A G.B. Smith

[Mientras estaban en King Edward's School, Birmingham, en 1911, Tolkien y tres amigos SUYOS, Rob Gllson, Geoffrey Smith y Christopher 'Wlseman, formaron una sociedad extraoficial y semisecreta a la que llamaron  <<el T.C.B.S>>, iniciales de «Tea Club and Barrovian Society», alusión a la complacencia que experimentaban en tomar el té en la biblioteca de la escuela, aunque ello fuera ¡lícito, y en las tiendas Barrow, en 1as cercanías.  Después de abandonar King Edward's, los miembros del T.C.B.S. se mantuvieron en íntimo contacto, y en diciembre de I914 celebraron un "Consejo"en la casa de Wiseman en Londres, después de lo cual Tolkien había empezado a consagrar mucha energía a escribir poesía, resultado, según él lo creía, de los ideales compartidos y el mutuo estímulo del T.C.B.S. Wiseman estaba a la sazón sirviendo en la Marina; Gllson y Smith fueron enviados al Somme, y Tolkien llegó a ese campo de batalla como oficial de transmisión de señales del Undécimo Cuerpo de Fusileros de Lancashire, justo cuando empezaba la ofensiva aliada del 1 de julio.  Ese día Rob Gllson fue muerto en acción, pero la noticia de su muerte no llegó a los miembros del T.C.B.S. hasta después de transcurridas algunas semanas.  Geoffrey Smith le envió a Tolkien una nota acerca del hecho, y luego le hizo llegar una carta de Christopher Wiseman.]

 

12 de agosto de 1916
Undécimo Cuerpo de Fusileros de Lancashire,
B.E.F., Francia

Mi viejo querido Geoffrey:

Muchas gracias en verdad por la carta de Christopher.  He pensado en muchas cosas desde entonces, en su mayoría incomunicables en tanto Dios no nos vuelva a reunir aunque sea por un rato.

No estoy de acuerdo con Chris, aunque, por supuesto, no dice mucho.  Estoy del todo de acuerdo, claro, con la parte que tú subrayaste; pero, aunque resulte extraño, para nada ahora con la que yo señalé y comenté. Me interné en el bosque -estamos en el campamento otra vez de vuelta del segundo turno de trincheras, todavía en la misma vieja sección donde nos vimos anoche y también anteanoche- y allí me senté a meditar. No puedo apartarme de la conclusión de que está mal confundir la grandeza que Rob ha ganado con la grandeza de la que él mismo dudaba. Él mismo sabrá que me limito a ser sincero y que de ningún modo soy infiel al cariño que siento por él -del que sólo me doy cuenta ahora, cada día más y más, desde que ha abandonado el cuarteto- cuando digo que ahora creo que si la grandeza a la que los tres aspirábamos (y aspirábamos a ella más que a la santidad o a la nobleza por sí solas) es la suerte que le toca al TCBS, la muerte de cualquiera de sus miembros no es sino un golpe amargo para aquellos a los que no les cabía la grandeza, cuando menos de modo directo.  Quiera Dios que esto no suene arrogante; me siento ahora más humilde en verdad, e inmensurablemente más débil y más pobre.  La grandeza a la que me refería era la de ser un gran instrumento en las manos de Dios, un promotor, un hacedor, un ganador incluso de grandes cosas, un principiante aun en la menor de las grandes cosas. La grandeza que Rob ha alcanzado de ningún modo es menor -pues aquella a la que yo me refería y esperaba tembloroso como la nuestra carece de valor, a no ser que uno se acerque a ella con la misma limpieza de valiente sufrimiento y sacrificio-, pero es de especie diferente.  Su grandeza es ahora, en otras palabras, una cuestión personal nuestra -de una especie que hará del 1 de julio un día especial para todos durante todos los años que Dios nos conceda-, pero sólo afecta al TCBS en el aspecto que quizá -es posible- era el único que Rob verdaderamente sentía: «La amistad elevada a la enésima potencia».  Aquello a lo que yo me refería, y creo que Chris también y estoy casi seguro de que tú también, era que al TCBS se le había concedido una cierta chispa -como cuerpo, si no a cada uno aisladamente- destinada a encender una nueva luz o, lo que es lo mismo, reencender una vieja en el mundo; que el TCBS estaba destinado a dar testimonio de Dios y de la Verdad de un modo más directo aún que el ofrecimiento de sus varias vidas en esta guerra (que, a pesar de todo el mal que por ella nos advenga, es, desde una perspectiva más amplia, buena en su oposición al mal).

Hasta ahora la impresión que en mí prevalece es que algo se ha quebrado.  Siento lo mismo respecto de vosotros dos, si acaso más cerca y con suma necesidad de ambos; estoy hambriento y solitario, por supuesto, pero ya no me siento ahora miembro de un pequeño cuerpo completo.  Honestamente, siento que el TCBS ha terminado, aunque no estoy seguro de que no sea ése un sentimiento poco confiable que se desvanecerá como por arte de magia tal vez cuando volvamos a encontrarnos.  Con todo, me siento ahora un mero individuo, con intensos sentimientos más que con ideas, pero muy impotente.

Por supuesto, Puede que el TCBS haya sido todo lo que soñamos y su obra en definitiva sea llevada a cabo por tres o dos o un sobreviviente, y la parte correspondiente a los demás sea confiada por Dios al portador de la inspiración que sabemos que todos obtuvimos Y obtenemos cada cual de los demás.  Sobre esto ahora deposito mis esperanzas, y ruego a Dios que los elegidos para llevar adelante la tarea del TCBS, no sean menos de tres ....

Sin embargo, tengo miedo y me lamento por ello -aparte de mis propios anhelos personales- porque no pierdo todavía la esperanza y la ambición (rudimentarias y nubladas, lo sé) de las que fui consciente por primera vez en el Consejo de Londres.  El Consejo fue seguido en mi caso, como lo sabes, por el hallazgo de una voz para toda clase de cosas reprimidas y una tremenda abertura de todo para mí: siempre lo he atribuido a la inspiración que aun unas pocas horas pasadas juntos los cuatro nos han procurado.

Ahí tienes: me he sentado solemnemente y he intentado decirte con sequedad lo que pienso.  Lo he hecho sonar frío y distante; y si resulta incoherente, ello es consecuencia de que ha sido escrito en sucesivas ocasiones en medio del ruido de un muy aburrido rancho de la Compañía.

Envía ésta a Chris, si consideras que ello vale la pena.  No sé cuál va a ser nuestro próximo movimiento ni qué es lo que se nos reserva.  El rumor está tan activo como el universal cansancio de toda esta guerra lo permite.  Me gustaría saber dónde estás.  Por supuesto, trato de adivinarlo.

Podría escribir una carta enorme, pero tengo un montón de tareas por delante.  El bedel está detrás de mí para tramar una confabulación, y me esperan dos encuentros con el oficial del Servicio de Intendencia y un detestable desfile a las 6.30, a las 6.30 de la tarde de un domingo soleado.

Tuyo,

John Ronald.