Tolkien animado

Christian Aguirre



La obra de Tolkien fue llevada varias veces al cine. En dos oportunidades por la dupla Rankin-Bass (Arthur Rankin-Jules Bass, productores que son una especie de Hanna-Barbera del cine de animación independiente) y Ralph Bakshi. Los primeros en dos especiales para televisión llamados The Hobbit y The Return of the King y el segundo en un largometraje llamado justamente The Lord of the Rings. Estas producciones son contemporáneas entre sí, lo que inmediatamente autoriza la sospecha de que hubo un duelo por ver quien llevaría la obra de Tolkien primero a la pantalla, más aún si se tiene en cuenta que la saga de Tolkien apareció décadas antes y los filmes tienen prácticamente pocos meses de diferencia entre sí. El orden en que se estrenaron fue: The Hobbit (noviembre 1977), The Lord of the Rings  y una pseudo-continuación al film the Bakshi, The Return of the King.

 

The Return of the King
Los dos telefilmes eran prácticamente desconocidos hasta hace muy pocos años. Ya habían sido editados en VHS a principios de los 90 pero no constituían más que rarezas para cinéfilos sin alcanzar el rango de obras de culto. Ahora tienen su versión en DVD y gozan de más popularidad pero esto es gracias únicamente al revival que acompaña a la trilogía de Peter Jackson. El film de Bakshi, aunque más conocido, nunca gozó de mucha popularidad así como tampoco el resto de la obra de ese genial director (hechos que se  detallarán más adelante).

El dúo Rankin-Bass

Pese a que los telefilmes de estos productores fueron realizados dibujo a dibujo con el método de la animación clásica y tradicional, Rankin-Bass erigieron su fama en base a la animación Stop-Motion, esto es la filmación de muñecos córporeos cuadro a cuadro. Estos films son objeto de un ultra-culto cinéfilo desde hace varios años con cientos de páginas homenaje en Internet y decenas de videos editados.

Arthur Rankin y Jules Bass se conocieron a finales de 1957. Rankin tenía una agencia de publicidad y Bass era un cliente. Pronto congeniaron de tal manera que fundaron su propia compañía, Videocraft Productions, más conocida para el mundo entero como Rankin-Bass, unión que perdura hasta la actualidad.

En 1958, muy impresionados con las producciones japonesas, especialmente con las del estudio Toei (que por entonces producía hasta cuatro largometrajes anuales) y con las de Mushi Productions (nada más ni nada menos que el estudio de Osamu Tezuka), emprenden un legendario viaje a Japón, un trayecto a todas luces “iniciático”. Las técnicas japonesas de muñecos y dibujos en acetato pronto formarían parte de sus producciones, incluyendo en su procutora a animadores japoneses que colaboran con ellos hasta el día de hoy. 


En algunas de sus co-producciones animadas, como Silverhawks y Thundercats, este toque japonés se nota bastante. Estas animaciones se aggiornaron a un sistema ultracomercial norteamericano (los temibles tiempos televisivos) y el resultado es un nivel un tanto superior que la media de calidad comercial de la animación televisiva (1).  Sus producciones en stop-motion comenzaron en 1960 con The New Adventures of Pinocho (Las Nuevas Aventuras de Pinocho, 1960).  Fueron 130 cortitos de 5 minutos. Pero el verdadero éxito empezó con el especial de navidad Rudolph, the Red Nosed Reindeer (la traducción al castellano se conoció como Rudolph, El Reno de la Nariz Roja) en 1964. Este y otros especiales navideños de Ramkin-Bass fueron muy populares entre los televidentes ya que consiguieron convertirse en un catalizador de esa fantasía mística qie rodea las navidades yanquis.  Iwao Takamoto, el legendario director artístico de Hanna-Barbera y creador de innumerables personajes para estos estudios, llegó a decir que Rankin-Bass se “habían adueñado de la navidad”. Fue la transformación en imágenes de todo un imaginario colectivo. 
The Return of the King

