Se dice que durante la misma edad en que llegó al mundo el potente
fuego de Arien, el Sol, y apareció la raza de los hombres, apareció
también en el este el pueblo mediano que se llamó hobbit.
Eran unas gentes que vivían en tuneles y agujeros excavados en
la tierra y se suponían emparentados con los hombres;
sin embargo, eran de constitución más pequeña que
los enanos y su vida tenía una duración
aproximada de cien años. Todos los hobbits, tanto los varones como las hembras, participaban de las mismas características. Medían entre setenta centímetros y metro y medio de estatura; tenían los dedos largos; poseían un semblante alegre y rollizo, el cabello castaño rizado y unos peculiares y grandes pies peludos que siempre llevaban descalzos. Era un pueblo retraído y modesto que juzgaba a sus semejantes según su adaptación a la tranquila vida de las aldeas hobbit. El comportamiento excéntrico o el talante aventurero no estaban bien vistos y se consideraban indiscretos. Los excesos de los hobbits se limitaban a la utilización de ropa de colores chillones y a la ingestión de seis sustanciosas comidas diarias. Su única excentricidad era el arte de fumar la hierba para pipa que, según ellos, era su mayor contribución a la cultura mundial. Se dice que los hobbits se dividían en tres ramas: los pelosos,
los albos y los fuertes.
A pesar de no cumplir con la natural tranquilidad y poco gusto por las aventuras de los Hobbits, Frodo, Sam, Merry, Pippin, y Bilbo pertenecían a esta raza. |