Textos sobre la PAZ

 

 

 

"El hombre mutilado de su fraternidad es un árbol sin raíces y sin ramas, es una planta estéril...”

Ignazio Silone
Y El se escondió (1943), Città Nuova Ed., Roma, 2000

Puedo deciros esto: lo poco que sé no lo he aprendido en la universidad, sino en compañía de hombres como vosotros.

La fraternidad es la verdad sagrada del hombre.

El hombre mutilado de su fraternidad es un árbol sin raíces y sin ramas, es una planta estéril...

Para no morir es necesario que volvamos a descubrir la fraternidad.

Amigos, he venido para deciros esto; es necesario, es urgente estar juntos, encontrarnos juntos, crear en este país células vivas de hombres enteros, es decir, fraternos, defendernos del contagio de la muerte.

Os repito que es urgente.

Dentro de pocos días, también vosotros lo sabéis, estallará la nueva guerra de África y será una guerra fría, cínica, infame. El desprecio del hombre celebrará su triunfo. La protesta más eficaz, por nuestra parte no es un atentado individual que haga ruido, sino un acto de amistad y de fraternidad.

Yo he vuelto sólo por esto.

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“A través de la libertad de India, espero actuar y desarrollar la fraternidad de los hombres”

Mahatma Gandhi

Antiguas como las montañas, trad.it., S.Radhakrishnan, Edizioni di Comunità, Milano, 1963

“Para ver cara a cara al universal espíritu de la Verdad, que está presente en todas partes, es necesario ser capaces de amar al ser más humilde de la creación igual que a nosotros mismos. Y quien aspira a esto no puede permitirse mantenerse al margen de ningún campo de la vida. Por eso, mi devoción por la verdad me ha empujado a la política; y puedo decir sin ninguna duda, y con toda humildad, que quien dice que la religión no tiene nada que ver con la política, no sabe lo que significa religión.

Mi misión no es sólo la fraternidad de la humanidad hindú. Mi misión no es solamente la libertad de India, aunque sea esto lo que absorbe en la práctica toda mi vida y todo mi tiempo. A través de la actuación de la libertad de India, espero actuar y desarrollar la misión de fraternidad de todos los hombres.

Mi patriotismo no es exclusivo. Incluye todo, y yo reniego de ese patriotismo que trata de afirmarse sobre la miseria y la explotación de otras naciones. El patriotismo que yo concibo no vale nada, si no se concilia siempre, en todos los casos sin excepciones, con el mayor bien de toda la humanidad.

Queremos la libertad de nuestro País, pero no a costa de sacrificar o explotar a otros, no de degradar a otros países. No quiero la libertad de India, si eso significa la extinción de Inglaterra o la desaparición de los ingleses. Quiero la libertad de mi país para que otros países puedan aprender algo de mi país libre, para que los recursos de mi país puedan utilizarse en beneficio de toda la humanidad.”

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"Se está gestando un mundo nuevo. Pero hace falta un alma: el amor”

Chiara Lubich

“El planeta en la bifurcación”, en Città Nuova, 13 julio 2001, 14/2001, Roma

Vivimos en un tiempo de “cambio de época”, de gestación sufrida de un mundo nuevo. Pero es necesaria un alma: el amor.

(…) El amor –lo constato cada vez más en contacto con individuos y con grupos de religiones, razas, y culturas diferentes- está inscrito en el ADN de cada hombre.

Es la fuerza más potente, fecunda y segura que puede unir a toda la humanidad. Pero exige un cambio total de los corazones, de las mentalidades, de las propias elecciones.

Por otro lado, forma parte del sentir común de la vida internacional la necesidad de reconsiderar el sentido de la reciprocidad, uno de los puntos fundamentales de las relaciones internacionales.

Estos son tiempos en los que cada pueblo tiene que sobrepasar su propia frontera y mirar más allá, hasta amar el país del otro como el suyo propio.

Reciprocidad entre los pueblos significará entonces superar la antiguas y nuevas lógicas de individualismo y de propio beneficio, estableciendo relaciones con todos inspiradas en la iniciativa sin condiciones ni intereses porque se mira al “otro” como a uno mismo, parte de la misma humanidad, y en esta línea se proyecta el desarme, el desarrollo, la cooperación.

Nacerá una reciprocidad capaz de hacer que cada pueblo, también el más pobre, sea protagonista de la vida internacional, en compartir la pobreza y las riquezas.

Y no sólo en las emergencias, sino en la cotidianeidad.

Se desarrollarán identidad y potencialidades justo cuando las pongamos a disposición de los otros pueblos, en el respeto y en el intercambio recíproco.

Entonces sí, si los individuos y los gobernantes hacemos nuestra parte, podremos soñar en componer una única comunidad planetaria.

¿Utopía? El primero que habló de globalización fue Jesús cuando dijo: “Que todos sean uno”. No sólo, sino que nos ha hecho capaces de ese amor que tiene la fuerza de recomponer la familia humana en la unidad y en la diversidad.

