Por Ezequiel Costa
En diciembre del año 2000 nos fuimos a pasar las vacaciones a San Martín de los Andes, una pintoresca población enclavada al pie de la cordillera de los Andes, en la provincia de Neuquén, en el sur de Argentina. Es un paisaje de ensueño: Las cabañas se levantan a la vera del lago Lácar, rodeado de montañas y bosques con todos los verdes imaginables. Como recorríamos todo en bicicleta, siempre salíamos de la ciudad con una ruta diferente, de acuerdo al destino del día. En una de las tantas salidas, nos cruzamos con una chocolatería artesanal, con un cartel tallado en madera que rezaba:
"EL HOBBIT".
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Ahí nomás clavé los frenos de la bici y sentí la obligación de ver de que se trataba. Mayor fue mi sorpresa cuando advertí que estaba en un lugar "consagrado" al creador de la Tierra Media. Muchísimas referencias de todo tipo: figuras, carteles, libros, objetos de cualquier tipo. Para mí, lo mejor eran los recortes de diarios argentinos sobre Tolkien, enmarcados prolijamente detrás de un vidrio. Uno se detenía a leerlos y se encontraba con artículos amarillentos de las décadas del 60 y 70. Todo un privilegio y un hallazgo por mi parte. Hablando con el vendedor, me comentó que la gran culpable de todo aquello era la madre de él, que había contagiado a toda la familia la devoción por la lectura, en especial por John Ronald Reuel.
La cuestión es que nunca antes me había costado tanto irme de una tienda, y no para comprar, sino porque tenía ganas de quedarme y empezar a disfrutar toda esa especie de museo casero de nuevo. No sé si estaba bajo la influencia de aquel mágico lugar, pero los chocolates eran exquisitos, tanto que me guardé la bolsa de recuerdo.
Ah, antes de despedirme, si alguno de ustedes llega a pasar de viaje por San Martín de los Andes, además de respirar ese aire puro y de ver recorrer esos parajes increíblemente bellos, no olvide de pasar por "EL HOBBIT": Sitio que no figurará en ninguna guía de turismo, pero prometo que es un lugar que recordarán por siempre."