Mundo, razas y género en Tolkien
(interpretado política, económica y socialmente)

Por Michael Skeprnides

Traducido por: Gandalf

 

        Para quien haya leído “El Hobbit”, “El Señor de los Anillos” o “El Silmarillion” y otros trabajos asociados, la introducción al maravilloso mundo de la Tierra Media – su historia y personajes parece sugerir  una remarcada y poderosa alegoría en materias tales  como la genealogía  de los géneros, razas y religiones. A pesar de la insistencia escrita de Tolkien respecto a la contrariedad de  “El Señor de los Anillos”; el trabajo de Tolkien es el producto de un visionario que fundamentalmente  nos presenta un mundo alternativo usando factores de nosotros mismos como queriendo, quizás, dar un significado de conceptualización  a sus temas.

        Como una trilogía escrita por un autor masculino, uno debe tener en cuenta la teoría del género en la literatura y en la cinematografía de Laura Mulvey, y su poderosa concepción de la contemplación masculina. “El Señor de los Anillos” tiene de alguna manera una definitiva y cauvinística  apreciación de las mujeres como “damas”, quienes deben adherirse al proteccionismo masculino. Esto puede ser claramente visto en el carácter de Eowyn, quien representa el potencial de rebelión contra el sistema de valores masculinos que caracteriza al mundo de Tolkien. Dejando de lado su feminismo para tomar la apariencia de un soldado varón marchando hacia la “Batalla de los Campos de Pelennor”, y por el obvio énfasis de parte de Tolkien de realzar la importancia de su género en su enfrentamiento y derrota para con el  “Señor de los Nazgûl”; el lector es inmediatamente puesto en aviso de la poderosa contradicción interna entre la contemplación masculina de Tolkien; y de su creencia en el rol de la mujer.

“¿Obstaculizarme? Tú, tonto. ¡Ningún hombre viviente podría obstaculizarme!. Se mofó el espectro del anillo hacia el disfrazado soldado llamado Dernhelm, quien responde:

           “¡Pero ningún hombre viviente soy yo!. Estas mirando a una mujer” – Eowyn.

        Lo que es interesante aquí, es que Eowyn  debe revelar su género, y es este sobre énfasis de su género lo que dice mucho respecto a la visión que tiene el autor con respecto a la mujer. El “brillante cabello liberado de su lazo dorado sobre sus hombros” de Eowyn, una vez más demuestra la clásica convención de la contemplación masculina. De manera similar, en “El Mercader de Venecia” de William Shakespeare, la imagen de pura, virgen y hacendosa  hija que Shakespeare dibuja de Portia en las escenas de apertura de la obra, la imagen perfecta  de la contemporánea “dama” veneciana, es aplastada cuando Portia se viste a sí misma como un abogado varón en defensa de Antonio en contra del malvado Shylock y el vínculo. Evidentemente, vemos en ambas, Eowyn y Portia el no sospechado retrato de una mujer como un revolucionario social quien se rebela  en contra de las duras ataduras de un sistema patriarcal masculino. Tolkien y Shakespeare se revelan a sí mismos en la construcción de estas dos heroínas como sobrestantes de este sistema de valores masculinos. En ambos, “El Señor de los Anillos” y “El mercader de Venecia” vemos ambos, el sospechado retrato de una mujer, como Galadriel o Arwen en las representaciones tempranas de Portia, en contra de un retrato de mujer quien deja su feminismo de lado, tal como Eowyn o la posterior Portia.

        Irónicamente, Eowyn y Portia deben asumir características masculinas en orden de vencer al Señor de los Espectros del Anillo y a Shylock. Lo que alarmantemente vemos, es uqe las mujeres deben convertirse en hombres para  entrar en el mundo de los hombres que es la ‘guerra’ en “El Señor de los Anillos”, para Eowyn, y ‘Venecia’ para Portia, para vencer a la maldad de los hombres. Subsecuentemente, la localidad de Belmont en “El Mercader de Venecia”, como un seguro y establecido santuario contra los  problemas de Venecia que representa el ordenado mundo de las mujeres, tal cual como el hogar de Eowyn en Edoras que ella también deja atrás.

        De este modo, las mujeres en el mundo de Tolkien son retratadas  como puras y vírgenes damas, mucho de los cual también se puede ver en la tradición de Shakespeare, aún  Eowyn retrata una subversión de esta norma cultural, en quizás un énfasis por parte de Tolkien (y Shakespeare) en el potencial de una mujer en un tan rígido mundo patriarcal para engañar a los hombres y ser capaces de lograr lo mismo, sino mayor gloria que sus contrapartes masculinos.