Rudolph... costó 500.000 $, fue filmado en 18 meses, se utilizaron 22 sets y cada muñeco articulado costó  5000 $ (hay que tener en cuenta que cada personaje principal tiene por lo menos cinco modelos). Entre otros especiales para televisión podríamos citar a Frosty the Snowman (Frosty El Muñeco de Nieve, 1969), cuya producción estuvo prácticamente a cargo de los estudios Mushi de Tezuka,  Santa Claus Is Comin´ To Town (Santa Claus Viene a la Ciudad, 1970), Here Comes the Cotton Tail (Aquí Viene Cola de Algodón, 1971), Jack Frost (1979),  Pinocchio´s Christmas (La Navidad de Pinocho, 1980) y  Rudolph´s Shinny New Year (El Deslumbrante Nuevo Año de Rudolph, 1976).

También produjeron largometrajes: Willie McBean and His Magic Machine (Willie McBean y su Máquina Mágica, 1965), con muñecos animados. The Daydreamer (aquí conocida como Soñando Despierto, 1966) con muñecos animados y secuencias con personas, The Wacky World of Mother Goose (El Loco Mundo de Mamá Gansa, 1966) en dibujo animado, Rudolph´s and Frosty´s Christmas in July (La Navidad de Rudolph y Frosty en Julio, 1979) y la más famosa de todas (y la mejor) Mad Monster Party (estrenada en Argentina como La Fiesta de los Monstruos, 1967, este cronista la vio a principios de los 70 y tenía un colorido espectacular).


Este film está diseñado por Jack Davis, uno de los míticos dibujantes de MAD y tiene guión de Harvey Kurtzman, el creador de MAD. Mad Monster Party es por supuesto  objeto de culto fanático  porque es uno de los mejores homenajes al cine fantástico que se hayan hecho jamás. Es cinefilia pura. Uno de los protagonistas es Boris Karloff en forma de muñeco, quien en reportajes posteriores comentó que disfrutó enormemente dando su voz a su propio muñeco.  El film está protagonizado por un tonto ayudante de farmaceútico llamado Seymour, el citado Boris Karloff, Drácula, El Hombre Lobo, La Momia, una parodia al Monstruo de la Laguna Negra llamado IT!, Dr. Jekyll y Mr. Hyde, Frankenstein y su Novia (caracterizada como una vieja loca) y en la apoteosis final aparece el más grande de todos: King Kong.

Rankin-Bass siempre han estado  a la  búsqueda de argumentos y técnicas innovadoras. Hasta que al final de los 70 decidieron volcarse a un público más adulto. Los nuevos diseños de films tendrían un tónica más oscura y los diseños de personajes un tanto alejados de los “bonitos” conejitos, renos y duendes. El nuevo desafío fueron las dos adaptaciones antes citadas de las obras de Tolkien.

Aparece El Hobbit

El Hobbit fue la primera adaptación audiovisual de una obra de Tolkien. Rankin-Bass sabían del riesgo que corrían al adaptar una obra que estaba sumando un culto de proporciones épicas desde hacía décadas, especialmente desde los 60, cuando toda una generación ansiosa de cambios “heroicos” se indentificó más que nunca con la obra de Tolkien.  Este telefilme animado, el más caro en la historia de la televisión (3.000.000 $), fue como casi todas las películas de Ramkin-Bass una coproducción entre Estados Unidos y Japón y demandó dos años de realización y la participación de más de 200 artistas.


El Hobbit
animado sale bastante bien parado.  Es muy fiel al libro de Tolkien pero adolece  de un problema que de seguro iba a ser insustituíble en esta producción: Rankin-Bass siempre ponen canciones a todas sus producciones. En este tema nunca hicieron concesiones. Primero porque aman la comedia musical y en segundo lugar porque incluir un repertorio musical les aseguraba prácticamente un lugar en la industria cinematográfica; una concesión obligatoria ante tanta experimentación técnica y argumental.