Y basta abrir los ojos: porque en el mundo hay muchos “laboratorios” de esta “humanidad nueva”. ¿Será que ha llegado la hora de que adquieran una dimensión mundial?

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"A la opresión, a la explotación y al abandono, nosotros respondemos con la vida."

Gabriel García Márquez

Nobel Lecture, 8 December, 1982: “The Solitude of Latin America”, in Nobel Lectures in Literature 1981-1990, World Scientific Publishing Co., Singapore, 1994

A la opresión, a la explotación y al abandono, nosotros respondemos con la vida. Ni las inundaciones, ni las epidemias, el hambre y las catástrofes, ni siquiera las interminables guerras que han durado siglos, han podido vencer la fuerza incesante de la vida sobre la muerte. Es una ventaja que crece y acelera cada vez más: cada año las vidas que se encienden superan en más de setenta y cuatro millones las que se apagan, un número de nacimientos suficiente para multiplicar por siete cada año, la población de Nueva York. La mayor parte de esos nacimientos tienen lugar en América Latina. Al mismo tiempo los países más ricos siguen acumulando armas de destrucción capaces de aniquilar, más de cien veces, no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de las criaturas que han respirado y respiran en este desventurado planeta.

En un día como este, mi maestro William Faulkner dijo: “Me niego a aceptar el final del hombre”. No sería digno de estar en este lugar que ha sido suyo, si no fuera plenamente consciente que la colosal tragedia que él se negó aceptar hace 32 años , es ahora, por primera vez desde el inicio de la humanidad, nada más que una simple eventualidad científica. Delante está esta aterradora realidad que parecía una mera utopía durante toda la historia de la humanidad. Nosotros, los inventores de fábulas, que podemos creer casi todo, tenemos el derecho a creer que no es demasiado tarde para comprometernos a construir la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie podrá decidir por los demás cómo tienen que morir. Donde el amor demostrará que la verdad y la felicidad son posibles, donde los hombres condenados a cien años de soledad tendrán todavía, finalmente y para siempre, una segunda oportunidad en la tierra.

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“Es eterno sólo el deber hacia el ser humano como tal”

Simone Weil

Obbedire all’amore nella giustizia, Gribaudi, Torino, 1975

El objeto de la obligación, en el campo de las cosas humanas, es siempre el ser humano en cuanto tal.

Hay una obligación hacia cada ser humano, por el solo hecho de que es un ser humano, sin que ninguna otra condición sea necesaria; e incluso cuando él mismo no reconoce ninguna obligación.

Esta obligación no se fundamenta en ninguna situación de estructura social, ni en relaciones de fuerza, ni en la herencia del pasado, ni en la supuesta orientación de la historia. Porque ninguna situación puede suscitar una obligación.

Esta obligación no se fundamenta en ningún contrato. Porque todos los contratos son modificables según las voluntades de los contrayentes, mientras que en este ningún cambio en las voluntades de los hombres puede modificar nada.

Esta obligación es eterna. Responde al destino eterno del ser humano. Solamente el ser humano tiene un destino eterno, Las colectividades humanas no lo tienen. Por lo tanto, con respecto a éstas, no hay obligaciones directas que sean eternas. Es eterno únicamente el deber hacia el ser humano en cuanto tal.

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“Una tarea inmensa: recomponer las relaciones de la convivencia en la verdad, en la justicia, en el amor, en la libertad”

Juan XXIII

Pacem in terris

47. Reafirmamos también nosotros lo que constantemente nos han enseñado nuestros predecesores; las comunidades políticas, las unas con respecto a las otras, son sujetos de derechos y de deberes; por lo que también sus relaciones deben estar regidas por la verdad, la justicia, la solidaridad concreta, la libertad. La misma ley moral, que regula las relaciones entre las personas humanas, regula las relaciones entre las distintas comunidades políticas.

Esto no es difícil de entender si se piensa que las personas que representan las comunidades políticas, en tanto en cuanto operan en nombre y por el interés de las mismas, no pueden perder su propia dignidad; y por lo tanto no pueden violar la ley de su propia naturaleza, que es la ley moral.

Sería por otro lado absurdo también pensar que los hombres, sólo por el hecho de que están en el gobierno de la cosa pública, puedan verse obligados a renunciar a su propia humanidad; es todo lo contrario, han sido elegidos para esa elevada tarea porque se les considera miembros ricos de cualidades humanas y entre los mejores del cuerpo social. 

Además, la autoridad es una exigencia del orden moral en la sociedad humana; no puede ser usada contra ese mismo orden, y si lo hiciese en ese mismo momento dejaría de ser autoridad.

87. A todos los hombres de buena voluntad les espera una tarea inmensa: la tarea de recomponer las relaciones de la convivencia en la verdad, en la justicia, en el amor, en la libertad: las relaciones de las convivencia entre las personas humanas, entre ciudadanos, entre las comunidades políticas, entre los individuos, las familias, de una parte a la otra de la comunidad mundial.

