esta puerta.

Ahora ellos llegaron al camino más laborioso, ya que en medio de el Orfalch la cuesta era empinada, y como ellos subieron Tuor vio la más poderoso de las paredes que surgen oscura encima de él. Así por fin ellos se acercaron a la Cuarta puerta, la puerta de Hierro de Writhen. Alta y negra era la pared, y no alumbrada con lámparas. Cuatro torres de hierro estaban de pie sobre ella, y entre las dos torres interiores había sido puesto una imagen de una gran águila trabajada en hierro, aún la semejanza a el Rey Thorondor mismo, como bajaría él sobre una montaña desde los altos aires. Pero como Tuor estaba de pie ante la puerta a él le parecía una maravilla que él había visto a través de ramas y tallos de árboles imperecederos en un claro pálido de la Luna. Ya que una luz atravesó las tracerías de la puerta, que había sido trabajado y martillado en la forma de los árboles con raíces que se retuercen y tejido de ramas cargadas de hojas y flores. Y cuando él pasó por ella vio como esto podía ser; Ya que la pared era de un gran grosor, y no había una sola parrilla, pero tres en línea, así la disposición esta para uno que se aproxima a la mitad del camino a cada parte formada del dispositivo; pero la luz más allá era la luz del día.

Ya que ellos habían subido ahora a una gran altura encima de las tierras bajas de donde ellos comenzaron, y más allá de la Puerta De hierro el camino controlado casi a nivel. Además, ellos habían pasado la corona y corazón de Echoriath, y las torres montaña ahora caen rápidamente abajo hacia las colinas interiores, y el barranco se abría más amplio, y sus lados se hacían menos escarpados. Sus largos hombros estaban tapados con la nieve blanca, y la luz del cielo reflejada en la nieve parecida  al blanco de luz de la luna a través de una niebla que brilla tenuemente por el aire.

Ahora ellos pasaron a través de las líneas de los guardias de Hierro que estaba de pie detrás de la Puerta; negras eran sus capas y su mallas y grandes escudos y sus caras estaban enmascaradas con viseras que llevan cada una el pico de un águila. Entonces Elemmakil fue ante ellos y ellos lo siguieron hacía la luz pálida; y Tuor vio al lado del camino un césped de hierba, donde como estrellas florecían las flores blancas de uilos, la Siempre-Viva que no entiende de estaciones y nunca se marchita [2]; y así en la maravilla y el aligeramiento del corazón él fue llevado a la puerta de Plata.

La pared de la Quinta Puerta había sido construida de mármol blanco, y era baja y amplia, y su parapeto era un enrejado de plata entre cinco grandes esferas de mármol; y allí estaban de pie muchos arqueros vestidos de blanco. La puerta tenía la forma como de tres partes de un círculo, y trabajada de plata y perlas de Nevrast con la forma de la Luna; pero encima de la Puerta sobre la esfera central estaba de pie una imagen del Árbol Blanco Telperion, trabajado de plata y malaquita, con flores hechas de las grandes perlas de Balar [3]. Y más allá de la Puerta en un amplio pasillo pavimentado con mármol, verde y blanco, había arqueros de pie con mallas de plata y casco blancos encrespados, cien a cada lado. Entonces Elemmakil condujo a Tuor y Voronwë a través de sus filas silenciosas, y ellos se adentraron sobre un largo camino blanco, que corría directamente hacia la Sexta Puerta; y como ellos fueron la hierba césped se hacía más amplia, y entre las estrellas blancas de uilos allí habían muchas pequeñas flores como ojos de oro.

Entonces ellos llegaron a la Puerta De oro, la ultima de las puertas antiguas de Turgon que fue hecha antes de la Nirnaeth; y esta era muy parecida a la puerta de Plata, salvo esto las paredes habían sido construidas de mármol amarillo, y oro y el parapeto era de oro rojo; y había seis esferas, y en medio sobre una pirámide de oro había sido puesto una imagen de Laurelin, el Árbol del Sol, con flores hechas de topacio en los largos racimos sobre las cadenas de oro. Y la Puerta misma había sido adornada condiscos de oro, irradiaban mucho en la forma del Sol, poniendo entre los dispositivos granate, topacio y diamantes amarillos. En el pasillo de más allá habían trescientos arqueros puestos en orden con largos arcos, y sus mallas eran doradas, y altos penachos de oro se elevaban de sus cascos; y alrededor suyo grandes escudos rojos como el fuego.