Los diseños están muy bien cuidados y están inspirados en la obra de uno de los más grandes ilustradores de fantasía: Arthur Rackham. Los personajes como Bilbo, los enanos y Gandalf tienen bastantes detalles, como sus arrugas o los pliegos de la ropa, temas bastantes complejos de animar. Para las producciones televisivas se emplea una técnica de animación que fue implementada a finales de los 50 en series como Cluth Cargo, Coronel Bleep y Space Angel y que Hanna-Barbera institucionalizaron: la ténica de “limited animation” o animación limitada, esto es no estar sujeto a los 24 fotogramas (y dibujos) por segundo, menor utilización de la paleta de colores, pocos detalles en la escenografía y repetición de algunas escenas de acción (por ejemplo cuando caen rocas, siempre cae la misma serie de rocas, o cuando una multitud corre, en donde se puede vislumbrar que las  primeras filas de personas comienzan a sucederse hasta el infinito).

Rankin-Bass siempre han utilizado este tipo de animación, con resultados dispares, como pasa en el Hobbit: escenas bien animadas y detalladas como el temible dragón Smaug del final, cuyo vuelo es impresionante y se ven con todo lujo sus escamas y demás detalles, combinadas con otras de un terrible estatismo, especialmente cuando dialogan entre sí algunos personajes.

Algunas Voces

En este especial hay voces sorprendentes que denotan que el estudio estaba jugando cartas muy fuertes. La voz de Gandalf es del gran John Huston, director entre otras “cosillas” de El tesoro de Sierra Madre, El Halcón Maltés y Moby Dick. La del dragón Smaug es Richard Boone, un gran actor que generalmente hacía de villano. El Rey de los Elfos es otro monstruo sagrado del cine: Otto Preminger, director de Anatomía de un asesinato y El Hombre del brazo de oro.

Fue emitido por primera vez el 27 de noviembre de 1977 por la NBC a las ocho de la noche.

 

El segundo especial, The Return of the King, es sin embargo, una caída muy grande. Hubo cierta picardía en este film, porque se aprovechó de la imposibilidad de Bakshi de continuar su obra y esta fue una especie de pseedo-continuación con resultados muy adversos. La animación es un poco más limitada y la dirección artística no es tan detallista como en El Hobbit. Se trata de una adaptación muy libre de la obra de Tolkien y está repleta de canciones. Pese a todo, el esfuerzo es enorme. Es más larga que el Hobbit y la producción sigue siendo onerosa, pero sin la calidad del especial anterior. 

Voces: la voz de Sam es de Roddy McDowall, el actor inglés que interpretó al cazador de vampiros Peter Vincent en La Hora del Espanto. Gandalf vuelve a ser John Huston.

Emitido por primera vez el 11 de mayo de 1980 por la cadena ABC.

Mr. Bakshi

Si hay alguien en el mundo del cine de animación que no ha sido reconocido como corresponde, ese es Ralph Bakshi.

Bakshi es de una escuela de realizadores como David Cronenberg: siempre fieles a su estilo,  tipos que están al margen de la estética comercial de moda. Verdadero transgresor que pudo quebrar una barrera (más que barrera, un campo de fuerza) mantenido durante decenas de años: logró que la animación mostrara la brutalidad, la depravación y otros temas tabú para este arte.

En la última década, con la revalorización del cine de animación para adultos (paradójicamente gracias al legado Bakshi) este gran creador está siendo sensiblemente revalorizado.  Pese a que fue un adelantado en el mundo de la animación, su estilo para animar y filmar es muy tradicional y se apoya en la realización manual de todo el film. Y aquí se produce otra paradoja: es uno de los tipos que más ayudó al mundo de la animación y en estos momentos es uno de los que más estancado está. Podríamos compararlo con un ejemplo vernáculo como Manuel García Ferré: el que más hizo por la animación en la Argentina es el que quedó más rezagado por aferrarse a lo tradicional, pese a no tener competencia alguna a nivel industrial. 

