Por: Francisco Peña
To2 Octubre 30 de 1999.- Ciudad de México.-
Durante
años, muchos artistas gráficos e ilustradores del más alto nivel han enfrentado
el reto de visualizar Valinor y la Tierra Media en Arda. Por consiguiente,
apegándose o no a las descripciones de Tolkien, han surgido de su imaginación
los rostros de Gandalf, Melkor, Galadriel, Fingolfin, Frodo, Gollum, el Balrog
de Moria, Gimli, Saruman, Isildur, Sauron, Elendil, Melian la Maia y Elu Thingol,
Tuor e Idril Celebrindal, Beren y Lúthien, Aragorn y Arwen Undómiel entre
muchisimos más.
Todas estas variantes artísticas y gráficas han alimentado la imaginación
de los lectores a lo largo de más de 40 años de la publicación de la Trilogía.
Aun los intentos cinematográficos de la fallida cinta animada de Ralph Bashki
se pueden sumar a este conjunto.
Pero esta serie de películas, aunque basadas en una concepción gráfica, tendrán la "dureza" definitiva de un rostro humano real. La imagen de los personajes quedará "asociada" a la fisonomía de un actor o de una actriz. En ese sentido, entre los lectores se han desatado polémicas por la elección de tal o cual persona para representar a algunos personajes.
Por ejemplo, para el
personaje de Galadriel –que nace en el apogeo de Valinor y recorre las Tres
Eras de Tierra Media hasta el final de El Señor de los Anillos y la
derrota de Sauron- se escogió a la actriz australiana Cate Blanchett (Oscar
y Lucinda, Elizabeth). La polémica arreció entre los fanáticos
porque visualizaban a Michelle Pfeiffer o a Gwyneth Paltrow como la princesa
Noldo hija de Finarfin y señora del bosque de Lothlorien.
Se discutió
sobre la edad del personaje –a favor de la madurez de Pfeiffer- o la inocencia
elfa –a favor de Paltrow-. También se argumentó que Cate Blanchett era mejor
actriz y expresaría la sabiduría final de Galadriel.
Pero hay un caso en donde los lectores
y fanáticos de Tolkien han coincidido en aplaudir la selección en el casting
para un personaje: se trata de la elección de Liv Tyler para representar
a Arwen Undómiel, la estrella del atardecer. Si bien no están
ya tan contentos del papel tan predominante que se le va a dar (nota de Oskarma)
Los lectores interesados coinciden en que la descripción física que Tolkien
entrega de Arwen es asombrosamente coincidente con el físico de Liv Tyler.
No es la belleza rubia de Galadriel, la estrella del amanecer; es la hermosura
castaña de la última joya del pueblo elfo.
En
cuanto a las dotes histriónicas de la Tyler, las reservas ante su participación
en Armaggedon se disipan al recordar a la vital e intrigante joven
de Belleza Robada, film del italiano Bernardo Bertolucci.
.
Resta ahora esperar
que la dirección de Jackson sea la adecuada para mostrar la fuerza y dinamismo
del universo creado por Tolkien, del cual forma parte Arwen Undómiel, que
ahora tendrá el hermoso rostro de Liv Tyler.
Pero, ¿quién es Arwen Undómiel? Por lo pronto, NO es una princesa guerrera
como pretenden algunos juegos de rol que piratean el nombre ya que
no es ese el personaje creado por J. R. R. Tolkien. Vamos por partes…
La imaginación del escritor inglés John Ronald Reuel Tolkien, el creador de
Tierra Media, compuso el ciclo de El Señor de los Anillos, publicado
en tres libros:
La hermandad del anillo
Las dos torres
El regreso del Rey
Esta saga ha tenido un éxito impresionante a lo largo de los años. Muchos
escritores de fantasía se han inspirado en ella y no faltan en este tipo de
libros los mapas detallados que muestran los lugares de la acción, los árboles
genealógicos, las distintas razas que pueblan un planeta y las batallas heroicas.
Pero la obra de Tolkien es mucho más compleja y extensa que la de cualquiera
de sus múltiples imitadores –reconocidos o embozados-. El profesor de anglosajón
creó hermosos idiomas para sus pueblos y para sus villanos, detalladas genealogías,
armas poderosas, ambientes mágicos y una compleja interrelación entre los
personajes entre otras cosas.
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En medio de ese tapiz narrativo, y centrando este texto en unos cuantos puntos
de su complejidad, hay que ver la posición del personaje de Arwen Undómiel.