        Se pueden encontrar representaciones alternativas del género  en el trabajo de Davis Edding, tal como “The Belgariad”, donde en personajes tan poderosos como la Hechicera  Estírica Sephrenia, la Reina Ehlahna de Elenia, y el alarmante retrato de ‘niñas pequeñas’, la Princesa Danae y Flauta como avatares mortales de la Diosa Infante Aphreal, vemos la dominación de la mujer sobre los deseos de los hombres. El Príncipe Sparkhawk responde a los deseos de estas mujeres, y en el rostro de su hija Danae como Diosa Infante apreciamos una perversión sobre la tradicional relación de un padre y un hijo. En Danae y Flauta como representativos mortales de la Diosa Infante Aphrael, la poderosa dotación y casual aceptación de Sparkhawk de su inferioridad hacia su hija suguire, quizás, una suerte de perversión pedofílica que es indicativa a todos los personajes del trabajo de Edding. En otro nivel, Sparkhawk como Annakha es revelado a ser el hijo de la entidad Bhelliom.  Para “El Señor de los Anillos”, el rol de hijo a padre está claramente dividido, aunque se hace claramente vago por las complejas relaciones  genealógicas entre los personajes, es decir – Arewn es hija de Elrond y nieta de Galadriel con Celeborn en Lórien. En “La historia de Aragorn y Arwen”, Elrond no aprueba el romance de Arwen con Aragorn basado en el hecho de difrencias raciales y culturales.

        Tolkien establece un estándar para el cruce – relaciones raciales en el género de fantasía moderna. La división Elfo/Enano, el casi total conocimiento de la inferioridad de ambos, Orcos y Trasgos como manifestaciones de la maldad manifestada en Saruman en Orthanc, y de Sauron en Mordor. Y las diferencias entre Hombres y Elfos están plenamente claras. Tolkien, evidentemente subordina la raza de los Hombres a la ‘luz’, y a la ‘inmortalidad’ a los Elfos quienes se encuentran en un creciente hastío de la Tierra Media debido a su Hogar Ancestral de Aman y la ‘luz de Valinor’, en el prohibido Oeste a través del mar.

        En “El Silmarillion”, el marchitamiento gradual del cansancio de los Elfos de la Tierra Media es hecho crónica mientras que las tendencias destructivas del hombre son ensalzadas  en el estilo Atlántido de destrucción del continente de Númenor. En “El Silamrillion”, los Enanos son la creación insubordinada del Valar Aulë. Creando esta raza antes que los Primeros Nacidos de Ilúvatar – los Elfos – conlleva la rabia del Padre de los Valar. “¿Por qué has hecho esto?” dice Ilúvatar a Aulë: “¿Por qué has hecho algo lo cual sabes está más allá de tu poder y autoridad?”. Y Aulë responde: “Como un hijo a su padre, te ofrezco estas cosas, el trabajo de las manos a las cuales tú creaste.” De esta manera vemos una explicación sobre las fricciones entre Elfos y Enanos como dos primeras razas opuestas muy diferentes la una de la otra.

        Para la llegada de los Hombres, Tolkien establece que ellos son ‘usurpadores’ y fáciles de subyugar – “los extraños, y los Inescrutables, loa malditos, los de mano pesada, los temerosos de la noche, los hijos del sol...”- Tolkien da, no obstante, una interesante  visión de la humanidad.

        En los trabajos de Tolkien,  el nacimiento de razas es primariamente catalizador entre la fricción social y la exploración. La relación de Aragorn con Arwen es inicialmente cuestionada por su padre Elrond, quien es él mismo mitad Elfo y mitad Hombre, mientras que Gimli y Legolas superan sus fricciones raciales para la conclusión de “El Señor de los Anillos”. Los Hobbits obtienen alguna suerte de reconocimiento mundial. Irónicamente, los Hobbits y sus costumbres se parecen mucho a las nuestras, mientras que los asuntos de los hombres – los Rohirrim y Gondor – están emparentados con los Elfos, Mordor y el hechicero Saruman, Bombadil, los Entes, etc, parecen muy distantes, alienígenos y melodramáticos. “Extrañas son las costumbres de los Hombres”, comenta Legolas a Gimli, y posteriormente, ambos realizan un ‘pacto’ cuando Legolas establece que sí ambos regresan  salvo de su jornada Gimli lo acompañará al bosque de Fangorn, y él, por su parte, acompañará a Gimli a las profundidades del Abismo de Helm.