Bakshi comenzó a animar para los estudios de Paul Terry, en los famosos Terrytoons y otras creaciones de Terry como Super Ratón (Mighty Mouse) y Las Urracas Parlanchinas (Heckle and Jeckle). Fue nombrado director de animación cuando tenía solamente 25 años (en 1963). En estos estudios tuvo libertad creativa total y diseñó personajes tan increíbles como The Mighty Heroes, en donde se encontraban el hombre-cucú, el hombre tornado y el hombre soga entre otros, James Hound, un sabueso espía parodiando a James Bond (que era furor en los 60) y  Sad Cat, un gato tristón muy parecido en su semblante a Droopy.


También se hizo cargo de la segunda temporada de la versión animada de El Hombre Araña, en 1968, en donde impuso su estilo psicodélico y bizarro. La psicodelia en la dirección de arte ya estaba impregnada en los Terrytoons y lo acompañó siempre a lo largo de su carrera. En sus largometrajes este estilo de colores hipnóticos y estrambóticos tan comunes en los 60 continuó. Es como si nunca hubiera salido de esa década. Esto es visible en los films como Fritz the Cat (Fritz El Gato,1971), su debut como director de largos, Heavy Traffic (Idem, 1973), Coonskin (Piel Oscura, 1975), Wizards (Hechiceros de la Guerra, 1977), aquí emitida increíblemente sin pena ni gloria por el viejo canal de cable VCC, entre los años 1988 y 1990) y por supuesto The Lord of the Rings (El Señor de los Anillos, 1979).

La Saga de Ralph

Bakshi había leído la saga de Tolkien en 1956 y había quedado tremendamente impresionado. Siempre la visionó como un gran dibujo animado y su obsesión por llevarla al cine tomó forma a principios de los 70. Recorrió decenas de despachos y la respuesta fue obviamente, negativa. El peregrinaje de Bakshi se reforzó en los pasillos de United Artists cuando éstos adquirieron los derechos de la obra de Tolkien. El contacto final sería el productor Saul Saentz, un viejo conocido suyo, verdadero dueño de los derechos. A finales de 1975 el proyecto estaba aprobado.

"Desde el principio de este proyecto épico, yo era tremendamente consciente de que adquirí una responsabilidad muy especial en dirigir el film. Responsabilidad  a la memoria de su creador, a la de su familia... y a las legiones de admiradores de su obra. Millones de fans de Tolkien estarían automáticamente desconfiados frente a cualquier intento de Hollywood para producir El Señor... estarían dispustos a “anillar” nuestros cuellos, mandarnos en exilio a Mordor y hacernos volar a la otra parte del océano. Por eso mismo Saul y yo, en una esfuerzo por frenar cualquier decepción y asegurarles que se trataba de una producción ejemplar, fuimos personalmente a Inglaterra para presentarles nuestro plan de trabajo tanto a la familia Tolkien como a sus editores originales. Estábamos moralmente obligados por tratarse de una obra mundialmente famosa y esperábamos su bendición. Para mi alegría,  nos fue otorgado un voto toal de confianza y luz verde para el proyecto que habíamos imaginado".  Ralph Bakshi, 1979.


Saúl querido...

1965. "Una chica en la oficina me preguntó si había leído El Señor de los Anillos. Le contesté que no, que solamente había leído El Hobbit durante la segunda guerra mundial y que desconocía esa obra de Tolkien". Zaentz, entusiasmado e intrigado leyó la obra y quedó muy impresionado con este drama de espada y brujería. En esos momentos una adaptación al cine de esa obra era un hecho impensado, y  más si se tiene en cuenta que en ese momento Zaentz estaba abocado solamente a producir discos de jazz y descubrir grupos como Credence Clearwater Revival.  A partir de los 70 Zaentz se convirtió en un exitoso productor y hasta ganó un Oscar por Atrapado Sin Salida (One Flew Over The Cuckoos Nest,1971).