Arwen es el final de una extensa cadena de relaciones entre los personajes
en su lucha contra el Mal representado por Melkor – Morgoth Bauglír y su sirviente
Sauron. Para Tolkien, que plasmó en su obra puntos religiosos y filosóficos,
la idea de la participación divina en la naturaleza humana era importante.
Las diferentes criaturas que surgen de la mente de Eru Ilúvatar - Dios tienen distintas características, e inclusive la rebelión del Mal forma parte de ellas. La suma de todo, inclusive la existencia de la Maldad, la muerte y el libre albedrío terminarán, en la Música Final del universo, por darle una mayor Gloria al Creador.
Pero el diseño original del universo está empañado por las semillas del mal
plantadas por el Vala Melkor. Para resarcir estos daños, una parte de la naturaleza
espiritual se mezcla con los hombres. El vehículo, en la obra publicada, para
que esa infusión de espiritualidad se de entre los hombres son cuatro específicos
matrimonios entre las razas creadas.
Eru Ilúvatar crea dos órdenes de seres espirituales: los Valar y los Maiar.
Estos seres espirituales pueden tener forma corporal y, de hecho, la adquieren
para formar el Reino de Arda (la Tierra). Para ordenar el caos de Arda bajan
dichos espíritus a la Tierra, tanto Valar como Maiar, tanto buenos como corruptos.
Ulmo habla con Tuor en la costa
de Vinyamar / El Silmarillion
La escena se narra con pormenores
en Unfinioshed Tales / Cuentos inconclusos
Luego de muchas vicisitudes en Arda, surgen los Niños de Ilúvatar: elfos y
hombres, los Quendi y los Edain. Los primeros habitarán Arda (la Tierra) hasta
el fin de los tiempos; los segundos tendrán la tarea de reparar los daños
del Mal y la abandonarán a su muerte para habitar otras regiones. Ambos Niños
de Ilúvatar se unirán con los Valar, los Maiar y las otras criaturas (enanos,
ents, hobbits) en la Música Final ante Eru.
Para enviar un rayo de la espiritualidad divina a los hombres para auxiliar
a la reparación de los daños causados por mal a la creación, Tolkien toma
el proceso de matrimonio entre miembros de distintos pueblos creados. Estos
matrimonios son de alto contenido simbólico y sólo ocurren en cuatro ocasiones
a lo largo de toda la saga.
El primero es el de Melian la Maia –del orden espiritual secundario- con el
Rey elfo Elwë Singollo / Elu Thingol. De esa unión surge la primera presencia
de un rasgo espiritual divino en las criaturas de Eru Ilúvatar: el resultado
es el surgimiento de Lúthien Tinúviel, que prefigura a Arwen.
Lúthien es el personaje más importante de la obra de Tolkien y, contra las
acusaciones de misógino que se han enderezado contra el autor, resulta que
es una mujer.
Esta mujer elfa, precisamente por tener ese rasgo espiritual divino dentro
de su sangre, es capaz de lograr lo que NINGÚN otro personaje de la obra completa
de Tolkien: derrotar ella sola al Mal encarnado en Melkor – Morgoth, aunque
sólo sea por un breve tiempo.
Este hecho se repite a menor escala y potencia en el enfrentamiento de Eowyn
de Rohan / Dernhelm contra el señor de los Nazgúl en la batalla de los campos
de Pelennor (El regreso del rey), pero este es un encuentro entre humanos.
Gandalf derrota al Balrog de Moria pero ambos son espíritus maiar. Sauron
es vencido en la Segunda Era por Elendil y Gil-galad combinados y con la ayuda
de Elrond e Isildur.
Solo Lúthien, una elfa, vence a un poder más grande que su propio pueblo,
ya que se enfrenta al más poderoso de los Valar.
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Es
precisamente Lúthien quien participa en el segundo matrimonio simbólico y
primero entre hombres y elfos. Se casa con Beren y escoge libremente el destino
de los hombres: como elfa viviría eternamente, pero al aceptar a Beren se
convierte en mortal y muere como los seres humanos. De esa unión surge Dior,
heredero de Thingol.
A partir de este momento, el árbol genealógico de los personajes se va ramificando
y nuevos personajes se incorporan. Basta decir que el tercer matrimonio simbólico
y tercero entre hombres y elfos sucede entre Tuor e Idril Celebrindal, hija
de Turgon, rey de Gondolin. De esa unión nace otro personaje significativo:
Eärendil.
Luego de estas uniones
viene la derrota de Morgoth. La participación de los hombres en ese enfrentamiento
es premiada con la creación de la isla de Númenor. El Rey de dicho lugar es
Elros Tan Minyatur.