        La Tierra Media, como nuestro propio mundo tiene sus inestabilidades raciales. Los Orcos son los hijos ‘oscuros’ del caído Valar Melkor, y se vuelven sinónimo con la maldad, el producto de siglos de cruzas genéticamente perversas criadas con los hombres bajo el amparo de Sauron, quien, como Hitler persiguió y perfecciono sus horrores científicos en la gente judía en Auschwitz. Los Elfos son el símbolo de la luz y la inmortalidad, y los hombres (y los Hobbits), tienen el potencial de la destrucción y subyugación – esto  es lo que al parecer Tolkien enfatiza al final de “El Silmarillion” y “El Señor de los Anillos”, ambos hacen un activo comentario de un final de una fase a una nueva, de la dominación de los Hombres mientras que los Elfos retroceden a y desaparecen más allá del mar.

        La conclusión de ambos, “El Silamrillion” y “El Señor de loa Anillos” proveen un mensaje poderosamente alegórico.  El fin de la “Guerra del Anillo”, como la Segunda Guerra Mundial traen un cambio socio político y cultural, el fascismo fue conquistado, pero la anterior sombra del poderoso tirano del Marxismo Fundamentalista Soviético y el Bolchequivismo aún sobreviven bajo el incompatible pacto entre los Poderes Democráticos y la USSR, la cual se deterioró durante la Guerra Fría. Los Elfos comienzan a marchar hacia el Oeste a través del mar, Sauron, como Hitler, se ha ido, así como el Oeste venció la sombra del Nazismo, así también los Reinos del Oeste de la Tierra Media derrotaron a las armadas orientales de Mordor. La batalla por la libertad en contra de la esclavitud y el totalitarismo en “El Señor de los Anillos”, es un paralelo directo de ambas Guerras Mundiales y las historia de la humanidad. La paz es conseguida a través de la paranoia cultural y social, Denethor es establecido como un símbolo de esta paranoia que amenaza la desunión de los esfuerzos colectivos en “El Señor de los Anillos”, cuando él toma su propia vida, como la USSR hizo cuando firmó su Tratado de Paz con la Alemania Nazi en contra de la alianza occidental que esperaba aislar y confinar el Nazismo; (lo cual Hitler traicionó con la invasión alemana a la USSR en la “Operación de Barabarossa” en 1943).

        Lo que “El Señor de los Anillos” parece sugerir, es que las diferencias sociales y raciales son vencidas cuando los intereses y libertades de cada cual se ven amenazados por la invasión. Tolkien provee un paralelo fantástico de ambas Guerras Mundiales en su novela, ya que él mismo establece en el prólogo  de la novela que esta no fue su intención. Últimamente, un mundo de fantasía como la Tierra Media puede ser formado solamente de las características del mundo real en orden para el autor de que conduzca su mensaje a un entendimiento y simpatía por parte del lector.

        Visto desde un contexto religioso, la Tierra Media de Tolkien tiene muchas y poderosas  asumiciones en la naturaleza de la religión que sirve como una poderosa mezcla de ambos, el Cristianismo Occidental y la Mitología Clásica. En “El Silmarillion”, la larga guerra entre Melkor y los Valar trae una poderosa semejanza a la caída de Satán desde el cielo y el deseo de regir la tierra en oscuridad como se aplica en el Apocalipsis. En Sauron y Saruman, vemos el deseo de poder y el establecimiento de un ‘culto’ ritualista. En Angmar, hay un Culto al Señor Oscuro, sacrificios paganos ofrecidos a Sauron y el Culto de Mordor – Sereg, el deseo del poder absoluto y las aspiración a ser dios como estado base sí la ideología detrás de la “Guerra del Anillo”, Suarón desea ser como Melkor (su anterior maestro), y Saruman como Sauron. La corrupción del poder forma una parte integral en la narrativa de “El Señor de los Anillos”, y el trabajo de Tolkien. La misma Galadriel admite su poderosa tentación en el Anillo de Frodo: “ ...Por muchos años me he cuestionado que debería hacer sí el Gran Anillo llegara a mis manos a mis manos, y ¡mira!, fue traído a mi puño”, le confidencia ella a Frodo. “Me darías el anillo por tu propia voluntad. En lugar del Señor Oscuro crearías una Bella y Terrible Reina...más fuerte que los cimientos de la tierra”.