Zaentz siempre vió El señor de los anillos como un film de animación y al encontrarse con Bakshi, con la misma ansiedad de filmarlo, el proyectó comenzó a andar. Y muy rápidamente.

El Señor de los Anillos...animado

La versión de Ralph Bakshi es sencillamente magistral. Es fiel a la obra y sus personajes, y a la vez se adapta al tiempo cinematográfico, porque tengamos en cuenta que en los libros de Tolkien hay innumerables recorridos a pie y una hiperdescripción de los paisajes que son imposibles de trasladar.

Es indudable que Peter Jackson lo tomó como modelo para su gran film. El look de los personajes (rostros, ropa) es muy parecido (especialmente en Merry, Pippin y sobre todo en Gandalf), y quizás el parecido más asombroso sea el de los Jinetes Negros: en ambos films cuentan con titilantes y tenebrosos ojos rojos. Muchas situaciones del film de Jackson se asemejan al de Bakshi: las visiones tenebrosas de Frodo cuando toma el anillo, la escena de los hobbits debajo del árbol y el Nazgûl olfateando, las persecusiones de los Jinetes Negros, el combate con la criatura de tentáculos en la puerta de Moria, el combate mismo dentro de Moria, las olas en formas de caballos plateados en el vado, la conversación entre Frodo y Bilbo en Rivendel, entre otras.

Otro notable parecido es el de la criatura Gollum, que pese a que la aparición en el film de Jackson es muy breve, es más que suficiente para demostrar que está inspirado en el de Bakshi.


En cuanto a la dirección artística, lo más parecido entre ambos films son los primeros minutos, cuando todavía se encuentran en la Comarca.

La animación tiene la posibilidad de caricaturizar y potenciar al máximo los gestos y movimientos, al igual que en la caricatura se realzan y transforman todas las virtudes y defectos del caricaturizado. Bakshi utiliza esto de maravilla. Por ejemplo Sam es más torpe en sus movimientos y es visualizado tanto en sus gestos y pantomima a la manera de Lou Costello (del conocido dúo Abbot y Costello). Hasta en su rostro es parecido el personaje de Tolkien con el bufonesco personaje de los 50. En algunas conversaciones se forman silencios en donde una mueca lo dice todo, como en la secuencia que Frodo semidormido le lanza una sonrisa a Aragorn en un refugio nocturno.

Bakshi experto en la animación dibujo a dibujo, también utilizó un estilo de animación soprendente llamado rotoscopia, que permitía capturar en tiempo real el movimiento humano. Por eso causó sensación el film de Bakshi: los movimientos eran asombrosos y los combates cuerpo a cuerpo eran de un realismo increíble (2).

En el film también se producen impresionantes paneos y travellings circulares como aquella secuencia en donde la comunidad del Anillo es rodeada por enemigos  y sus flancos protegidos por antorchas rebosantes de fuego. Movimientos de cámara que anticipan en años los actuales paneos digitales.

El film de Bakshi es terriblemente lúgubre, se podría decir hasta con toques nihilistas en su concepción. En todo el film hay una super abundancia de colores ocres, con todas las tonalidades de marrón que simulan el color del óxido dando un toque asfixiante y desesperante. Esto se nota en la muerte de Boromir, en donde el fondo parece el de una película apocalíptica: tierras arrasadas por la radioactividad.