Como se puede ver en los recuadros genealógicos contenidos en El Silmarillion,
Elrond y Elros son hermanos, descendientes del matrimonio de Earendil y Elwing,
hija de Dior. Este no es un matrimonio hombre-elfa porque Eärendil escoge
pertenecer a la raza de los elfos por la elección de su esposa Elwing. La
misma opción tienen sus hijos Elrond y Elros. Elrond escoge ser elfo, Elros
pide ser hombre.
Pero
a raíz de la separación de la mayoría de los numenoreanos de la Divinidad
y al abrazar la adoración de Melkor – Morgoth por las seducciones de su sirviente
Sauron, Numenorë se hunde en el mar. Sólo unos pocos sobreviven y llegan a
la Tierra Media: Elendil y sus hijos Isildur y Anárion –futuros reyes de Arnor
y Gondor-.
De los Reyes de Númenor, de los Señores de Andunië, de Elendil, de los Reyes
de Arnor y Jefes de los Dunédain desciende en línea directa Aragorn.
Pero en la Tercera
Edad hombres y elfos viven separados y son incapaces de contener al nuevo
mal encarnado en el segundo señor oscuro Sauron. La nueva alianza contra el
mal está impulsada por Gandalf el Gris, Olorin en el Oeste que ya está
olvidado.
Luego de la destrucción
del Anillo y la desaparición de Sauron se necesita restaurar el equilibrio
por medio de la última unión entre hombres y elfos, de donde provendrá una
renovación. Esa unión final está en manos de Aragorn y de Arwen Undómiel,
la hija de Elrond.
En este larguísimo contexto se ubica el personaje de Arwen Undómiel.
Al establecer una unión con Aragorn, Arwen afirma y restaura un hilo espiritual
de proveniencia divina en los hombres.
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No se trata de una
semejanza con la figura de Cristo, situación que Tolkien contempló incluir
de alguna forma dentro de su mitología en los últimos años de su vida, para
marcar la redención humana y la derrota final del mal. Esta idea está en un texto
contenido en The War of the Jewels: The Later Silmarillion. Part Two: The
Legends of Beleriand. History of Middle – Earth, Volumen XI. (Narración
de Finrod Felagund).
Los paralelismos entre
Lúthien y Arwen son remarcados por Tolkien. La semejanza física es sólo el
inicio. Aragorn conoce a Arwen en una situación similar al encuentro de Beren
y Lúthien. Los encuentros ocurren en un bosque mientras la doncella elfa baila.
Ambos hombres, al ver a la elfa la llaman Tinúviel (ruiseñor).
Pero lo importante es que tanto Lúthien como Arwen renuncian por decisión
propia a su pertenencia al género elfo y, por lo tanto, a su condición de
inmortales. Por amor a su pareja deciden abrazar al género humano y compartir
su destino: la muerte, la salida de la Tierra – Arda y la vida en otro lugar
mientras llega la reunificación final.
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Además, tiene el valor de mostrar el
final de Aragorn y el destino de Arwen al final de su reinado. El texto es "Here follows
a part of the Tale of Aragorn and Arwen". The Lord of the Rings /
The return of the King. Ballantine Books Edition. 58th. Printing, january
1978. pp. 420 – 428.
Otro punto que se debe remarcar es como Tolkien refuerza el concepto
de ciclo terminado con el personaje de Arwen.
Dentro de la Trilogía se da un encuentro entre el enano Gimli y Éomer, futuro
rey de Rohan. El punto de discusión es la belleza de Galadriel, a la cual
el enano reverencia mientras que Éomer desconfía. Este punto de roce queda
latente hasta que, luego de la derrota de Sauron, Éomer decide resolverlo:
De esta forma, surge el significado profundo del personaje de Arwen. A partir
de su elección y sacrificio personal, el equilibrio general se recupera y
hay un paso evolutivo hacia adelante dentro de la mitología de Tolkien. Arwen
renuncia a su pueblo y marca el inicio de la preeminencia humana. Pero para
los elfos Arwen simboliza el final de su estancia en la Tierra Media y el
regreso obligado a Valinor.
Galadriel, nacida en Valinor, en Aman,
es la estrella de la mañana cuando los elfos eran jóvenes y su existencia
no estaba marcada por el sufrimiento. Arwen es la estrella del atardecer,
el momento de mayor belleza y melancolía que marca el declinar de los elfos
en Tierra Media.
Tolkien remata uno de los hilos narrativos de su magna obra. Arwen es un personaje
rico en connotaciones no tanto por lo que se refiere a sus acciones sino por
lo que representa en este complejo tejido que es El Señor de los Anillos.
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