        Por lo tanto, en el trabajo de Tolkien se nos presenta alguna clase de vaga exploración de la divinidad y religión. Los Elfos son Inmortales, hermosos – casi como dioses. En “El Silmarillion”, somos introducidos inmediatamente al enigma que es Eru, “EL UNICO”, quien creó a los Valar de un “vástago de su pensamiento”. Eru es configurado por Tolkien en la misma línea de nuestro comprensivo Dios – como desconocido y todo poderosa  fuente universal - , como Brahma, el supremo espíritu de la religión Hindú o el misericordioso Dios del Nuevo Testamento. Aún Eru y sus Valar también traen un poderoso paralelo clásico a Zeus – Rey de los dioses en el Monte Olimpo en la mitología Griega. En novelas de fantasía más recientes como la “Trilogía del Príncipe Dragón”, de Melanie Rawne, vemos la manifestación de ‘Dioses’ de los mitos Célticos y Druídas de la Europa Occidental (Gran Bretaña), y aú más enfatizados en el “Ciclo Pendragón” de Stephen Lawhead, que más que ninguna otra cosa representa los conflictos entre la creencia Druída y el esparcimiento del evangelio Cristiano en la Gran Bretaña post-románica.

        “El Señor de los Anillos” es un caleidoscopio de los mitos Célticos, Nórdicos y Teutónicos, así como también abarca técnicas medievales y góticas. En la construcción de los Hobbits, Tolkien celebra mucho la cultura rural de Inglaterra, mientas que a los Elfos, Enanos e incluso a los ‘hombres’, Tolkien les da su propia autonomía cultural, de lenguaje y una historia detallada.

        No obstante, la Tierra Media, es un mundo es su propio derecho creado usando factores de nuestro propio mundo al cual nosotros respondemos cuando de tiempo en tiempo re leemos el trabajo de Tolkien en la Tierra media. “El Señor de los Anillos” es una novela épica que resalta el importante rol de una raza no importante como los Hobbits en la victoria contra Sauron. Tal vez no entendamos la cultura de los Elfos, los Enanos y los Hombres de Gondor y Rohan, pero en los Hobbits, Tolkien ha creado uno de los personajes más íntimos dentro de la literatura inglesa. El lector responde a través de ellos, porque quizás ellos son un enlace literario para el lector con el mundo de Tolkien. Así como ellos aprenden muchas nuevas y maravillosas cosas acerca de su mundo, así también lo hace el lector, y a causa de esto, los Hobbits son quizás los representantes del lector en el mundo de fantasía de Tolkien. Sin ellos, “El Hobbit” y “El Señor de los Anillos” sería de otra manera un lugar confuso y complejo.

        Por último, en el trabajo de Tolkien, un lector puede interpretar muchos paralelos con nuestro propio mundo. Tolkien escribió casi la totalidad de “El Señor de los Anillos” a través de dos Guerras Mundiales, y seguramente la asombrosa realidad de la guerra debe haberlo inspirado en la escritura de la “Guerra del Anillo” (Nota del traductor: respecto a lo que se dice aquí debo discrepar con el autor de este ensayo debido a que el mismo Tolkien en una de sus cartas a su amigo Unwin, declara que para la fecha en que Inglaterra declaro la guerra a la Alemania Nazi, él se encontraba en uno de los períodos más críticos de la escritura de “El Señor de los Anillos”, debido a que había comenzado a reescribir, la continuación de El Hobbit, como la llamaba hasta ese entonces, muchas veces y deja en claro que aún no sabe en que dirección va la historia, y aún más le confía a su amigo que los penosos hechos, refiriéndose a la guerra, lo han desanimado aún más.) Ostensiblemente, la Tierra Media provee un escape de la realidad de nuestro propio mundo, ya que este ensayo solamente  ha tocado brevemente en la superficie de muchos enlaces alegóricos y similitudes con la sociedad contemporánea. Respecto a esto, un lector puede encontrar un solaz y un escapismo en “El Hobbit” y en “El Señor de los Anillos”, pero los problemas de la Tierra Media son y han sido los problemas de nuestro propio mundo – y esto, quizás pueda hacérselo dificultoso al lector. Lo que Tolkien nos ha dado es un mundo no muy diferente del nuestro, pero no obstante, diferente. Verdadero, la alegoría quizás no fue la intención que Tolkien quiso darle a su trabajo, pero no obstante esta ahí, haciendo al lector parte de aquel mundo. Tolkien, en “El Hobbit” y “El Señor de los Anillos”, exitosamente guía al lector a través de su mundo, reteniendo una posición de poder en la manipulación de nuestras simpatías y emociones. Como el sistema de narrativa clásica, el equilibrio está hecho pedazos, aún nos está del todo repuesto en sus estado anterior, y la novela concluye con un aire de incertidumbre. Finalmente, la Tierra Media de Tolkien es una experiencia poderosa e íntima, no importa cuán maravillosa y aportadora pueda ser, es el producto de una mente humana, e inevitablemente, del mundo real de la humanidad..