En el film aparece un elemento que fue citado anteriormente y que se puede ver en casi todos sus films: la psicodelia, un cordón umbilical con los 60. Explosiones lumínicas de formas ondulantes y zigzagueantes aparecen en todo el film, por ejemplo en el combate de rayos entre Gandalf y Saruman en Isengard, del anillo de Galadriel salen centellas y relámpagos multicolores (en un pequeñísimo homenaje al corto protagonizado por el ratón Mickey en El Aprendiz de Hechicero, del film Fantasía, 1940), la visión en el espejo de Galadriel que comparten Frodo y Sam y cuando los Jinetes Negros destrozan las camas en busca de los hobbits en la posada: todo el fondo desaparece y se inunda de una luz enceguecedora. Por momentos parece el film de Roger Corman El Viaje (The Trip, 1966), donde Peter Fonda se entregaba a las visiones monstruosas del LSD.

Esta versión animada de El Señor de los Anillos comprende un volumen y medio de la saga de tres de la obra de Tolkien, esto es La Comunidad del Anillo por completo y la mitad de Las Dos Torres. Costó 8 millones de dólares y fue un éxito de taquilla. Entonces ¿que pasó con la segunda parte, planeada para estrenarse en 1980?. Todas las partes son reticentes al hablar sobre ello. La versión más firme es que se quedaron sin dinero ya en esta primera parte, y si se mira con detenimiento, en los últimos 20 ó 25 minutos se nota un cierto desgaste del dibujo y una sobreutililización del rotoscopio. Prácticamente son humanos calcados y no animados con rotoscopia. Otra cuestión notoria es su final, muy abrupto por cierto. No quisieron arriesgarse a hacer la segunda, y esta decisión corrió (según rumores) casi exclusivamente por cuenta de Saul Zaentz. No creyó en la segunda parte.

Algunas Voces

Hay algunos conocidos en el doblaje de El Señor de los anillos. Aragorn es interpretado por John Hurt, aquel viajero de la nave Nostromo que muere al estallar su pecho por culpa de un maldito alienígena. Estamos hablando de Alien, por supuesto. La voz del elfo Legolas es de Anthony Daniels, el robot dorado C3PO de la saga de Star Wars. Quien interpreta a Elrond es un gran actor inglés asiduo a la productora de horror Hammer llamado André Morell (3).

Datitos para Cinéfilos

En la secuencia de la cantina donde Frodo hace una de sus primeras paradas y posteriormente se encuentra con Aragorn, hay mucha gente cantando y bailando: parte de ellos animados, la mayoría humanos bañados en un collage de colores. Entre esa multitud hacen su aparición dos enanos íconos de la clase B: Felix Silla y Angelo Rossitto. El primero es el famoso Tío Cosa de la serie Los Locos Addams. El segundo amigo personal de Bela Lugosi (trabajó con él en cine) y que hizo innumerables apariciones fílmicas (4).

Otros intentos

Según la revista oficial El Señor de los Anillos publicada en 1979 por la editorial Warren (editora de Creepy, Eerie, Vampirella y Famous Monsters of Filmland de Forrest Ackerman), Stanley Kubrick habría planeado filmarla con actores (los Beatles), y los estudios Disney tenían pensado hacerla como un film de animación, pero ante la magnitud del proyecto se echaron atrás. El que se lanzó a fondo con el proyecto a principios de los ’70 fue John Boorman. Este director había sido nominado al Oscar por Deliverance (aquí conocida como Amarga Pesadilla) y pasó a ser bastante conocido, lo que le dio un ligero impulso a la hora de entablar negociaciones. En esos tiempos quien tenía los derechos era los estudios United Artists.

Boorman comentó: “Justo cuando estaba preparado para hacerla, la United Artists estaba pasando un muy mal momento económico. No tenían dinero y como si fuera poco la película era muy cara de producir. Por un momento Disney se interesó en el proyecto, pero todo languideció muy pronto. Luego recurrí a la productora Tri-Star. Justo en ese momento los derechos los adquiere Saul Zaentz, quien produjo posteriormente la versión animada. Fui autorizado a ofrecerle un millón de dólares por los derechos, pero Zaentz quería más. Tri-Star no pagaría más que lo ofrecido .”

