Aragorn, Gimli y Legolas siguieron la pista de los orcos y los hobbits y se reencontraron con Gandalf que les comunicó cómo estaban las cosas y les habló de las criaturas de los Nazgûl, como la que abatió Legolas, y de los Ents de Fangorn, y decidieron ir hacia Edoras dejando a los hobbits en manos de Bárbol. Gandalf les contó además cómo luchó con el Balrog mientras caían, luego se persiguieron por los olvidados caminos de las profundidades de Moria, y por fin acabó con él quedando aislado y desnudo en la cima de la montaña. Gwaihir le recogió y se convirtió en Gandalf en Blanco, más poderoso y terrible, tras reposar en Lórien.

Cabalgando en sus caballos Mearas, pues Gandalf traía a Sombragris, llegaron las llanuras de Rohan y a las puertas de Edoras. Se entrevistaron con Theoden, a pesar de su desconfianza inicial, y consiguieron abrirle los ojos y liberarle de su traidor consejero, Lengua de Serpiente. Theoden, recuperado de su debilidad, decidió partir hacia la guerra contra Isengard y convocó a los Eorlingas para la batalla. Se dirigieron pues hacia el valle y por el camino se encontraron a unos supervivientes que se batían en retirada que les comunicaron que les habían atacado por sorpresa, y que los que resistían se habían resguardado en la Fortaleza del Abismo de Helm, así se encaminaron hacia la fortaleza para ayudar a los supervivientes, todos menos Gandalf que partió prometiendo regresar y no dijo a nadie dónde iba.

Llegaron a la fortaleza y se prepararon para el combate. Pronto llegaron hombres que se batían en retirada y comenzó la desigual Batalla de Cuernavilla en el Abismo de Helm, que sería largamente recordada. En ella se llenaron de honor Aragorn, Gimli, Legolas y Eomer que combatieron juntos acabando con multitud de enemigos, resistiendo en la destruida puerta de la fortaleza. Tras toda la noche de lucha los defensores esperaban la mañana, pero el día llegó con hechicerías de Saruman que ayudaron a los atacantes en la invasión. Tras rechazarla de nuevo los hombres de Theoden decidieron lanzar un ataque desesperado con el Rey a la cabeza acompañado de Aragorn, y en ese momento apareció Gandalf, blanco y resplandeciente por la retaguardia de los orcos y montañeses de Saruman, junto con un extraño bosque que había aparecido misteriosamente por la noche. Los Eorlingas atacaron por fin, y del ataque no sobrevivió ni uno sólo de los enemigos atravesados por las lanzas de los Jinetes, desaparecidos en el misterioso bosque, o caídos en el Abismo.

Después de la batalla partieron juntos hacia Isengard para rendirle cuentas a Saruman. Por el camino Gimli le contó a Legolas las maravillosas cavernas que había visitado el refugio del Sagrario e hicieron el pacto de que cuando todo acabara Gimli visitaría Fangorn con Legolas y el elfo visitaría las Cavernas Centelleantes con el enano. Por fin llegaron a Isengard y encontraron el valle inundado y vacío, tras el trabajo de los Ents. Allí esperaban Merry y Pippin por encargo de Bárbol, y recibieron a los visitantes con alegría por el reencuentro. Los hobbits les relataron todo lo que habían hecho los Ents en Isengard, derribando muros, y acabando con las últimas fuerzas de Saruman, con todo excepto con la torre de Orthanc que estaba protegida por una antigua magia. Gandalf fue a hablar con Bárbol, y todos juntos fueron a parlamentar con Saruman. El mago derrotado trató de engatusar a cada uno de sus contertulios con su poderosa y convincente voz, pero no lo consiguió y Gandalf rompió su vara y le expulsó de la Orden. Lengua de Serpiente estaba con él y desde una ventana lanzó una piedra contra Gandalf, pero no le dio y Pippin la recogió. Era una Piedra Palantir, una de las Piedras Que Ven, con la que se podían ver imágenes lejanas y a la vez lo que rodea a las demás Palantir, lo que usaban para comunicarse los antiguos señores de los Elfos y los Hombres. Dejaron a Bárbol al cuidado de la torre y de Saruman y partieron de nuevo hacia Edoras, pero por el camino Pippin no pudo vencer su curiosidad y miró el Palantir, y en él vio al Ojo de Sauron y el Ojo le vio a él. Tras este incidente Gandalf se dio cuenta que Saruman había usado el Palantir para comunicarse con Sauron, y que éste estaría ahora desconcertado tras la visión del hobbit, por lo que decidió partir al ver uno de los Nazgûl cabalgando en una de sus monturas aladas en dirección a Minas Tirith todo lo rápido que podía correr Sombragrís, junto con Pippin.