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“Existe algo de mayor valor que el estado. Este valor es la humanidad”

Vaclav Havel

“L’idolo infranto dello Stato sovrano”, en La Repubblica/Dossier, 1 junio 1999, Roma

“Todo parece indicar que la gloria de la nación-estado, entendida como vértice de la historia de cada comunidad nacional o como su más alto valor terreno –el único en nombre del cual está permitido asesinar o por el cual se consideraba dulce y honroso sacrificar la vida- ha superado ya su cenit. Parecería que los iluminados esfuerzos de generaciones de demócratas, la terrible experiencia de dos guerras mundiales –que tanto han contribuido a la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos- además de la evolución de las civilizaciones, hayan, finalmente, inducido a la humanidad a convencerse de que los seres humanos son más importantes que el Estado.

(...) Espero que esté claro que yo no estoy contra la institución del estado soberano como tal. Sería absurdo que un jefe de estado auspiciase la abolición del estado delante de los órganos representativos de otros estados. Hablo de algo muy distinto: digo, que existe, de hecho, algo de mayor valor que el estado. Este valor es la humanidad. Como sabemos el Estado existe para servir a la gente, al pueblo y no al revés. Si un individuo sirve a su propio país, se debería pretender que éste lo sirva sólo en la medida necesaria para que el Estado pueda servir bien a todos sus propios ciudadanos. Los derechos humanos son superiores a los derechos de los Estados. Las libertades humanas representan un valor más alto que la soberanía nacional.

(...) A menudo me he preguntado porqué los seres humanos tenemos derechos. Y siempre he llegado a la conclusión de que los derechos humanos tienen sus raíces profundas en algún sitio fuera del mundo que percibimos. Estos valores son tan potentes porque en determinadas circunstancias la gente los acepta sin estar obligada a ello e incluso está dispuesta a morir por ellos. Estos valores tienen sentido sólo en la perspectiva de lo infinito y de lo eterno.”

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“Si haces el bien te acusarán de tener intenciones egoístas: No importa, haz el bien”

Madre Teresa

De una hoja pegada en la pared en la “Casa de los Niños” de Calcuta.

“El hombre es irracional, ilógico, egocéntrico:

No importa, ámalo.

Si haces el bien te acusarán de tener intenciones egoístas:

No importa, haz el bien.

Si realizas tus objetivos, encontrarás falsos amigos y verdaderos enemigos:

No importa, realízalos.

El bien que hagas, mañana será olvidado:

No importa, haz el bien.

La honestidad y la sinceridad te hacen vulnerable:

No importa, sé franco y honesto.

Dale al mundo lo mejor de ti y te responderán con patadas:

No importa, sigue adelante.

Si ayudas la gente se quejará:

No importa, ayúdala.

Lo que durante años has construido, puede destruirse en un momento:

No importa, construye.”

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“Tengo el sueño de que la fraternidad será el orden del día para los hombres de negocios, y la directiva para los hombres de gobierno”.

Martin Luther King

"Discurso de Nochebuena 1967 - Atlanta", en Il fronte della coscienza, SEI, Torino, 1968

“En primer lugar dejadme que os sugiera que si queremos tener paz en la tierra, la palabra fidelidad tendría que tener para nosotros un significado ecuménico y no parroquial. Nuestra fidelidad tiene que trascender la raza, la tribu, la clase social, nuestra patria: y esto significa que tenemos que desarrollar una perspectiva mundial. Ningún individuo puede vivir solo; ninguna nación puede vivir sola; está claro que quien opta por el aislamiento está perpetuando la guerra.

A fin de cuentas se trata de esto: la vida es un conjunto de interrelaciones. Estamos ligados por una red de comunidades, vestidos con el mismo hábito de nuestro destino. Todo lo que golpea a uno directamente, nos golpea a todos indirectamente. Estamos hechos para vivir juntos: nuestra realidad está intercomunicada. ¿No os habéis parado a pensar que no podéis ni siquiera ir al trabajo por la mañana sin declarar vuestra dependencia del mundo entero?

¿Dónde está el problema? Todos hablan de la paz como de una meta lejana, como de un fin al que un día u otro se llegará, pero nosotros sabemos que se tiene que empezar a considerar ya la paz no sólo como una meta, sino también como el medio con el que se puede llegar a esa meta. Tenemos que alcanzar fines pacíficos con medios pacíficos. Y esto equivale a decir que el fin y los medios tienen que ser coherentes, porque el fin preexiste en los medios, y medios destructivos no podrán nunca alcanzar un fin constructivo.

Por esto tengo todavía un sueño. Tengo el sueño de que un día los hombres se pongan en pie, y se den cuenta de que han sido creados para vivir juntos, como hermanos. Hoy tengo todavía el sueño de que la fraternidad se convierta en algo más que pocas palabras al final de una oración, que se convierta en el orden del día de los hombres de negocios, y en la directiva para los hombres que gobiernan.”