 

Según comentarios del propio Boorman, Tolkien era reacio a permitir que alguno de sus libros fuera filmado, pero si eso aseguraba un futuro para sus nietos lo haría. Y así lo hizo.

“Me escribió para preguntarme como la iba a hacer, si con actores o animación. Le conté que iba hacerlo con actores. Me volvió a escribir diciéndome: “Estoy aliviado, porque tuve la pesadilla de que sería animado”. Una paradoja realmente increíble.

Bakshi estaba enterado de la movida de Boorman y esto fue uno de los motivos por el cual se metió de llenó en su adaptación: "supe que Boorman había hecho un guión. United Artists de alguna manera se había hecho con los derechos, nunca supe como. Él iba a hacer la trilogía en un solo film, iba a destruir personajes, eliminar muchos otros y si uno es un fan de Tolkien, no puede permitirlo. Leí a Tolkien más de quince veces, y cuando me enteré de todo esto llamé a la United Artists para que desistieran de este proyecto tan ridículo con Boorman. Por suerte todo terminó en manos de Zaentz quien ya me había financiado Fritz El Gato".

Enfurecido, Boorman se bajó del proyecto y contó (calentísimo) que nunca había visto el dibujo animado. "Todo lo que aprendí, los problemas técnicos que tuve que resolver cuando planeé El Señor de los Anillos lo volqué en Excalibur (1981). Esa fue mi recompensa". Dicho sea de paso, Excalibur es un film excelente.

La nueva Era

Cabe aclarar que sin la autorización de Zaentz, la saga fílmica que se está llevando a cabo  sería hoy una anécdota cinéfila. Uno de los fundadores de la New Line Cinema, Bob Shaye, llamó personalmente a Zaentz por el tema de adquirir los derechos para filmar la legendaría saga de fantasía heroica. En esa misma llamada le comentó como sería este proceso de filmación y que a cargo de la dirección estaría Peter Jackson. Como será, que el mismísimo dueño tuvo que negociar personalmente.

Poco tiempo después, Zaentz pasó toda una tarde con Peter Jackson y su señora. "Uno podía ver que era gente muy apasionada e inteligente. Este era el proyecto de sus vidas y solamente ellos podrían llevalo a cabo", diría Zaentz más tarde refiriéndose también a los productores. En esa misma tarde Jackson recibió la bendición (y la implícita autorización), como si Zaentz fuera una especie de Don Corleone cinematográfico (5).

A lo largo de los años  tuvo muchos acercamientos, de muchas productoras por los derechos. Algunos querían filmarla en un año, otros en una película de dos horas...imposible.

 

Más con Bashki


Allá lejos y hace tiempo

Este artículo va a ser escrito más que sobre una impresión reciente, desde el recuerdo de una primera impresión.  Desde una proyección que logró dormirme en algún momento entre la partida de Bolsón y el enfrentamiento en Mordor, allá por el año ochenta y pico y rodeado de primos, en un cine raído y con olor a abuelo del barrio de Congreso. Pero también, desde una proyección que me hizo llevar uno de los sustos más grandes de mi vida con cada una de las apariciones de los Jinetes Negros, y en particular con un intento de atentado en una posada, del que Frodo y sus amigos apenas logran escapar remplazando sus cuerpos durmientes por un par de almohadas.

Desprolija, como el resto de la filmografía de Ralph Bakshi y -siendo sinceros, como la mayoría de las películas dentro de esa filmografía-, la versión animada de El Señor de los anillos probablemente sea recordada por los fans del libro como una experiencia tediosa, con algunos destellos de genio.

Sin embargo, maleables como son los recuerdos, mi memoria elige desterrar esos orcos patéticos vestidos con harapos en beneficio de ese par de momentos. 