Ahora la luz del sol irradiaba sobre el remoto camino, puesto que las paredes de las colinas eran bajas a ambos lados, y verde, para las nieves de sus cimas. Y Elemmakil se apresuró adelante, ya que el camino era corto hasta la Séptima Puerta, llamada la Grande, la Puerta de Acero que Maeglin hizo después de la vuelta de el Nirnaeth, a través de la amplia entrada a la Orfalch Echor.

Ninguna pared estaba de pie allí, pero a ambos lados había dos torres redondas de gran altura, muchas ventanas abiertas, alineadas en siete pisos a una torrecilla de acero brillante, y entre las torres allí había de pie una valla poderosa de acero que no se oxida, pero el brillo frío y blanco. Siete grandes pilares de acero allí estaban, altos con la altura y el contorno de jóvenes árboles fuertes, pero terminando en un punto amargo que se eleva con la agudeza de una aguja; y entre los pilares habían sido puestos siete travesaños de acero, y en cada espacio siete veces siete barras de acero todas derechas, con cabezas como las amplias láminas de cañas. Pero en el centro, encima del pilar central y el más grande, había sido levantada una imagen poderosa del gobierno del rey Turgon, la Corona del Reino Oculto, hecha con diamantes.

Ninguna puerta o ninguna puerta podría Tuor ver en este seto poderoso de acero, pero cuando él se acercó por los espacios entre sus barras allí vio, le pareció, una luz deslumbrante, y él protegió del sol sus ojos, y no se movió por el temor y la maravilla. Pero Elemmakil fue adelante, y ninguna puerta se abrió a su tacto; pero él golpeó sobre una barra, y la valla sonó como un arpa de muchas cuerdas, produciendo sonidos en adelante claros en armonía que corrían de torre en torre.

Inmediatamente allí salieron los vigías de las torres, pero antes de la torre del norte vino uno sobre un caballo blanco; y él desmontó y cruzó caminando entre ellos. Y tan alto y noble como era Elemmakil, mayor y más arrogante era Ecthelion, el Señor de la Fuente, el entonces era el Guardián de la Gran Puerta [4]. Todo de plata estaba él vestido, y sobre su casco brillante allí había sido puesto un punto de acero puntiagudo con un diamante; y cuando su escudero tomó su escudo este brilló como si este hubiera sido mojado con gotas de lluvia, que eran de verdad como mil tachones de cristal.

 

 


Notas.

1: En el Silmarillion nada es dicho expresamente acerca del idioma de los Elfos de Gondolin; pero este pasaje sugiere que para algunos de ellos el Alto idioma (Quenya) estuviera en el uso ordinario. Esto es declarado en un tardío ensayo lingüístico que el Quenya estaba en el uso diario en la casa de Turgon, y era el idioma de la niñez de Eärendil; pero esto 'para la mayoría de la gente de Gondolin se había convertido en una lengua de libros, y como los otros Noldor ellos usaban el Sindarin en el habla diario'. Cf. El Silmarillion: después de el edicto de Thingol 'los Exiliados toman la lengua Sindarin en todos sus usos diarios, y el Alto idioma del Oeste fue hablado sólo por los señores de los Noldor entre ellos. Aunque aquel idima sobrevivió algún tiempo como una lengua de ciencia, en cualquier parte donde alguna de aquella gente moraba.'

2: Estas eran las flores que florecían en abundancia sobre los túmulos funerarios de los Reyes de Rohan debajo de Edoras, y la que Gandalf llamo en la lengua de los Rohirrim (como traducido en el Viejo inglés) simbelmynë, que es 'Siempre-Viva', 'ya que ellas florecen en todas las estaciones del año, y crecen donde los muertos descansan'. (Las Dos Torres III 6). Sólo el nombre Élfico uilos es dado en este pasaje, pero la palabra es encontrada también en Amon Uilos, como el nombre Quenya Oiolossë ('Siempre nieve Blanco', la montaña de Manwë) había sido dado en Sindarin. En 'Cirion y Eorl' la flor tiene otro nombre élfico, alfirin.

3: En el Silmarillion se dice que Thingol recompensó a los enanos de Belegost con muchas perlas: 'Estas Círdan se las dio, ya que ellos habían llegado en gran número sobre las aguas no profundas de la Isla de Balar.'

4: Ecthelion de la Fuente es mencionado en el Silmarillion como uno de los capitanes de Turgon quien protegía los flancos de las huestes de Gondolin en su marcha bajo el Sirion de la Nirnaeth Arnoediad, y como el que asesinó a Gothmog, el Señor de los Balrogs, por quien él mismo fue muerto, en el asalto sobre la ciudad.

 

Proporcionado por Enrique