Mucho tiempo atrás dos hobbits pescaban
en el Río Grande y uno de ellos, llamado Déagol, encontró
un anillo. El otro, Sméagol, era un hobbit preguntón y
curioso que se interesaba por las raíces y orígenes subterráneos,
se zambullía en lagos profundos y cavaba y abría túneles
en los montículos verdes. Era el cumpleaños de Sméagol
y éste le pidió a Déagol que le diera el Anillo,
pero Déagol ya la había dado un regalo y le dijo que El Anillo le hacía invisible cuando se lo ponía, así que Sméagol lo usó para sus maliciosos fines, hasta que empezó a ser impopular entre los demás hobbits, pues se dedicaba a robar y a andar de aquí para allá murmurando entre dientes y gorgoteando y por eso lo llamaron Gollum. Finalmente lo expulsaron de la familia, y bajo el efecto del Anillo recorrió la Tierra Media huyendo de la luz del Sol, para acabar en una caverna escondido del resto del mundo. Fue en aquella caverna donde se encontró con Bilbo
Bolsón. Por aquel entonces, por culpa del Anillo, se había
convertido en una criatura miserable, con las patas palmeadas, el cuerpo
delgado pero fuerte, unos miembros largos y huesudos con los que sacaba
pescados que se comía crudos, unos ojos verdosos y brillantes
adaptados a la obscuridad, y un pelo ralo que en nada recordaba al joven
hobbit que fue algún día. Gollum ya sólo hablaba
con el Anillo llamándolo Bilbo le robó el Anillo tras la |