Para no olvidar que se trata del mismo Bakshi al que debemos la adaptación a la pantalla de la irreverente Fritz, el Gato de Robert Crumb o la magistral Hielo y Fuego, basada en diseños de Frank Frazetta. O, por un caso, algunos de los episodios televisivos de El sorprendente Hombre Araña de fines de los 60. Aunque tan sólo fuera por honrar como se debe su experiencia y sus glorias pasadas, su inclinación a los proyectos marginales y su tenaz insistencia en explorar aquello que Disney descartaría sin pensarlo dos veces.

Por otra parte, si El señor de los anillos de Bakshi no le hace justicia a El Señor de los anillos de Tolkien (como tampoco se la hace el de Peter Jackson, por bueno que sea) no será tanto por una cuestión de fidelidad al texto autor o de negligencia del director, sino por una intrínseca incompatibilidad de géneros. El Señor de los Anillos de Tolkien está fraguada en el crisol de la literatura de Caballería y de la tradición oral, justo antes de que el romanticismo nos acostumbrara a ir al grano, a que cada escena no se extienda más allá de su punto de interés, a aquello del principio-nudo-y-desenlace. Allí donde el libro languidecía con eficacia y fruición sobre los detalles de la jornada, entreteniéndose en un banquete hobbit o demorándose en una tonada élfica,  la animación de Bakshi aburre con la torpeza hiperkinética de sus personajes. Es de esperarse que al momento de asistir a esta nueva versión tengamos suficientemente olvidado el libro como para abandonarnos otra vez a su historia, y que Jackson y sus compañeros de aventura hayan logrado apartar del original todo aquello que no le era esencial, para dejar sólo cuanto tiene de verdaderamente memorable.

GABRIEL BOBILLO

Dirección: Ralph Bakshi. Guión: Peter Beagle, Chris Conkling. Dirección de Fotografía: Timothy Galfas. Sonido: Stephen Katz. Producción: Saul Zaentz. Layout: Kevin Hannah, Dale Baer. Elenco: las voces de John Hurt, Christopher Guard, William Squire y Michael Scholes. Música:  Paul Kont, Leonard Rosenman. Montaje: Donald W. Ernst. Duración: 132 min.

Notas:

1- Otras series animadas (en acetato) del dúo muy famosas en Estados Unidos (y bizarras) son The Jackson Five (sobre Michael Jackson y sus hermanos) y The Osmonds (un grupo de hermanos disco-pop, urticantes y recalcitrantes que eran el ícono supremo de todo lo  yanqui y republicano del “american way of life”). VOLVER

2- Esta técnica, aunque sorprendente, no era nueva. Fue inventada por los míticos creadores de Betty Boop, los Hermanos Fleischer (Dave, Max, Joe), allá por 1916. Consistía en la filmación de actores en vivo y calcar sus movimientos dibujo a dibujo proyectados en un vidrio . Esto sucedió cuando crearon a Ko ko el payaso, siendo el mismo Dave Fleischer vestido de arlequín que servía de modelo para las filmaciones. La mecánica del invento fue realizada enteramente por Max, que en los días anteriores a sus primeras pruebas no pudo dormir de la emoción.
Fue patentado el 9 de Octubre de 1917 y se llamaba Method of Producing Moving Picture Cartoons. La empresa Disney lo utilizó siempre en sus producciones de largometraje. VOLVER

3- Uno de sus mejores films es La Maldición de los Zombies (Plague of the Zombies, 1966), donde interpretaba a un médico que descubría en una comarca oculta de Inglaterra una secta vudú que revivía a los muertos. VOLVER

4- Por ejemplo: Dracula Vs. Frankenstein en la versión de Al Adamson y en años recientes el enano capturado por la pandilla de niños salvajes de Mad Max III, dueño de Bartertown y cuyo transporte era un enorme mongólico acorazado, luego muerto en la Cúpula del Trueno. VOLVER

5- Zaentz produjo otros tantos éxitos: Amadeus, El Paciente Inglés, La Costa Mosquito y La Insoportable Levedad del Ser. VOLVER

 

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