Los hobbits llegaron a la posada del Poney Pisador donde pensaban alojarse. Aquella noche Frodo, animado por la estupenda cerveza que servía el posadero, Cebadilla Mantecona, se puso a bailar y cantar encima de la mesa, y al caerse se deslizó el Anillo en el dedo y desapareció de la vista de todos. Sólo un extraño hombre de rostro curtido por la intemperie, que se hacía llamar Trancos, se dio cuenta de lo ocurrido y quedó con Frodo para hablar después.

El posadero recordó entonces una carta de Gandalf que tenía para Frodo, en la que le decía que le esperara en Rivendel y que confiara en Trancos. Así Trancos les dijo que su verdadero nombre era Aragorn y que debían ir con él a Rivendel cuanto antes para evitar a los Jinetes Negros que habían preguntado por ellos en el pueblo. Dejaron Bree tras un fallido intento de ataque por parte de los Jinetes, en el que perdieron sus poneys, y cruzando Moscagua se encaminaron hacia la Cima de los Vientos.

En la Cima de los Vientos encontraron una señal de Gandalf de hacía tres días, y desde la cumbre volvieron a ver a los Jinetes Negros que les seguían persiguiendo. Por la noche atacaron cinco Jinetes, cinco de los Nueve Nazgûls, antiguos señores de los Hombres que recibieron un anillo de Sauron y se convirtieron en sombras malvadas y en sus más poderosos sirvientes. Uno de los Nazgûl hirió a Frodo, que cometió el error de ponerse el Anillo, e inexplicablemente se retiraron. Aragorn recogió el puñal que hirió al hobbit y trató de curarlo, pero Frodo se encontraba muy mal y había que llevarlo rápidamente a Rivendel.

De camino a Rivendel se encontraron con los tres Trolls que se convirtieron en piedra gracias a Gandalf mientras discutían cómo cocinar trece enanos y un hobbit (el hobbit era Bilbo). Después se encontraron con Glorfindel el elfo que habitaba con Elrond en Rivendel y que había salido en busca de Frodo y los demás. Ya cerca del río Bruinen los Jinetes volvieron a atacar y Frodo huyó a lomos del caballo de Glorfindel, los Jinetes sólo lo perseguían a él y se lanzaron tras Frodo reclamándole el Anillo y llamándole para que fuera a Mordor. Justo en el momento en el que Frodo cruzó el río una gran avenida de agua descargo toda su fuerza en el vado del Bruinen sepultando a los Nazgûl que en ese momento lo estaban cruzando, después Frodo se desmayó.