«El Señor de los anillos» sobrecoge Berlín

El musical, con un presupuesto de 5.600 millones, se representa hasta abril

Ana Alonso

 

 

Este artículo lo publicó EL MUNDO periodico sección Cultura el Domingo, 7 de febrero de 1999. Se pueden apreciar bastantes errores de traducción (supongo), y alguna incongruencia, pero he preferido dejarlo tal cual.

 

Corresponsal

BERLIN.- Si hay un lugar para la aventura y la imaginación en Europa, ese sitio ahora es Berlín. En el corazón de la movida de la capital alemana se levanta la Fantasy-Zelt (la Carpa de la Fantasía), escenario del espectáculo El Señor de los anillos, el musical del austriaco Bernd Stromberger sobre la creación de J.R.R. Tolkien.

«A los hobbits la aventura nos resulta sospechosa», canta el acomodado Bilbo (Bruno Grassini) en su hogar de Tierra Media, cuando el mago Gandalf le sorprende con un apasionante viaje a Mordor, «la tierra donde brilla la luna negra». Los espectadores se trasladan de la mano de Bilbo, y sus amigos gnomos y elfos, a un mundo que les devuelve a la infancia, donde los bondadosos pero extraños hobbits parecen papanoeles y los malvados (los orcos que protegen al Señor de la Oscuridad) bailan al son del heavy metal o se pelean como si practicaran tai-chi.

Con una coreografía original y muy cuidada, la estadounidense Denny Berry, asistente de Juerg Burth en su montaje de La Cage aux Folles, logra recrear el mundo imaginario que reproduce Tolkien en sus libros (El Hobbit, El Señor de los Anillos).

Los gnomos se mueven perezosamente, el mago se desliza por el escenario como si fuera etéreo, y Gollum, la extraña criatura que custodiaba el anillo mágico como si fuera un tesoro, salta como una rana a punto de convertirse en príncipe en cualquier momento. Gollum se ha enamorado del poder del anillo, que hace invisible a su dueño, y entona Mi tesoro, todo un canto al poder. «Anillo del poder, vivo para ti, mi anillo te serviré eternamente».

Nada de efectos

Los monstruos del espectáculo -con un presupuesto de 5.600 millones de pesetas- de la carpa fantástica, como el Gollum interpretado por John Davies, o el dragón Smaug, no son fruto de sofisticados efectos especiales, sino que son hijos del arte de unos actores con muchas tablas y de creadores como Rinaldo Olivieri y su hijo Jacopo, responsables de decorados y vestuario. Smaug, el dragón de cuatro cuerpos, vestido de rojo chillón y acatarrado como un fumador impenitente, víctima de su propio fuego, es la imagen del mal de los cuentos de hadas.

La idea de obra total, concebida por el músico Stromberger y la productora del espectáculo, la Fantasy Musical Zelt, se plasma desde que se traspasa el umbral de la carpa, en donde los habitantes de Tierra Media nos invitan a visitar su territorio. Una orquesta en directo y unos cuidados efectos visuales (el anillo refulge de tal forma que se refleja en tamaño gigante en la carpa) aportan al espectador más elementos para el disfrute de los sentidos.

Las canciones y los diálogos se alternan con los números acrobáticos de un conjunto de artistas rusos que aportan al espectáculo la magia del inexplicable mundo del circo. Criaturas seudohumanas se deslizan por el aire mientras el público, sobrecogido, espera que el Señor de la Oscuridad no se haga presente. Hasta el mes de abril, la Carpa de la Fantasía abre sus puertas en Berlín a los hobbits y sus amigos.

 


«Yo mismo soy un "hobbit"»

«En un agujero en el suelo vivía un hobbit». Desde que comenzó la lectura de las obras del escritor británico J.R.R. Tolkien (1892-1973), el joven austriaco Bernd Stromberger (1960) sonó con la música de la historia de los gnomos y los elfos. A Stromberger le fascinó el universo sobrenatural de Tolkien.

«Yo mismo soy un hobbit», solía decir el autor inglés. «Me gustan los árboles, la naturaleza...fumo en pipa, visto chalecos llamativos y adoro la comodidad».

Stromberger también podría ser un hobbit, pero de los aventureros como Bilbo. Primero consiguió su empeño de hacer una reinterpretación de La flauta mágica de Mozart (Mozartmanía, también llamado Traunmanía). Después su objetivo era El Señor de los Anillos. Hace más de cinco años envió las tres primeras canciones del espectáculo a los herederos de Tolkien y logró su apoyo para seguir adelante. En tan sólo seis meses compuso toda la obra y obtuvo el visto bueno para la producción alemana.

 

 

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